Los chicos al fin habían llegado a su torre. Draco, en ninguna parte del trayecto había bajado de sus brazos a Hermione, así como ella tampoco había desecho el nudo que eran sus brazos alrededor del cuello del rubio.
Todo el trayecto, la chica había estado sollozando en silencio.
Draco se detuvo frente a la puerta de su torre y pronuncio la contraseña.
-¿Quieres que te lleve a tu habitación?- pregunto con tranquilidad el rubio. La chica sin levantar la mirada y escondiéndose aun mas en el pecho del chico, solo asintió.
Draco subió con ella las escaleras y estando frente a la puerta de la castaña, al fin bajo a la chica, ya que con ella en brazos, le era difícil girar la perilla para poder abrir dicha puerta y entrar en la habitación.
Hermione al fin soltó el cuello del rubio, pero seguía sin dirigirle la mirada. Por alguna razón se sentía avergonzada con el.
Draco abrió la puerta de la habitación.
-G-gracias por ayudarme- dijo la castaña aguantando las ganas de llorar realmente fuerte.
-No tienes nada que agradecer Hermy- le dijo el chico al tiempo que tomaba una de sus manos -Sabes que mientras tu me lo permitas, estaré aquí para cuidarte.
Ante aquellas palabras, el corazón de la castaña se apretó.
-¿Qué necesidad hay de que pases por estas cosas?- dijo casi en un susurro, pero el chico la escucho perfectamente.
-No entiendo a que te refieres.
-Desde que acepte tu amistad, solo te he traído problemas, a ti y a tus amigos- hablaba la chica, mientras gruesas lagrimas caían por su rostro -Eso no hace una amiga.
El chico no sabia que decir.
Con su mano libre, la acerco al mentón de la chica y sin aplicar demasiada fuerza, hizo que esta levantara su mirada, la cual al verla, Draco sintió que algo se partía dentro de el.
Ver aquello hermosos ojos, tan tristes y maltratados por el llanto, hicieron que el compartiera su tristeza con la castaña, como si con aquella simple mirada pudiera compartirle su dolor, dolor que pocos segundos después fue remplazado por la rabia y el odio.
Un odio inmenso hacia el causante de todo aquel dolor y tristeza en la chica. Ronald Wesley.
El rubio quería salir de la torre, buscar a aquel sujeto y ajustar cuentas con el, pero en el fondo sabia que eso seria peor para la chica y eso aumentaba también su frustración.
Inhalo profundo, para mitigar la tormenta de emociones que en ese momento lo inundaba.
-Eso no es verdad Hermione- fue lo primero que se le ocurrió decir -Sabíamos que esto seria difícil, pero veras que poco a poco todo va a mejorar- dijo al tiempo que liberaba la mano que sostenía la de la chica y con esta acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja de Hermione.
-Yo no quiero que nada malo te pase por mi culpa Draco.
-Y nada malo me pasara Hermy- aseguro el -Y aunque así fuera, jamás renunciaría a esta amistad- continuo y le regalo a la chica la mejor de sus sonrisas –“Porque te amo”- pensó.
Y así era, aquellas dulces semanas al lado de la chica, habían servido simplemente para reafirmar lo que sentía hacia la chica.
Y de igual manera acepto, que esa era la primera vez en su vida que sentía algo así por alguien. Aquel amor lo hacia sentir nervioso, seguía sin encontrar el momento perfecto para declarar sus sentimientos a la chica, cada que pensaba como hacerlo se ponía mas nervioso y el temor de que ella lo rechazara invadía su cuerpo.
-Gracias de nuevo Draco- hablo ella, tratando de imitar la sonrisa del chico, pero esta no alcanzo a reflejarse en sus ojos -Sera…será mejor ir a dormir.
-Claro mi pequeña leona- le contesto -Descansa- dijo y le dejo un dulce beso en la frente.
Y como no tenia ganas de bajar y volver a subir escaleras, simplemente brinco la barandilla que las dividía y antes de entrar a su habitación, miro de nuevo a Hermione, quien al ver tal acción, sonrió de una manera mas sincera, pero aun reflejando tristeza, el chico le devolvió el gesto con un guiño y entro en su habitación. Cambiando su semblante totalmente.
Saco su varita del bolsillo e insonorizo la habitación.
