¿ Eres Mi Regalo De Navidad?

15. AGONÍA

 

 Con un gesto de su mano encallecida, Nissandra lanzó un conjuro que envolvió a Liriel en una espiral de sombras. 

—Si no puede ser mío, tampoco será tuyo, princesa de hielo—, siseó con malicia. A pesar de los esfuerzos del hada, el príncipe elfo comenzó a desvanecerse, su figura volviéndose cada vez más etérea, como si estuviera hecha de niebla y luz de luna.

Mientras las sombras consumían su forma, Liriel, con una última mirada de amor y desesperación hacia Elysia, le susurró: 

—Recuerda... 'Eres mi regalo de Navidad' —. Y con esas palabras, se desvaneció completamente, dejando un vacío helado en su lugar.

 La bruja Nissandra, con una sonrisa malévola, lanzó un hechizo para hacer que Elysia olvidara a Liriel, y con una risa chillona se deslizó de vuelta al bosque, desapareciendo entre los susurros de las ramas desnudas.  Elysia se quedó allí, en el borde del lago fracturado, su respiración formando nubes en el aire frío. Miraba a su alrededor sin recordar qué era lo que había sucedido y sintiendo que le habían arrebatado algo preciado. 

 En su mente repetía la última cosa que le había dicho Liriel. "Eres mi regalo de Navidad", se repetía a sí misma, aferrándose a esas palabras como si fueran un faro en la tormenta.  En su corazón, una chispa de comprensión comenzó a arder; las palabras eran más que una declaración de amor, eran una pista, un mapa hacia lo que debía hacer a continuación. Olvidada de todo, solo tenía esa frase en su mente: "Eres mi regalo de Navidad".

 Elysia se dio la vuelta y se encaminó hacia su hogar. Aunque le habían arrebatado los recuerdos y solo tenía esa frase en su mente: "Eres mi regalo de Navidad", sentía que debía seguir adelante. 

 Al entrar en la librería, como por arte de magia, el libro verde que tanto había buscado apareció ante ella. Era el libro que había iniciado todo, el que había desencadenado su historia con Liriel. 

 Sin recordar a Liriel en ese momento, Elysia sintió una extraña conexión con aquel libro, como si estuviera destinada a encontrarlo en ese preciso instante. Pero algo en su interior le decía que no era el momento adecuado para sumergirse en sus páginas y desvelar sus secretos y lo colocó en su lugar.

 Con paso apresurado, Elysia subió las escaleras de la librería, sintiendo la urgencia de hacer algo importante antes de que la medianoche llegara. La incertidumbre se apoderaba de ella, sin saber exactamente qué era lo que debía hacer. Guardó sus patines de hielo y, al mirarse, se percató de su deslumbrante vestido. No recordaba que fuera suyo ni cómo lo tenía. Con un gesto confundido, se despojó del vestido y volvió a vestirse con su ropa de invierno.

 Fue entonces que vio de nuevo el libro verde encima de la cama. ¿Qué hacía allí? No recordaba haberlo subido.  Una ráfaga de viento helado irrumpió por la ventana de golpe, haciendo que las páginas del libro verde se agitaran y rodaran por el aire. Con un suspiro, se detuvieron en una página en particular, mostrando la imagen del príncipe elfo Liriel. Sus ojos verdes y tristes parecían mirar directamente a Elysia, como si le susurraran algo que ella no podía recordar. 

"Recuerda", parecían decirle, "Eres mi regalo de Navidad". El libro se cerró de golpe, como si tuviera vida propia, y en su tapa dura y verde resplandecía el título grabado en dorado con destellos de fuego: "Leyendas del Castillo Morgenstern".

 Sin saber cómo ni por qué, al lado del libro apareció la bolsa de terciopelo que había encontrado en el bosque helado, con el artefacto que, al ella sacarlo de la bolsa, emanó un destello, como un hilo de luz que parecía indicarle un camino. La mente perturbada y confundida de Elysia le susurraba con urgencia que debía partir, dirigirse hacia algún lugar para hacer algo importante. Pero, ¿qué era exactamente?

 Miró cómo las letras del título grabadas en el libro resplandecían, como si le estuvieran indicando que ese era el lugar al que debía ir. De repente, el libro "Leyendas del príncipe Elfo" también apareció misteriosamente en su cama, al lado del libro verde. ¿Qué significaba todo eso? ¿Qué mensaje le estaban transmitiendo?

 Decidida, Elysia tomó ambos libros y los apretó contra su pecho. Se abrigó cuidadosamente y se dijo a sí misma que debía dirigirse hacia ese pequeño pueblo donde se encontraba el misterioso castillo. 

 Aunque no recordaba por qué era tan importante, sentía en lo más profundo de su ser que su destino la esperaba allí. Con una mezcla de incertidumbre y determinación, se dispuso a emprender ese viaje hacia lo desconocido, confiando en que encontraría respuestas en el camino.

  Mientras Elysia avanzaba hacia la estación donde el tren daba sus últimos avisos, cada paso que la acercaba se sentía como una elección correcta. Sin embargo, desconocía que su viaje no sería fácil ni seguro; la malvada bruja Nissandra había dejado trampas y pruebas en su camino para impedirle llegar a su amado.

  Elysia corrió con la urgencia de quien sabe que cada segundo cuenta, sus botas dejando huellas efímeras en la nieve fresca. La estación, con su reloj victoriano y sus bancas de madera, parecía un vestigio de otro tiempo, pero en ese momento era el portal hacia su destino. El tren, con su vapor serpenteante y su silbato melancólico, estaba listo para partir.

 El último aviso de salida resonó, un eco que parecía marcar el ritmo de su corazón acelerado. Subió a bordo justo cuando el tren comenzó a moverse, el paisaje invernal pasando rápidamente por la ventana como un caleidoscopio de memorias y esperanzas.




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