Después de que Pris cerrará sus ojos, nadie sabía de qué manera proseguir. Nos encontrábamos estáticos en la habitación, sintiendo el aire demasiado pesado, tanto que sentía que me cortaba la respiración, y no me daba permiso ni siquiera de pronunciar palabra.
Fred continuaba arrodillado junto a la que fue su compañera de vida, sostenía su mano con sumo afecto, algo que me partía el corazón a la mitad. El tiempo siguió pasando mientras nosotros nos negábamos a dar un paso fuera, hasta que él levantó la vista luego de parecer una estatua y nos pidió de manera amable que le dejáramos un momento a solas con Priscila.
—¿Seguro que estarás bien? —preguntó Owen no muy convencido de hacer caso a su petición.
Fred asintió y bufó.
—Creo que ya estoy bastante mayor para que un niño como tú me esté cuestionando. Prometo que solo será un rato.
Tomé el brazo de Owen, para que le dejara despedirse a solas y lo encaminé hasta la habitación que compartíamos, para sentarnos en la cama. Se encontraba más serio de lo usual, con los ojos perdidos en la nada, pero seguramente su mente estaba ocupada en los recuerdos que compartió con la que fue como su madre.
—Cuanto lo lamento —sentencié mientras apoyaba mi mentón en su hombro.
Acaricié su espalda con sumo cuidado, buscando brindarle un poco de apoyo, sabiendo mejor que nadie lo que significaba perder a un ser querido. Él apretó mi mano sin añadir nada y nos quedamos así, sumidos en el dolor.
—Mientras tú me consuelas, yo quiero darte las gracias —sentenció.
—¿Por qué me agradecerías? —cuestioné confundida.
—Debido a que fue por ti que pude darle un final apropiado a Pris. No terminaron muertos ella y Fred hace meses de aquella horrible manera, y por eso fui capaz de disfrutarla hasta el día de hoy, donde me transmitió exactamente lo que deseaba.
Engullí con fuerza luego de su declaración y experimenté un terrible malestar en la boca del estómago.
—No puedes sentirte agradecido conmigo por eso. Sabes que desde el principio te ayudé porque tenía un plan en mente, Owen. No fue porque sea altruista o de buen corazón, lo utilicé para conseguir lo que quería.
El remordimiento llenaba mi voz y mi corazón por completo. Estaba tan avergonzada de mi misma por ser esa clase de persona, pero no era tan hipócrita como para fingir que salvar la vida de sus abuelos fue un acto de buena voluntad, cuando sabía mejor que nadie por qué motivos le avisé de lo que sucedería. Cuando creí que Owen me daría la razón y se apartaría, me jaló a sus brazos mientras me sentaba en su regazo. Intenté retirarme en cuanto lo hizo, pero su agarre no me lo permitió.
—No digas eso, Amelia. Nunca olvidaré el hecho de que fue por ti que mi abuela se fue al cielo sin arrepentimientos. Eso nadie jamás podrá cambiarlo, y sea por el motivo que sea, tú fuiste quien logró eso.
Nos miramos durante un rato, y la terrible tristeza que lo embargaba me hacía vulnerable. Ya no me imaginaba capaz de continuar con mi muralla levantada para impedir que Owen se acercara a mí, había llegado a conocerle tanto, que ya no me sentía con las fuerzas para simplemente hacerle a un lado. Era un ser humano tan leal y amoroso, que me desquiciaba. Luego de mi terrible experiencia al lado del único hombre que fue parte de mi vida, no creía que algún día podría dejar a un hombre acercárseme. Me resultaba tan horrible el solo pensar como también ese chico podría manipularme o usarme para su propio beneficio, que consideraba más pertinente simplemente quedarme sola, pero Owen Hudson parecía venir justo a romper todo lo que había hecho para cumplir mi meta de no enamorarme.
—Esto es peligroso —declaré—. Tanto para ti como para mí.
—¿Qué cosa?
—El que nos acerquemos demasiado, Owen. Todos los que me rodean terminan perjudicados, o muertos.
Recordar a mi pequeño nuevamente me dejó al borde del llanto. Owen me atrajo nuevamente hacia él y me acunó como si fuera una pequeña que no entiende nada del mundo.
—Eso no fue tu culpa, si no de aquel loco bastardo. Tu hiciste todo lo que pudiste para darle una vida diferente, buscaste la manera de salir de esa vida abusiva que llevaste antes y nunca pensaste en deshacerte de él, aun cuando eso te hubiera ahorrado tantos problemas. Tu siempre amaste a ese niño, Amelia y creo que él no podría jamás odiarte donde sea que esté por lo mismo. De seguro estará orgulloso de la madre tan valiente y amorosa que tuvo.
Me aferré a su camisa como si fuera lo único que tuviera y comencé a temblar. Y aunque sus palabras eran tan bellas y deseaba creérmelas, mi forma de pensar en mi misma no podía cambiar tan fácilmente.
—Desearía ver las cosas como tú, desearía por un día ser alguien diferente. Ya no Amelia.
Mi confesión me dejó exhausta, pues eso era algo que tenía atorado en la garganta desde hacía tanto.
—Pues yo considero que siendo Amelia Noix estás bien. No hay absolutamente nada malo en ti.
Experimentar esa clase de apoyo emocional era demasiado para una persona necesitada de afecto como yo. Owen era esa clase de luz pura a la que me sentía alérgica, pero que al mismo tiempo me atraía y no podía dejar ir. Su forma de tratarme me dejaba en blanco la mayoría del tiempo, pues no estaba acostumbrada a alguien tan sincero a mí alrededor. Pero descubrí que no me disgustaba. Descubrí que tener a ese hombre cerca no era tan malo como me imaginé y sonreí levemente. Me escabullí lentamente por su cuello hasta llegar a su boca y le besé con ternura, buscando transmitirle mi manera de sentirme respecto a él de alguna manera. Owen me respondió al instante, y nos quedamos así durante un rato, dándonos afecto y consuelo entre melancólicos y tiernos besos.
***
Después del emotivo velorio de Priscila Hudson la dinámica cambió en la granja, pronto el abuelo de Owen comenzó a descuidar el jardín y él y yo pasamos más tiempo cuidado de la granja. Le hacíamos compañía todo el tiempo que podíamos y lo acompañábamos a pescar, asegurándonos de que continuara haciendo buenos recuerdos, pero ambos éramos conscientes de su situación y lo rápido que su salud se estaba deteriorando. La muerte de su esposa había sido demasiado para que él lo soportara y eso no estaba comiendo por dentro.