Dio el grito de ira y frustración mas grande que haya dado en su vida y con todos aquellos sentimientos invadiendo su ser, comenzó a destruir todo lo que encontraba a su paso.
Pero al parecer, no era el único con sentimientos encerrados en el cuerpo, ya que ni bien entro en su habitación, Hermione imito sus acciones, aplicando el mismo hechizo, pero no con las mismas intenciones que el rubio, ella lo hizo para que el chico no escuchara el desgarrador llanto que emanaba de ella.
Se sentía tan frustrada y en parte decepcionada, que no encontraba otra manera de como sacar todo aquello.
¿Acaso la vida no le permitiría tener alguna recompensa después de todo lo sufrido?, Acaso después de haber ayudando tanto al mundo, ¿No se merecía aunque sea un atisbo de felicidad?, esas preguntas martillaban fuerte en su cabeza, ella deseaba ser feliz al lado del rubio y de sus amigos.
Y fue así, que ambos pasaron la peor noche en el castillo, hasta ese momento, Draco destruyo todo hasta que no le quedaron fuerzas y Hermione lloro hasta quedarse dormida.
A la mañana siguiente, Draco despertó en el pequeño sillón de cuero negro que había en su habitación, fue lo único que medianamente sobrevivió durante la destrucción y donde se dejo caer exhausto, quedándose dormido al instante.
Por su lado, Hermione, amaneció con los ojos hinchados y un terrible dolor de cabeza.
Ambos como pudieron se incorporaron de donde amanecieron, se metieron a bañar y siguieron con su rutina de siempre. Aunque el semblante de ambos no era el mismo de todas las mañanas.
Como siempre Hermione bajo primero y se sentó en los sillones de la sala común a esperar a Draco.
Minutos después el chico salió de su habitación, inhalo profundo antes de bajar las escaleras y le mostro a la castaña su mejor sonrisa.
-¿Nos vamos?- pregunto el chico en cuanto estuvo a su lado.
Ella solo asintió, haciendo un intento fallido de sonrisa y el fiel a su costumbre, se colgó ambas mochilas en los hombros y salieron en dirección a la torre de Gryffindor.
Al llegar a la torre de los leones, una pelirroja emocionada los esperaba, ella pensaba que anoche Hermy había pasado una linda noche después de la proposición del chico y como siempre, tenia preparadas un sin numero de preguntas para su amiga.
Pero su semblante cambió cuando ya la tuvo casi en frente.
-Hermy- llamo la atención de la chica -¿Qué tienes? ¿Qué paso?- pregunto alarmada y dirigió su mirada al rubio -¿Qué le hiciste?- pregunto con rudeza, el rubio solo la miro mal.
-A mi no me deberías preguntar eso niña- le respondió cortante -Sino a tu hermano- ante aquel comentario, la castaña se puso rígida y sintió sus ojos escocer ante la amenaza de mas lagrimas.
-Draco- hablo ella en un susurro -No le digas nada, yo lo hare- el chico bufo, sintiendo como la ira lo invadía de nuevo.
-Me estas asustando Hermione- exclamo Ginny, quien miraba a Harry de mala gana al ver que no decía nada.
-Vamos a desayunar y les explico todo- pidió la castaña.
Los cuatro chicos se dirigieron al gran comedor, donde ya se encontraba un pelirrojo, el cual en sus labios dibujo una sonrisa de oreja a oreja al ver el semblante de Draco y Hermione.
Por un instante, su mirada y la del rubio de cruzaron y este le hizo un gesto con la cabeza a Draco, lo cual casi provoca que el rubio de acerque para golpearlo.
Pero gracias a Merlín, un silenciosos azabache miraba la escena y con calma y discreción le pidió a Draco que se fuera con sus amigos y se alejara de problemas.
El chico de mala gana acepto y entregándole su mochila a Hermione, se despidió de ella para ir a su mesa.
-Por Merlín hermano- exclamo Zabbini al verlo llegar con semejante expresión -A ¿Quién quieres matar?
-A una maldita rata pelirroja Blaise- escupió sin mas -Que esta atormentado mi vida y la de la persona que amo- Blaise se sorprendió ante aquellas palabras, pero siguiendo la mirada asesina del rubio supo de quien hablaba.
-¿De que o quien hablas Draco?- pregunto extrañada Astoria, que había escuchando perfectamente la conversación entre sus amigos.
