Eres mi destino. Park Jimin

Cap. 11

 

-¿Crees que puede hacerlo? - le pregunto Lily, tratando de esconder el temblor en su voz - ¿Crees que la señora Dalton será capaz de quitarme a mi hijo?

Jimin escogió la palabras con cuidado, sin dejar de mírarla a los ojos.

- Creo que va a hacer todo lo posible por arrebatartelo, pero no. Creo que no podrá quitarte a tu hijo.

Puso su mano sobre la de ella, creando así el lazo que ella necesitaba desesperadamente.

- ¿Me lo prometes?

Jimin sabía que no podía garantizarle nada, no era ningún secreto que los jueces eran impredecibles. Si les tocaba un juez que se dejara impresionar por Elizabeth Dalton, o cuyo nombramiento hubiera sido promovido por ella o  gracias a su apoyo económico, entonces la batalla sería larga y dura. Cabía la posibilidad de que él primer fallo beneficiara a la madre de Erik, por lo cual tendrían que apelar.

No obstante, Jimin sabía que Lily no quería oír un razonamiento lógico y objetivo, ni siquiera la verdad. Ella quería oír algo a lo que pudiera aferrarse con uñas y dientes, una respuesta en la que buscar consuelo y tranquilidad.

Lo que más necesitaba en ese momento era esperanza.

Y después de todo lo que había pasado, eso era lo que menos podía hacer por ella, así que le sonrió y dijo la única cosa que ella deseaba escuchar.

- Te lo prometo.

Lily soltó un suspiro de puro alivio y sonrió. Sin embargo, la expresión de sus ojos contaba una historia diferente. Ella sabía muy bien que las cosas no podían ser tan fáciles, pero también era consiente de lo que él trataba de hacer y porque, y le estaba realmente agradecida por seguirle la corriente.

- Gracias - le dijo con verdadero sentimiento - Y ahora será mejor que me vaya y le diga a mi madre que ya puede irse a casa si quiere, aunque creo que le gusta quedarse más con Yahel y conmigo, ahora que mi padre murió somos la única familia que le queda.

 De pronto Jimin recordó que hasta ese momento no le había expresado sus condolencias.

- Siento mucho lo de tu padre.

- Si, yo también.

Si padre había muerto poco tiempo después del nacimiento de Yahel, pero ella estaba ocupada intentando resolver sus propios asuntos, que no se había enterado de la gravedad de su enfermedad hasta una semana después de su muerte. También se culpaba por ello y todavía lamentaba que no hubiera podido conocer a su nieto.

Con la idea de cambiar de tema, Jimin señaló la caja de la pizza. Aún quedaba casi la mitad.

-¿Por qué no le llevas un poco a Yahel?

Ella titubeó un momento y Jimin se dió cuenta enseguida. Era increíble que todavía pudiera entenderla tan bien, a pesar de todo el tiempo que había pasado. Algunas cosas nunca se olvidaban...

- No conozco a ningún niño de tres años al que no le guste la pizza - dijo él y fue a buscar un recipiente a la cocina.

Lily fue detrás de él.

-¿No prefieres quedartela tú?

- Estoy satisfecho - le aseguro él - por si no te has dado cuenta, tú sigues comiendo como un pajarito.

Abrió el armario de la cocina, dentro había recipientes de plástico de todas las formas y tamaños. Lily no pudo evitar preguntarse si se desplomarían sobre él si intentaba sacar uno.

-¿Es un nuevo hobby? - le pregunto ella, mirando el lugar donde estaban los recipientes.

Él se rió.

- Mi madre cree que me voy a morir de hambre. Tiene la costumbre de pasarse una vez por semana para traerme comida. Llevo tiempo queriendo devolverle los recipientes.

Saco uno con sumo cuidado, intentando no desestabilizar la pirámide de recipientes. Al parecer Jimin había aprendido algunos trucos de magia desde la última vez que lo había visto.

Lily lo siguió de vuelta hacia el comedor. Jimin abrió el recipiente y metió dos trozos de pizza.

- Uno para tu madre - dijo al ver su expresión de confusión - por si tiene hambre después de pasar toda la tarde corriendo detrás de tu hijo.

Ella sonrió - No tiene que correr detrás de él. Es un niño muy bueno, nunca me ha dado ningún trabajo extra o maratónico - dijo orgullosa.

-Como su madre - comento Jimin. 

Agarro el recipiente al momento que ella tomaba su bolso y la acompaño hasta la puerta.

- Gracias de nuevo - le dijo - Por todo.

Jimin se inclino un poco hacía ella y le dió un tímido beso el la frente, igual que un beso de hermanos. Aunque se muriera por besarla en los labios, no quería asustarla.

<<Cómo en los viejos tiempos...>> pensó. Después de ese tiempo lejos, se sentía como un adolescente.

- Va incluído en la minuta. 

Sonrió cuando ella solo asintio ruborizada ante el acto.

La minuta... recordó entonces Lily, no quería abusar sacándole partido a una vieja amistad. Él le había ofrecido aceptar el caso gratuitamente, pero no estaba dispuesta a aceptar. Ella le pagaría lo que se generará, le llevará el tiempo que le llevará.

- Respecto a eso...

Jimin no necesitaba preguntar para saber que ella no tenía el suficiente dinero para pagar un abogado. Tendría que pensar el algo... En caso de ser necesario, cubriría los gastos de su propio bolsillo. Además, seguramente podría mover algunos hilos entre los socios fundadores y, en último caso, si podía aceptar el caso gratuitamente. No quería que ella tuviera que preocuparse por el dinero, encima de todo lo demás.

- Ya pensaremos en algo - le prometió, zanjando el tema de manera caballerosa.

La mirada de agradecimiento que brillaba en los ojos de Lily no tenía precio.

- Me has caído del cielo Jimin.

- Si. Ese soy yo - respondió bromeando - Un regalo del cielo.

Y entonces, de forma impulsiva, ella le dió un beso en la mejilla y giro para dirigirse a su coche que estaba aparcado junto a la acera justo delante de la casa de él. Jimin se recostó contra el marco de la puerta y la observó  mientras subía al vehículo, justo antes de ponerse en marcha, ella se despidió con la mano.

Él respondió con el mismo movimiento y siguió el coche con la mirada hasta que se perdió tras una esquina.




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