¿ Eres Mi Regalo De Navidad?

2.LIRIEL

 

 Las palabras de Liriel eran un enigma, pero Elysia sintió una extraña seguridad al escucharlas. A pesar del frío del castillo, su presencia traía un calor inexplicable. Ella tomó su mano y sintió un ligero cosquilleo, una electricidad que recorrió su brazo y se asentó en su pecho, pero rápidamente soltó el contacto, bajando la mirada hacia el suelo de piedra, sus mejillas coloreadas por la vergüenza.
 —Soy, soy Elysia,— dijo en un murmullo apenas audible, su voz temblorosa traicionando su nerviosismo. —Lo…, lo…, lo siento mucho, no debería estar aquí. Pensé que... pensé que el castillo estaba abandonado.
—No hay nada que lamentar,— respondió Liriel con una voz tranquilizadora que parecía calmar las sombras mismas. —Este castillo ha estado solitario por demasiado tiempo. Tu presencia aquí es un soplo de vida en sus pasillos silenciosos.
 Aun así, Elysia no se atrevía a mirarlo a los ojos. Estaba avergonzada y aterrada al mismo tiempo por lo que había hecho. Introducirse en la vivienda de alguien sin su consentimiento.
 —De, de, debería irme,— tartamudeó, dando un paso hacia atrás. —No quise perturbar.
—Pero ya que estás aquí,— interrumpió él suavemente, —permíteme al menos ofrecerte un poco de hospitalidad. No todos los días tenemos visitas, y menos aún visitas tan encantadoras.
 Elysia sintió cómo sus palabras tejían una calidez alrededor de su corazón, pero su mente le gritaba que debía mantener las distancias. Era un completo desconocido, después de todo, y ella una intrusa en este lugar de misterios antiguos. Liriel parecía percibir su conflicto interno y dio un paso atrás, dándole espacio. 
—Si decides quedarte, estaré aquí para contarte las historias de este lugar,— dijo con una sonrisa que no alcanzó sus ojos enigmáticos. —Y si decides partir, que sea con la seguridad de que no has perturbado nada, sino todo lo contrario.
 Con esa invitación abierta y ninguna presión para aceptarla, Elysia se encontró en una encrucijada. La curiosidad le picaba el alma, pero la prudencia le pesaba en los pies. ¿Qué haría ahora?
Elysia se atrevió a levantar su mirada un breve instante, deseando grabar la imagen de aquel hombre en su memoria. Sin decir una sola palabra más, con el corazón latiendo desbocado, dio media vuelta y salió apresurada, desandando el camino pedregoso que la había llevado al castillo. Sentía la intensidad de la mirada de Liriel clavada en su espalda, como una marca invisible que no sabía si quería borrar.
 Al llegar al poblado, Elysia buscó en su mapa un lugar donde pudiera pasar la noche. Para su desconsuelo, no había nada marcado que pudiera servir como posada. Miró a su alrededor, sintiéndose perdida y abrumada por no haber planeado mejor su viaje. Jamás había viajado sola y su inexperiencia era ahora un peso adicional que tenía que cargar.
 El poblado era un conjunto de construcciones de piedra y madera, con techos de paja o tejas desgastadas por el tiempo. Las calles eran estrechas y serpenteantes, delineadas por adoquines irregulares que hablaban de siglos de pisadas. No había señales de modernidad; las farolas eran antorchas y los sonidos eran los de herraduras contra piedra, conversaciones entrecortadas y el distante balido de las ovejas.
 Con un suspiro resignado, bajó su gran mochila al suelo para dar descanso a sus hombros. Estaba considerando qué hacer cuando su atención fue capturada por el único establecimiento que mostraba signos de actividad: una rústica cervecería cuyo letrero colgante crujía con cada golpe de viento, mostrando una jarra de cerveza espumosa pintada a mano y las palabras "El Dragón Durmiente".
 Empujando la puerta pesada, Elysia entró. Dentro, la luz era tenue, filtrada a través de ventanas pequeñas y empañadas. El aire estaba impregnado del aroma a malta y humo de leña. Los parroquianos, vestidos con ropajes que parecían sacados de un tapiz medieval, voltearon a mirarla con curiosidad. 
Algunos llevaban capas gastadas, otros chalecos de cuero sobre camisas de lino. No había uniformidad en su vestimenta, pero todos compartían un aire de antigüedad que hacía a Elysia cuestionarse si había cruzado sin saberlo el umbral hacia otro tiempo.
Se acercó al mostrador, donde un hombre corpulento con una barba espesa y gris le sonrió amablemente.
—Buenas tardes, jovencita. ¿Qué puedo ofrecerte?—, preguntó con una voz que era como el crujir de madera vieja. —Elysia tragó saliva, intentando encontrar su voz.
 —Eh... ¿tienen algún lugar donde pueda... quedarme?—, tartamudeó, consciente de todas las miradas puestas en ella.
 El hombre rió con calidez y la miraba no con curiosidad, sino, como si lo hiciera todos los días, lo cual no pasó desapercibido para ella, pero su nerviosismo era mayor y lo pasó por alto. 
—Aquí no tenemos posadas — habló el tabernero con amabilidad—, pero si buscas un techo bajo el cual dormir y no te importa compartir espacio con algunos animales amistosos, puedo ofrecerte el pajar detrás de la cervecería
 Agradecida por cualquier oferta, Elysia asintió rápidamente. Al menos no iba a dormir a la intemperie, pensó y se apresuró a aceptar.
—Eso estaría... estaría muy bien. Gracias.
 Mientras el hombre le indicaba dónde estaba el pajar y le entregaba una manta áspera pero limpia para la noche, Elysia no pudo evitar sentir que sus aventuras apenas comenzaban y que el misterioso Liriel del castillo no sería la única sorpresa que este viaje le tenía reservado. Arregló su saco de viaje, se introdujo en él deseando que la noche no fuera muy fría y cerró los ojos.
 Al despertar al otro día, se sintió de pronto demasiado cómoda, acarició todavía con los ojos cerrados en donde estaba. Los abrió despacio para ver qué era eso que su manos le decía, y se sentó de un golpe para verse acostada en las más increíbles de las camas vestida de seda, en medio de una no menos impresionante habitación que supuso eran del castillo. La voz del desconocido Liriel se escuchó de pronto detrás de la puerta.
—Señorita Elysia, puede salir cuando quiera, estaré esperando para desayunar en el comedor. Dejé ropa apropiada a su lado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.