Y contestando a su pregunta, Draco les conto todo lo sucedido la noche anterior y el como había detenido al pelirrojo.
Todos sus amigos quedaron atónitos, las chicas se sentía tristes por Hermione, en cambio los chicos, ahora compartían el odio de Draco.
Draco estaba terminando su relato, cuando un ensordecedor grito invadió el comedor.
-¡¡¡¿Qué hizo que?!!!- el grito de Ginny le dejo un zumbido en los oídos a su novio.
Ginny sin pensarlo dos veces, se paro de su lugar y se dirigió al de su hermano, quedado de pie frente a el.
-Mira que tenemos aquí, una pelirroja traido…- pero no pudo terminar su frase, el puño de su hermana había dado duro y directo contra su nariz, la cual segundos después, ya estaba sangrando -Maldita sea Ginevra, ¿Qué te pasa?- cuestionó el chico mientras se apretaba el puente de su nariz.
-¡Que eres un imbécil eso me pasa!- grito la chica -No te vuelvas a acercar a ella, porque como lo hagas Ronald Wesley- inhalo profundo -Te mato.
-Ja- exclamo el chico con sorna -Pues has fila hermana, porque no eres la única- se levanto de su lugar, tomo su mochila y salió del gran comedor, no sin antes darle un mensaje a Hermione -Tendrás mucha protección, pero te aseguro que no será por mucho- la castaña solo se estremeció en su lugar, comenzando a derramar lagrimas, a casusa de lo que estaba pasando.
Draco iba a acercarse a ella, pero Pansy lo detuvo.
-No Draco- el chico le lanzó una mirada de odio -Deja que se tranquilice, son demasiadas emociones para ella- resignado acepto y se sentó de nuevo en su sitio, viendo como eran otros los que consolaban a su castaña.
Después de aquel suceso, paso una semana y días, era sábado, el sábado antes del baile, ese día, la profesora McGonagall, había autorizado a los chicos que salieran a comprar sus cosas para el baile.
Extrañamente, para los ojos de las personas que se encontraban en Hogsmeade, un grupo de nueve chicos, serpientes y leones, se divertían yendo de tienda en tienda.
Nadie jamás pensó, que después de la guerra, se formara ese grupo tan inusual de amigos, los héroes de la guerra mágica y los hijos de las peores serpientes que pudieron haber existido.
Las chicas iban emocionadas, bueno todas, excepto una castaña, la cual aun mantenía en su semblante la tristeza que la embargaba. Las chicas se probaban y probaban vestidos una y otra vez y ella solo las veía sin comentar nada.
Todos compraron lo necesario, menos ella, había decidido no ir al dichoso baile, sus ánimos y paciencia no estaban para eso, por obvias razones, a Draco eso le cayo como balde de agua fría. Pero lo acepto, no la presionaría, le daría su espacio.
Y así, con cajas y paquetes en mano, todos regresaron al castillo.
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El bendito día había llegado, al fin aquella noche seria el baile.
Las chicas corrían desaforadas de un lado a otro en las habitaciones.
Hermione por su parte, se encontraba leyendo en la sala común de su torre, haciendo algo de tiempo en lo que Ginny llegaba, ya que le había pedido que la dejara cambiarse ahí par evitar el alboroto en su torre, Draco no estaba, se había ido a la torre de Slytherin con los otros chicos, para salir de ahí con sus amigas, irían todos juntos al baile, como buenos amigos.
Estaba concentrada en su lectura, cuando escucho la puerta abrirse, pensó que era Ginny, se incorporo de del sillón donde estaba y dirigió su mirada a la entrada, extrañándose al ver a Pansy.
-Mmm, hola Pansy- saludo la chica, pero extrañamente no obtuvo respuesta -No pensé verte por aquí hoy, ¿Buscas a Draco?- le pregunto contrariada.
-No- respondió ella -A ti.
-¿Para que?
-Draco te manda esto- y la chica le tendió una caja de chocolates.
Hermione miro con desconfianza aquel obsequio, preguntándose el porque Draco no se los daría antes de irse y porque la chica actuaba de manera tan extraña. Su actitud era demasiado rígida y dudaba que después de lo vivido hasta ese día, hubiera alguna situación negativa entre su amistad.
Aun así, tomo la caja de chocolates.