- No tienes porque mentirme - le dijo bajando la vista.
- Se que no. Y no te estoy mintiendo - la miro a los ojos - Lily, por favor, olvida lo que pasó hace cuatro años - le dijo, sintiendo una rabia incontenible que lo asfixiaba por dentro - Deberías habérmelo dicho - le aparto un mechón de cabello de la cara - Cuatro años antes, cuando paso, deberías habérmelo dicho.
- No sabia como eras realmente, hasta después de que pasara todo - dijo ella, girando la cabeza para mirar a otro lado.
Apretó los labios. No quería dejarse llevar por los viejos sentimientos de culpa y arrepentimiento.
- No hablemos de eso ahora.
- Muy bien - dijo él. No quería estropear el momento con recuerdos amargos - Nada de hablar. ¿Pero qué hacemos entonces? - le preguntó fingiendo pensarlo un momento - Oh, espera. Creo que ya lo sé.
Un momento después deslizó los labios sobre la base del cuello de Lily despertando el deseo una vez más. En cuestión de segundos, la respiración de la joven se volvió entrecortada, como si acabará de correr un maratón.
- Debes de estar de broma - le dijo ella - ¿Puedes hacerlo tan pronto?
- Tomo muchas vitaminas - le dijo Jimin entre beso y beso, y entonces se puso serio - A menos que no quieras...
- Su quiero - le seguro ella - Me falta experiencia, pero no ganas.
- Lo que te falta de experiencia, te sobra de entusiasmo - le dijo él.
Para demostrárselo selló sus palabras con un beso ardiente.
Ella solo sonrío.
- ¿Entonces eso es un "sí"? - le preguntó el a la mañana siguiente en cuanto abrió los ojos.
La tenue luz de la mañana se colaba en la habitación. Él llevaba tiempo observándola mientras dormía, sintiendo una paz que nunca antes había experimentado. Pasara lo que pasara a partir de ese momento, siempre le quedaría recuerdo de la noche que acaban de compartir.
Lily parpadeo y trato de poner en orden los pensamientos. No tenía la menor idea de lo que él le estaba diciendo. De repente se dio cuenta de que debía de tener un aspecto horrible, y sintió el impulso de taparse hasta arriba con las sábanas, pero no podía hacerlo.
Las sábanas estaban debajo de Jimin. A medida que se le aclaraba la mente se dio cuenta de que él estaba apoyado en un codo, mirándola. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Acaso se estaba arrepintiendo de algo?
- ¿A qué te refieres? - le preguntó ella finalmente aclarándose la garganta.
- A la boda. ¿Vendrás conmigo? Yahel y tú.
Lily tardo unos segundos en entender toda la situación.
- ¿Todavía quieres que vaya contigo? - le preguntó sorprendida.
- Claro. ¿Por qué no iba a querer? No podemos desperdiciar esa clase de baile que dimos anoche.
- Según recuerdo, tampoco bailamos tanto.
Él sonrió ampliamente y le dio un beso en el hombro
- Sí - le dijo seduciéndola con la mirada - Supongo que no. ¿No quieres bailar de nuevo?
- ¿Pero no tienes que ir a trabajar? - le preguntó Lily, esquivando el tema.
- Dentro de un rato, pero un hombre no vive sólo eso trabajo. También hay que ocuparse de las cosas del corazón.
Lily ya no pudo aguantar más la sonrisa.
- ¿Es así cómo se llama ahora?
- Sí.
Un segundo después él rodo sobre sí mismo se puso encima de ella. Lily hubiera podido escurrirse y levantarse de la cama, pero no quería.
Las palabras se hicieron y necesarias durante un buen rato. Tenían otras formas de comunicarse y el tiempo era limitado.
Lili dejó la máscara de pestañas y suspiró nunca se había sentido tan confundida en toda su vida. No quería hacerse muchas ilusiones con Jimin pero tampoco podía evitarlo. Todas las tardes a eso de las seis, esperaba con impaciencia su llegada. No deseaba más que verlo en la puerta con aquella sonrisa divertida y seductora que le había robado el corazón desde tantos años atrás.
El tiempo había pasado. Ambos habían madurado, pero aquella siempre sonrisas allá volviéndola loca.
Volvió a tomar el cepillo de la máscara de pestañas y siguió maquillándose. Jimin iría a recogerlos para ir a la boda y no quería hacerlo esperar.
<<Cielos, que normal suena todo esto...>> pensó de repente>
¿Cuánto tiempo hacía desde la última vez que se había sentido tan normal?
Y todo era obra de Jimin. Se miro en el espejo y sonrió. Durara lo que durara, estaba decidida a vivir el momento y a disfrutarlo al máximo.
- ¿Mamá? - exclamó Yahel de repente, la estaba buscando por la casa.
- Estoy en mi habitación Yahel - dijo ella alzando la voz - Estoy terminando de maquillarme.
Guardando el cepillito de la máscara se inclino sobre el lavamanos para darle los últimos retoques a la sombra de ojos color azul perlado que se había puesto.
Yahel llevaba el traje que ella le había comprado y parecía todo un hombrecito.
- Estás linda mamá - le dijo el niño al entrar al cuarto de baño - Eres muy bonita.
Lily se rió carcajadas.
- Bueno, ya veo que vas a tener mucho éxito con las chicas en el futuro - le dijo en un tono bromista - Vas a tener que quitarte las de encima como a las moscas.
Yahel la miró con un gesto perplejo.
- Pero tú me dijiste que no puedo pegarles a las niñas - le recordó él - ¿Está bien si usó un palo?
Lily le alborotó el cabello.
- No. Tienes razón nunca está bien pegarle a una niña. Sólo era una expresión. Lo siento. No quería confundirte.
El pequeño esbozo una sonrisa de radiante y benevolente, no dándole importancia al asunto
- No hay problema mamá.
En ese momento sonó el timbre.
Los ojos de Yahel brillaron.
- ¡Yo voy!
El niño era rápido, pero ella lo fue más, lo agarró del brazo antes de que pudiera echar a correr hacia la puerta.
- Iremos los dos.
Suspirando Yahel echó andar hacia el frente de la casa, al ritmo de su madre.
- Pero es el señor Jimin - le dijo protestando.
Editado: 28.08.2021