Eres mi salvación

27. Heredero

Pronto los miembros más importantes de la familia comenzaron a entrar y miré fijamente hacia la entrada, pues deseaba que todos notaran mi presencia en cuanto ponían un pie en la sala. Estábamos reunidos en una de las habitaciones más elegantes y costosas de toda la mansión principal, normalmente no se organizaba ningún tipo de junta insignificante en ella, porque se tenía preparada solamente para los casos más importantes que involucraran a los Noix y el tema de quien sería el heredero principal parecía concernirle a todos. Si bien la familia poseía bastantes ramas secundarias, en las cuales esas personas tenían roles importantes como gerentes o jefes en las sucursales, quien los dirigía y era la cara principal, era mi padre, y antes de éste, mi abuelo. En sus años de juventud, el tema de quien heredaría su puesto fue también algo muy controversial y también más difícil, puesto que él tenía más de un hermano con el cual competir, sin embargo, luego de todos los engaños, peleas e intrigas, fue él quien ganó y demostrando porque estaba por encima de ellos, decidió no tomar represalias y les consiguió buenos puestos como inversionistas para que no tuvieran que vivir con rencores. Después de que el tiempo transcurrió y pensamos que aquellas asperezas estaban limadas, salieron a declarar que necesitaban de urgencia decidir quién sería el nuevo jefe de los Noix después de que yo era mentalmente ineficiente de hacerme cargo del puesto, algo que estaba dispuesta a desmentir en ese momento.

—Oh querida, es bueno verte de regreso —espetó mi tía Patricia, esposa del hermano mayor de mi padre.

Su larga cabellera canosa, estaba recogida en un moño recubierto de laca para el cabello, sin dejar ni una sola hebra de pelo fuera de su sitio. Patricia era una mujer con clase y de alta alcurnia, desde su niñez fue designada como la pareja ideal de mi tío y nunca fueron contra los deseos de su familia. No era especialmente guapa y su cara comenzaba a arrugarse en las áreas donde solía sonreír, pero sin duda alguna su aura repleta de confianza la hacía una persona muy complicada de ignorar.

—Muchísimas gracias tía, me alegra bastante a mí también que se vean tan preocupados por mi situación.

Si ella entendió el sarcasmo en mis palabras lo disimuló a la perfección, justo como esperaba. Austin Noix, el único que aún conservaba el derecho a la sucesión después de mí, era su hijo menor. Todos mis demás primos hermanos, quienes eran algunos bastante más grandes que yo, ya estaban casados y posicionados en otras familias menos influyentes pero respetadas, así que no estaban contemplados en la nueva pelea por la herencia.

—Espero que no quede ningún rencor entre nosotros después de que todo se arregle.

Me ofuscaba lo segura que parecía de que Austin sería la nueva cabeza de la familia, pero siendo una persona que ya había vivido más de cuarenta años, jamás algo como eso sería capaz de derrumbarme.

—Por supuesto, debemos siempre pensar que la sangre es primero. De eso no tienen por qué preocuparse —sonreí con jovialidad, intentando lucir lo más posible como la chica joven y dulce que aparentaba mi cuerpo.

No tenía ni la menor duda de que Patricia y mi tío Estian creían que podrían arrebatarme lo que me pertenecía solo porque no era un hombre, pero a la vez, me convenía muchísimo más que me miraran desde el principio como una presa fácil ya que así no se esperarían el golpe que pronto les caería.

—Muy bien, entonces tomaré asiento. Ya hablaremos después.

Patricia se retiró con elegancia al otro lado de la larga y redonda mesa y continúe saludando a los familiares que pasaban a mi lado. No podía decir que todos ellos eran malvados y calculadores, sin dudar había unos cuantos que verdaderamente no estaban interesados en manipularlos y mucho menos querían tomar un bando que los dejara en una posición comprometedora, ya que dependiendo quien ganara entre Austin y yo, sería que tan bien o mal les iría a ellos en el futuro económicamente.

—Creo que ya estamos todos, podemos empezar de una vez por todas.

Estian Noix se puso de pie con elegancia, mientras Austin descansaba detrás de este y se paró justo en medio, luciendo sereno.

—Les doy la bienvenida a todos ustedes, creo que hablo por mí y mi familia cuando digo que nada nos hace más felices que vernos reunidos luego de tanto tiempo.

La manera en que se expresaba, como si siempre hubiera sido el dueño me ocasionó unas terribles ganas de vomitar.

—Sé que lo que estamos a punto de discutir no es un tema demasiado agradable para nadie, me temo que yo tampoco quisiera que tuviéramos que llegar a esto, pero creo que es necesario que hagamos algo antes de que todo se salga de control.

—¿Y qué se supone que sería eso? —cuestionó mi tío Conrad, el segundo hermano de mi padre.

Estian se llevó una mano al pecho, como si hablar de eso le doliera en el alma y luego suspiró, haciendo la escena todavía más dramática.

—Quiero decir, después de que nuestra Amelia se casó con ese hombre de tan pocos escrúpulos, tuvo un amorío con otro chico y luego perdió a su hijo, creo que no es la más adecuada para ser la cabeza de la familia.

Los presentes contuvieron el aire y algunos cuantos dejaron salir grititos de asombro. Nadie podía creer las palabras que utilizó para describirme.

—¡Como te atreves a hablar así de mi hija!

Observé como mi padre se ponía rojo de la ira y supe que todo acabaría mal cuando él interviniera. Estuve a punto de moverme hasta a él y tranquilizarlo, cuando noté como mi madre le acariciaba el hombro con discreción y le susurraba algo al oído.

—Mi intención nunca ha sido ofenderla —alzó las manos, como si estuviera en medio de un atraco policial diciendo que es inocente—. Amelia sabe lo mucho que la quiero, pero no puedo dejar que ese cariño que le tengo me ciegue sobre lo que está pasando.




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