Eres mi destino. Park Jimin

Final

 

-¿Qué es lo que quiere? - masculló iracunda. 

- Nada que no pueda darme - le dijo Jimin. 

La señora Dalton se inclino sobre la mesa, abrió una cajita de ébano y sacó una chequera y un bolígrafo.

- ¿Cuánto? - pregunto con búsquedad. 

- No se trata de dinero, señora Dalton - le dijo Jimin, seguro de que ella ya lo sabía. Y entonces señaló las fotos - Puedo hacer que todo esto desaparezca si renuncia a la batalla legal por la custodia del niño. 

En vez de aceptar, la señora Dalton trató de justificarse. Habían pasado décadas desde la última vez que había tenido que darle una explicación a alguien.

- No soy un monstruo, señor Park. Trataba de hacer lo mejor para el chico. Porque evidentemente no lo hice con su padre. 

Pero Jimin no se dejó conmover.

- Dejarlo con una madre que lo quiere más que a nada en este mundo es hacer lo mejor para el chico. 

- Todavía puede verlo si quiere - dijo Lily.

Tanto Elizabeth como Jimin la miraron con ojos de sorpresa. 

- En vacaciones, en su cumpleaños... Puede venir a visitarlo.

- ¿Y si quiero que venga aquí? - le preguntó Elizabeth con testarudez.

Lily ya no se dejó intimidar más. Sabía muy bien lo que quería. 

- A lo mejor algún día - le dijo - Pero, por el momento, ni yo ni  Yahel aceptamos. La elección de aceptar o no mi invitación es cosa suya. 

Frustrada y molesta, Elizabeth se volvió hacia el abogado.

- Muy bien - masculló - Hare que mis abogados retiren la demanda - frunció el ceño - Quiero la cinta en la que tiene ese video - dijo y empezó a recoger todas las fotos rápidamente. 

Jimin empujó hacia ella las que estaban más alejadas.

- ¿Y la cinta original? 

No era una pregunta, sino una exigencia. 

Pero Jimin permaneció impasible. La cinta estaba a buen recaudo en una caja fuerte, pero eso no se lo iba a decir a Elizabeth. 

- De momento me la voy a quedar.

- ¿Hasta cuándo? - le pregunto Elizabeth, furiosa. 

- Hasta que Yahel cumpla dieciocho años - le dijo Lily antes de que Jimin pudiera contestar - Apunte la fecha en su calendario. Puede venir a su fiesta de cumpleaños y yo misma le entregaré la cinta. Pero no hasta entonces.

Elizabeth guardo silencio un momento. Ya no le quedaban opciones y no estaba acostumbrada a perder el control de las cosas.

- Eres una pequeña zorrilla, ¿verdad? 

Lily no se ofendió. En realidad parecía haber una nota de admiración en su tono de voz, la primera señal de respeto que había recibido de aquella mujer. 

Pero tampoco estaba dispuesta a dejarlo pasar.

- Igual que usted, cuando se casó con el viejo Donovan Dalton. 

Elizabeth apretó los labios, la fulminó con una mirada y entonces se volvió hacia Jimin lentamente. Su reputación lo era todo para ella, mucho más importante que un nieto al que sólo había visto dos veces. 

Cuando por fin habló, su voz sonaba tirante, pero resignada.

- Hay un trato señor Park.

 

 

Después de darle las gracias a Jimin una y otra vez, Lily pareció quedarse sin palabras. Durante el camino de vuelta a casa, un profundo y extraño silencio se cernió sobre ellos.

Él supuso que ella debía estar exhausta. Había pasado por mucho estrés emocional durante las últimas semanas y debía de resultarle difícil asimilar la idea de que por fin era libre para disfrutar de su hijo sin miedo ni temores, sin tener que mirar por encima del hombro en todo momento.

No obstante, a medida que el silencio se dilataba, empezó a encontrarlo un poco desconcertante. Era cierto que Lily nunca había sido muy habladora, pero tampoco era tan callada, sobre todo en un momento así. 

¿Acaso ocurría algo? 

Saliendo de la autopista, Jimin decidió tomar la iniciativa.

- Bueno, por fin ha acabado todo. Ahora por lo menos no tendrás que pensar en salir huyendo en mitad de la noche. Podrás hacer tu vida normalmente. 

Él había llevado consigo los documentos que Dalton debia firmar, en los que renunciaba a todo derecho sobre la custodia. El trato era una realidad. Y Lily ya no era su cliente. 

Ella se miraba las manos sin cesar, pensativa. Un torbellino de emociones la sacudía por dentro. 

Jimin ya no tenía excusa para estar con ella a cada noche. No tenía motivos para ir a visitarla. ¿Acaso terminaría todo en ese instante? 

<<Ojos que no ven, corazón que no siente...>> pensó. ¿Era ella de las que sefuian este refrán? 

El nudo que tenía en el estómago le decía que sí, pero su corazón se negaba a creerlo. 

- Supongo que ya no te veré tan a menudo. 

Aquellas palabras golpearon a Jimin como una piedra. ¿Sería así de fácil? ¿Podía alejarse así sin más? ¿Otra vez?

Agarró con fuerza el volante y aceleró para pasar un semáforo a punto de poner el alto. 

- ¿Me lo dices o me lo preguntas? 

Lily hizo un esfuerzo por no derramar ni una sola lágrima. No quería que él la recordará llorando. 

- ¿Hay alguna diferencia? 

- Bueno, sí que la hay. Si me lo estás diciendo, entonces estás cortando conmigo. Si me lo estás preguntando, entonces quiere decir que a lo mejor no quieres cortar todos los lazos de momento - dijo Jimin y la miro de reojo.

Lily no sabía que él quería oír, pero no quería que se quedara a su lado por pena. 

- ¿Qué quieres que te diga? 

Jimin no quería poner palabras en su boca. No quería forzarla a decir nada que ella no quisiera decir. Sólo quería que le dijera la verdad, por mucho que le doliera.

- ¿Qué dice tu corazón Lily? Quiero que me digas lo que tú quieras decirme. 

Ella se miro los puños cerrados, abrio las manos lentamente. Y entonces levantó la vista hacia él.

- No. 

Él espero, pero ella no dijo nada más.

- ¿No quieres decirme lo que hay en tu corazón? 

- No - le dijo ella con brusquedad - Una negación. Eso es lo que hay en mi corazón. 

- ¿No? - repitió Jimin, sin entender nada.




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