Eres mi salvación.

Capitulo II: Sentimientos por el lobo.

Sus ojos siguen mirándome con suplica. Estamos muy cerca. Puedo sentir su respiración sobre mí. Observo su boca, que esta entreabierta. Voy subiendo la mirada, hasta encontrarme con esos ojos verdosos, con tintes celestes. Me relamo los labios para poder encontrar las palabras, pero escucho que la puerta se abre muy fuertemente.

- ¡Aléjate de ella y ponte contra la pared! – grita el señor que estaba en la puerta de entrada. Él chico que estaba encerrado, aprieta más su agarre y hago una mueca de dolor. – No voy a repetirlo. Suéltala y ponte contra la pared. – dice en forma más calmada.

Llevo mi mano al agarre del chico en mí brazo. Me esta lastimando. Cuando toco su piel. Se sobresalta y lleva sus ojos hacia ahí. Tiene los ojos en tono rojos. Me asusta como me ve. Después de unos segundos, afloja el agarre, y me termina soltando. El de seguridad se abalanza sobre él. Y lo electrocuta hasta que termina en el suelo. Sus ojos no se separan de mí. Mis lágrimas salen sin que las pueda controlar.

Escucho como gruñe. Y empuja con fuerza al de seguridad con un fuerte manotazo. Cae y se golpea fuertemente la cabeza contra la pared de la habitación. No despego mis ojos de él en ningún momento. Veo como su piel se va desgarrando y rápidamente se convierte en un lobo gigante color negro y ojos grises. Se va acercando a mí con pasos lentos. Dejo de respirar.

-No te acerques más. – digo en un murmuro inaudible. Pero no me hace caso sigue caminando. Me estremezco. Es muy grande, me llega hasta la mitad del pecho. – ¡Ya basta! - grito un poco desesperada. El lobo se detiene a unos cuantos centímetros. Lo miro a los ojos y veo mi reflejo en ellos. Doy unos pasos atrás y me tropiezo con mis propios pies. Caigo de culo en el piso duro y frio. – Oww. – digo sobándome la parte afectada. Cerrando los ojos, por unos segundos. Devuelvo la mirada al lobo, está mucho más cerca. Siento su respiración, que choca contra mi cara. – Tranquilo lobito, tranquilo. – digo más para mí que para él. Levanto la mano y él posa su cabeza en la palma. Me relajo, y largo un suspiro entre cortado.

Más hombres entran en la habitación. Todos llevan armas y apuntan al lobo que tengo enfrente. Él se tensa y empieza a gruñir, mientras se coloca enfrente de mí. Como si quisiera protegerme. Los hombres disparan sus armas. Dardos en color plata se incrustan en el pelaje del lobo. Escucho un lamento proveniente de él, mientras se recuesta a unos centímetros de mí.

-No... No lo lastimen. – digo con dificultad. Mientras un hombre me toma del brazo y me levanta.

-Tranquila señorita el animal no va a lastimarla. Esta sedado. – dice el hombre que me tiene del brazo y me guía a la puerta. Otros hombres lo levantan al lobo y lo ponen en una camilla muy grande. – Llévenlo al laboratorio.

Cuando salgo por la puerta de la habitación, suelto todo el aire que estaba conteniendo. Mi cuerpo se relaja notablente. Él hombre suelta mi brazo y me indica que me suba al ascensor. Toco el botón para llamarlo. Me quedo ahí esperándolo. Escucho como sacan la camilla de la habitación. Me sorprendo cuando el lobo, ya no es más lobo si no, tiene forma humana. El ascensor llega y me subo. Apretó el número 8 que es la otra habitación que debo limpiar. Y se cierran las puertas. Bajo de ascensor. Y me dirijo al de seguridad. Cuando me mira me sonríe, le devuelvo la sonrisa sin ánimos.

-Hola, ¿sabes que paso arriba? – dice mientras se acerca a mí. – ¿Te encuentras bien? – pregunta con preocupación. – Te vez un poco pálida.

Lo miro y no logro procesar lo que me dijo. Sus manos me sostienen cuando pierdo el equilibrio. Y veo todo blanco. Después de unos segundos me siento mejor y lo alejo lentamente. Sus ojos no dejan de mirarme con preocupación y desconcierto.

-Gracias. – digo después de unos segundos. – Es todo muy extraño aquí, me acabo de encontrar con un lobo que es un hombre. – suelto una risita. Miro al chico y me está mirando de forma extraña. Como si estuviera loca. – Lo siento, es solo que…- él chico me corta las palabras, levantando una mano.

-No es problema, la primera vez que lo vi no pude dormir en semanas. – dice a modo de consuelo. – Solo es cuestión de acostumbrarse. - Lo miro y le sonrió. Voy hasta el lugar donde están los utensilios de limpieza y me dirijo a las habitaciones para limpiarlas.

Al fin termine todo. Tengo solo dos pisos que limpiar. El anterior no lo termine ya que tuvieron que llevarse al experimento. Miro el reloj en mi muñeca. Son las 21 horas. Termino mi hora laboral. Dejo todo en su lugar. Saludo el chico morocho con risos, de baja estatura y ojos saltones, color miel.

Subo al ascensor y paro en el piso 8. El de seguridad no está. Me acerco a la habitación del lobo. Pero su puerta está abierta. Cuando me paro en el umbral, antes de entrar, algo llama mi atención. Es una placa que está en el costado de la habitación. H. A. 1. ¿Qué significaran estas silabas? Esta solo, no hay otro como él. Las habitaciones que siguen están todas vacías. En el piso 8 hay tres personas. No sé si son lo mismo que él. En mi mente lo único que veo son sus ojos. Y una pregunta: ¿Por qué me protegió?




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