El rostro de Owen se distorsionó después de que le diera mi respuesta. Sentía el corazón a punto de salirse de mi cuerpo y mis piernas comenzaron a temblar sin control.
La verdad lo que más deseaba en el mundo era quedarme con él y no tener que pensar en nuestro matrimonio como parte de un contrato. Quería abrazarle y besarle, decirle todas las cosas que sentía y pedirle que empezáramos de nuevo, pero después de enterarme que antes de conocerme estaba interesado en una mujer en particular, me hizo recordar que lo nuestro solamente se logró debido a que lo obligué, y no porque realmente quería estar conmigo.
No soportaba la idea de pensar que Owen estaba a mi lado por el contrato, eso dañaba demasiado mi orgullo, y era lo único que me quedaba.
—¿Qué demonios estás diciendo?
—Lo que oíste. No necesito seguir siendo la causante de tus desgracias, nunca quise separarte de esa chica, ni quitarte tu felicidad, y tampoco planeo continuar haciéndolo.
Observé como sus manos pronto se convertían en un par de puños y la manera en que tensaba todo su cuerpo. Era demasiado distinta a la reacción que esperé de su parte, por lo que no pude evitar fruncir el ceño. Sentí el viento batir en mi rostro, mientras el olor a tabaco inundaba mis fosas nasales y pensé en darle otra calada. Levanté el cigarro para hacerlo, pero Owen me detuvo en medio de mi plan y me lo arrebató. Lo tiró al suelo y un segundo después, lo pisó.
—¿Qué te pasa? —espeté, mientras fruncía el ceño.
—Esto es malo para tu salud.
—Da igual.
—Pues a mí no si me importa.
—Mejor deberías preocuparte por esa chica y dejarme en paz.
—¿Entonces todo esto si es por ella? —Miré como se frotaba la frente y exhalaba con fuerza—. Te lo pregunté hace un rato y me lo negaste, y ahora parece que en verdad todas las cosas que estás diciéndome son por lo que te contaron de Sam.
Mi cara ardió de vergüenza después de que Owen simplemente minimizara mis preocupaciones.
—Bueno, ¿y qué sugieres? ¿deseas que actúe como estúpida y finja que no escuché nada? ¿quieres que me pegue a ti sabiendo que destruí tu relación con ella? ¿puedes jurarme siquiera que ya no sientes nada por esa mujer? Creo que ya he sufrido demasiado por decepciones amorosas, como para continuar con esto, Owen.
Aquella pena que me invadió, comenzaba a convertirse en ira, en una tan grande que pensé que lo mejor era retirarme antes de armar una escena mayor y terminar agrediendo a alguien. Me di media vuelta, sin ganas de continuar con mi discusión, y en parte, sin desear saber su contestación. Sin embargo, Owen destruyó mi idea cuando me tomó del brazo y me atrajo hacia él.
—¿Por qué mencionas las decepciones amorosas? —preguntó mirándome a los ojos—. ¿Quieres decir que me consideras tu amante?
Los ojos de Owen brillaron peligrosamente, y yo enmudecí. Su tacto resultaba caliente en mi cuerpo.
—Sabes de qué hablo —me excusé, sintiendo como había sido atrapada en mis propias palabras—. Sé mejor que nadie lo que es sufrir una traición y lo doloroso que esto es. No espero hacerle lo mismo a ninguna otra.
Me crucé de brazos, esperando lucir seria, pero él se acercó aún más a mí, casi haciendo que respirara su aliento, cohibiéndome.
—¿Q-qué estás haciendo?
—Necesitas escucharme esta vez.
Arqueé una ceja.
—¿No he hecho eso siempre?
—Por favor, lo que haces siempre es solamente oír tus propios pensamientos, pero después de todo parece que no eres capaz de confiar en mí.
—Claro que confío en ti, pero este tema es algo distinto.
Negó con la cabeza y me miró con tristeza.
—No, no lo es. Si hubiera sentimientos todavía entre Sam y yo, hace mucho que te lo habría dicho. Jamás he sido el tipo de persona que disfruta de esconder a la persona que ama, pero mi relación con ella era algo más complicado, y no podría llamarlo como que estábamos perdidamente enamorados el uno del otro.
Quise creerme su declaración, en verdad quería hacerlo, pues resultaba demasiado sofocante y miserable el pensar que lo que tenía con él acabaría cuando regresara al lado de Sam, pero todavía mis inseguridades de cuando mi esposo Damián me engañó con Lucinda, continuaban estrujando mi corazón y logrando que yo no lograra aceptarlo.
—Amelia —terminó de cerrar la distancia entre nosotros y me colocó justo a unos centímetros de su rostro—. Te amo.
Mi cuerpo recibió una enorme conmoción luego de escucharle, que hasta olvidé como respirar.
—¿Qué? —solté en un hilo de voz.
—Lo que escuchaste, por un demonio —suspiró—. Te he amado desde hace tiempo, ¿cómo puede ser que digas que jamás te percataste? No puedo creer que seas así de densa.
Estaba a punto de decirle que nunca me di cuenta de sus sentimientos, pero sería una gran mentira. Era verdad que notaba su manera de mirarme y la atracción que sentíamos el uno por el otro, pero nunca me imaginé que eso se traducía a amor. Ni tampoco en ese entonces estaban sentimentalmente capacitada como para pensar en una nueva relación romántica, por lo que prefería ignorarlo todo y concentrarme en mi venganza.