Eres mi salvación

14. Un paso más cerca de la caída

Llegué a mi casa con éxito después de aquella improvisada cita con Owen. Realmente me había ayudado muchísimo a relajarme, y seguía pensando en lo  maravilloso que ese hombre era. Me sentí bastante desanimada cuando pensé en lo que lo estaba metiendo por culpa de mi egoísmo, pero no sería para siempre. Me aseguraría de afianzar mi posición como heredera legítima, tomaría todo lo que me corresponde y le daría su parte a Owen después del divorcio. Pensé de nuevo en la manera en que nos mirábamos y sacudí la cabeza. La verdad era que entre nosotros existía una enorme tensión, pero que mis miedos del pasado no me dejarían cruzar nunca. Deseaba mantener nuestra relación lo menos complicada posible, y además, no quería que la especie de amistad que estábamos desarrollando se terminara simplemente luego de quemar una tonta ansia sexual. Suspiré y me recosté por un momento. Había demasiadas cosas que hacer y poner en orden antes de sentarme a organizar mis ideas con respecto a ese hombre tan enigmático.

—Hola señorita —saludó educadamente Dorothea—. ¿Me ha llamado?

Compuse la sonrisa más cordial que pude y asentí.

—Así es, tengo una tarea muy especial para ti.

Dije mientras tendía sobre la cama un hermoso reloj de bolsillo bañado en oro y decorado con gemas preciosas. Dorothea abrió mucho los ojos y lo cogió.

—¿Este es…? —preguntó asombrada.

—Sí, como te puedes dar cuenta es el preciado recuerdo de mi difunta abuela materna. Ha pasado de generación en generación en la familia de mi madre y he pensado en hacerle unos ligeros retoques para usarlo como accesorio el día de mi compromiso.

—¿Quiere que lo lleve con su joyero personal?

La miré con fingida inocencia y negué.

—Realmente me gustaría probar con alguien más. Me han comentado por ahí, que el hermano de una de las sirvientas de la mansión se dedica a esto y me gustaría apoyarle un poco con su carrera.

Noté la expresión contrariada que la sirvienta me daba, y casi sentí ternura por ella.

—Pero señorita, sé que no tengo el derecho de intervenir, sin embargo, no creo que sea totalmente confiable encargarle eso a alguien que no conoce bien.

Fingí estar sorprendida por sus palabras y esbocé una expresión dolida.

—¿Realmente crees que ellos serían capaces de eso? seguramente se encargará de ello con todo su corazón. Sabrá que si lo hace de maravilla, podrá ganar mucho más dinero del que imagina.

Pero aunque decía todo eso con una extrema confianza, estaba completamente segura de que intentarían robar el original y falsificar el mío. ¿Por qué lo harían? Debido a que esa mujer me odiaba lo suficiente como para traicionar a mi familia y vendernos por unos cuántos miles de dólares. Seguramente no serían capaces de resistirse a la tentación de vender aquel tesoro y es ahí cuando acabaría con ella de manera ejemplar, donde eso serviría a los demás sirvientes como lección para que no se metieran conmigo en el futuro.

—Está bien señorita, como desee.

Ella salió sin añadir nada más y llamé a la organizadora de la boda. Tendría que mover la fecha de la fiesta de compromiso para que se realizara en menos de un mes. Sabía que todos pegarían el grito en el cielo cuando se enteraran, pero necesitaba lidiar con todos los problemas que Damián me estaba ocasionando de manera eficaz y antes de que hiciera algo peor que en verdad pudiera perjudicarme. Celebraríamos nuestro compromiso y unos días después, nos casaríamos en privado por el civil, para solo anunciar la invitación de la fiesta dentro de seis meses aproximadamente. Pero para lograr el apoyo de la prensa y la caída del honor de la familia de Damián, utilizaría a aquel periodista bastardo que en el pasado hizo trizas a los Noix con todos sus escándalos publicados referentes a mi ex esposo y su amante.

Dos días después, estaba en la sala de té acompañada de Timothy Green, la persona que en esta vida me ayudaría a acabar con uno de mis peores enemigos.

—Buenos días, señorita Noix —saludó nervioso.

Este Timothy lucía muchísimo más joven y noble de lo que recordaba. Sus ojos verdes, como su apellido, brillaban aun con la inocencia y hambre que todo profesionista en sus primeros años tenía. Conocía bastante su historia y como había terminado convirtiéndose en aquel hombre venenoso y sediento de poder que no dudó en destruirme a mí y a mi hijo en miles de ocasiones en sus reportajes. Realmente aquellos recuerdos me evitaban compadecerle aunque tampoco podía odiarle completamente, pues sabía que se convirtió en otro de los perros falderos de mi archienemiga debido a la deuda que esta saldó por él en esta época. Y como ahora era yo quien tenía la ventaja sobre ella, aprovecharía todo ese conocimiento y pondría a toda la gente que estuvo de su lado de mi parte.

—Buenos días, toma asiento.

El chico asintió, sin saber la manera correcta de actuar y se desplomó en la silla. Se puso recto de manera inmediata y colocó sus manos en sus piernas.

—Seré directa contigo porque no me gustaría hacerte perder demasiado tiempo —comencé a decir, mientras intentaba actuar como una persona repleta de pesar—. Últimamente me he visto envuelta en muchos tipos de escándalos, de los cuales no fui consciente hasta que salió a la luz. Así que ahora estoy intentando aclarar la verdad de lo que sucedió y me gustaría revelar esa exclusiva con alguien que yo crea confiable.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.