Eres mi salvación

8. Acepto

A la mañana siguiente, me deleité por la deliciosa superficie en la que yacía, y cuando abrí los ojos, descubrí que no me encontraba en el sitio donde me quedé dormida. Ese lugar no era la sala, sino más bien una habitación. Y después de mirar los cuadros con recortes de partidos de béisbol y ver aquellas decoraciones tan de adolescente, supe que estaba en el antiguo dormitorio de Owen. Sonreí por lo juvenil y pintoresco que todo se veía, denotando la bonita adolescencia que debió tener y de cierta manera, me daba algo de envidia, pues jamás tuve ese tipo de experiencias. No lo decía a menudo, pero siempre me pesaba el hecho de que no pude vivir como otra chica más y me deprimía aún más el saber que terminé casada en un matrimonio tan extraño y sin amor. La melancolía siguió en mí durante un rato, hasta que alguien toca a la puerta, volteo en esa dirección y notó a la abuela de Owen, mirándome desde la entrada.

—Buenos días, quería confirmar si ya habías despertado—su tono dulce me indicó que debía ser una persona muy agradable.

—Sí, buenos días.

—Entonces sígueme y ven a desayunar.

Sin tomarme más tiempo, me puse de pie y nos dirigimos a la pequeña barra de la cocina. La señora pronto me tendió un plato humeante de huevos revueltos y pan tostado y realmente escuché como mi estómago rugía ante el delicioso olor. Los eventos del día anterior habían resultado tan agotantes que no probé bocado, así que ahora sufría las consecuencias y me encontraba hambrienta.

—Me llamo Priscila, pero puedes llamarme Pris, ¿cómo te llamas tú linda?

Esperé a terminar de digerir el enorme bocado que di y contesté:

—Amelia, soy Amelia.

—Es un gusto conocerte —dijo sonriendo—. Hace años que Owen no trae una chica a la casa, pensé que seguía con esa conducta incorregible, pero me hace feliz ver que ha cambiado.

Casi me ahogué con su comentario, pero viendo la felicidad que le causaba pensar que su nieto por fin sentó cabeza, preferí no desmentirla. Además, si todo iba como planeé, pronto estaríamos casados así que en teoría si estábamos en una relación. Fue en ese momento, que volteé a ver mi ropa y recordé que seguía vestida de mucama. De pronto sentí el rostro caliente y quise esconderme debajo de la mesa, estaba dando la peor impresión posible. Creerían que teníamos algún tipo de fetiche extraño.

—Hablando de él, ¿dónde está? —comenté para desviar la atención.

—Ha salido desde temprano a ayudar a su abuelo con la cosecha. A ese chico le encanta el campo casi tanto como a Fred, lástima que su trabajo hace que pase mucho tiempo lejos y descuide esto.

Me percaté de la añoranza en su voz y supe que ellos debían sentirse bastante solos sin Owen cerca, y otra vez lo recordé en mi otra vida, devastado y hundido en las drogas. Pronto un extraño sentimiento me embargó y aquel apetito voraz desapareció.

 —Realmente me alegro de que vinieran pero… hubiera deseado que no tuvieran que presenciar este tipo de escena.

Sabía todo el contexto y que ella realmente no estaba enterada de lo que su esposo pretendía hacer. Ella entendía que simplemente estaba pensando en que no quería que sufriera y simplemente se quedara con los buenos recuerdos de la vida, por lo que no parecía enojada sino más bien triste porque Owen tuvo que enterarse de su enfermedad de una manera terrible.

—No se preocupe, jamás me atrevería a decir algo al respecto.

Me abstuve de parecer triste o consolarla, pues eso no era algo que me correspondía y menos cuando apenas nos conocíamos. Respetaría sus decisiones y simplemente mostraría que no hay nada porque avergonzarse. La señora sonrió aún más y sus facciones me recordaron un poco a Owen, realmente había sacado sus genes. Me pregunté si su madre sería igual de hermosa y la duda me hizo tener aquella incógnita grabada en mi mente durante un buen rato. Una hora después de mi plática con Pris, decidí que era momento de estirarme y pasear un rato por los alrededores. Tenía que aprovechar toda esa luz solar y aire fresco que había afuera, pues en cuanto me encontrara con mi padre, me mantendría encerrada hasta el fin de los tiempos. Mantuve mi celular apagado en todo momento, pues no deseaba que alguien llegara a rastrearme, por lo que no sabía nada de lo que estaba pasando en el mundo exterior o si algún chisme sobre lo de Owen y su familia se esparció.

—¿Disfrutando la vista? —Amelia salió de su ensoñación y miró al hombre que se dirigía a ella y se le cortó el aliento.

Owen vestía una camisa blanca sin mangas ni cuello, que denotaban sus brazos musculosos y aquellos vaqueros desgastados que se pegaban a sus piernas parecían invitar a cualquiera a acercarse a él y probar suerte. Ella siguió mirándolo durante unos segundos más sin disimular y él comenzó a reírse.

—Si quieres te doy una vuelta para que veas mejor.

—Eso no estaría nada mal —le coqueteé.

No es que estuviera flechada por Owen, pero era una persona que sabía reconocer cuando un hombre era atractivo, y ese chico sí que lo era.

—Me gustaría poder profundizar más esta conversación y ver a que nos lleva, pero creo que primero deberíamos discutir otras cosas.

Lo miré con decepción y esbocé una mueca.

—Aguafiestas —comencé a caminar cuando noté que Owen me seguía y continúe observando todo.




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