Eres mi salvación.

Capitulo IV: Regreso a casa.

Experimento H.A.1.

Corro por el bosque en forma de lobo. Es de color negro y tiene una marca especial de familia. Mi pata delantera derecha es de color blanca. Mi mamá me dijo que soy uno de los alfas y no debo estar solo. Pero es más divertido. Mi transformación total de lobo ocurrió hace unos días. La más temprana de la manada, solo tengo 9 años. Todos se sorprendieron de que cambiara. Mi padre es el alfa de la manada Luna Roja, y yo soy el futuro alfa.

Cuando llego a la entrada de la propiedad de mi familia, percibo un olor diferente. Alguien esta con la manada. Agudizo mis sentidos, huelo sangre, y escucho gritos. Corro lo más rápido que puedo. Cuando llego mi manada esta tendida en el suelo. Sus cuerpos desmembrados. No encuentro a mí familia. Me quedo viendo la terrible escena delante de mí. Un hombre de unos 30 años se acerca despacio. Está vestido con un traje negro. El chaleco antibalas resalta por sobre su camisa. Lleva una pistola para dardos en su mano. Yo esquivo los primeros tres disparos, uno me da en la pierna y suelto un aullido de dolor. Vuelvo a mi forma humana y me saco el dardo.

-Es solo un niño, y ya puede convertirse. Lo quiero en la investigación. Ba a ser muy útil. – termina el hombre sonriendo. Más hombres aparecen intento pelear, pero estoy muy cansado. Mis parpados pesan y termino en un sueño.

Abro los ojos con dificultad, me pesa el cuerpo. Estoy sobre una camilla y muchos hombres están a mí alrededor. Me conectan cables, y monitorean mis ritmos cardiacos. Intento moverme, pero me tienen apresado en mis manos y pies. En mi abdomen siento un cinturón muy ajustado.

-Estamos listos para la inyección, cuando usted ordene. – dice una enfermera. Lleva puesto un gorro azul y un barbijo del mismo color. Coloca unos tubos en mis brazos.

-Todos salgan de la habitación. Tu quédate. – dice el hombre de unos 30 años que me disparo la primera vez. La enfermera asiente con la cabeza y se posiciona al lado mío. – Prepárense todos. Cuanta hasta 10 e inyéctalo. – ordena a la enfermera yo empiezo a removerme no quiero que ellos me hagan nada.

-10. – pronuncia la enfermera, pone el tubo de metal más cerca de mí. – 9, 8, 7, 6, 5. – siento como agujas son incrustada en mi brazo derecho. Grito de dolor, pero la enfermera no se detiene. – 4, 3, 2, 1. – siento como un líquido color violeta es suministrado en mí. Arde. Arde mucho. El líquido recorre mi cuerpo. Me siento más fuerte, mis músculos crecen y me duele la parte de arriba de mi dentadura.

La enfermera se aleja asustada. No controlo lo que estoy haciendo. Un instinto asesino se apodera de mi cuerpo. Ella golpea la puerta, pero nadie abre. Pide ayuda, suplica que abran la puerta. Pero no se abre. Empiezo a romper los grilletes que me tenían sujeto a la camilla. Caigo al suelo. Puedo sentir la sangre recorrer todo su cuerpo. Los latidos de su corazón están descontrolados. Quisiera probar de su sangre. Me transformo en lobo. Parezco un lobo adulto por el grandor de mi cuerpo. Acecho a mi presa. Sigue llorando frente a la puerta, espera para que la habrán. Grabe error. La enfermera me observa, y yo me abalanzo contra ella. Muerdo su cuello, y su sangre baña tomo mi hocico y pelaje. Cuando mis sentidos vuelven puedo ver lo que hice. Yo no quería asesinarla.

Su mirada quedo fija en mí. Sus ojos no se mueven y ya no respira. Corro la mirada, y vuelvo a mi forma humana. Cuando levanto la mirada, es Génova, la enfermera cambia su cara por la de mi mate. Génova.

Me despierto asustado, mi respiración es agitada y por más que intento no puedo controlarla. Busco a mi mate, la cual me ayudo a salir de ese infierno donde estuve encerrado por 80 años. La encuentro. Está en una especie de café, comprando. La miro a través del cristal de la cafetería. Su cabello lo lleva en una coleta alta. Se ve muy cansada. Seguro manejo todo el día. Mi cuerpo se relaja en gran medida cuando la veo acercarse al auto. No separo mi vista de la suya.

-Hola. – dice una vez entra al auto. – ¿Estas bien? Te vez un poco pálido. – pregunta con un poco de preocupación. Yo asiento con la cabeza. – Bien. Te traje café, con esto. – Me muestra un menú de la cafetería. Lo tomo y sonríe. Tiene una maravillosa sonrisa. – No es lo que te daban en el laboratorio, pero tiene buen sabor. – termina dando un mordisco a su hamburguesa. – Estabas durmiendo y no quise levantarte. Así que compre para llevar.

Yo miro la bolsa que me dio y la desenvuelvo. Saco una hamburguesa y unas papas. Como una papa y cierro los ojos disfrutando el sabor. Extrañaba mucho esta clase de comida. Génova tiene la mirada en mí. Sus ojos están dilatados y su sonrisa se ensancha mostrándome sus dientes. Me fascina. Me gustaría marcarla. Saco ese pensamiento de mi cabeza. Termino de comer toda la comida. Ordena el desastre de papeles que dejamos, metiendo todo en una bolsa más grande. Ella enciende el auto y seguimos el viaje. A donde nos dirigimos, no lo sé, espero que sea lo bastante lejos del laboratorio y que nunca nos puedan encontrar.

Llevamos horas viajando, no dejo de pensar en la pesadilla que tuve. Más bien creo que fue un recuerdo. Yo jamás lastimaría a mi mate. Ella es toda la familia que tengo. No dejare que le hagan daño. Reconozco el sendero que hay a mi derecha. Estamos cerca de mi antigua manada.




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