Intenté evadir las palabras de mi madre, cambiando de tema, algo que resultó un poco bien. A comparación de tener que explicar qué me pasaba, hablar de otra cosa era mejor. Después de una pequeña charla, y un “Hablamos más tarde”, subí a mi habitación.
Esa tarde, a pesar de que faltaban días para regresar a Corea, comencé a acomodar mis cosas. Haciendo más real que mi pequeño escape, estaba llegando a su fin. Durante la semana todo fue igual: llamadas con Ho Seok, conversaciones en sus ratos libres con el resto de los chicos, salidas con Lucy y Andy, y al final de la semana una cena de despedida con mis padres y mis amigos.
—Rory, cariño. Esperamos viajar pronto para verte más seguido —dijo mi padre acercándose a mí, dejando mi maleta a un lado para abrazarme fuerte. Aun sabiendo que no me gustaban los abrazos hacia eso para molestarme.
—Igual, yo trataré de venir, solo trataré de ordenar todos los pendientes y regresaré.
—Mi niña, si no regresas en al menos tres meses, yo iré a buscarte —dijo mi mamá abrazándome.
—Volveré, se los prometo —respondí con una sonrisa, abrazándolos de nuevo a los dos.
Las despedidas no eran de mi agrado, pero siempre había alguien de que despedirse... por un día, por una semana... por mucho tiempo... para siempre. Tomé mis cosas, y después de una corta espera, llegó el momento de abordar el avión de regreso a mi presente.
Intenté leer, escuchar música o ver alguna película en el trayecto. El vuelo era largo, así que no tenía muchas opciones. Entre algunos mensajes, y pasar el rato observando por la ventanilla del avión, al final opté por avanzar en cualquier cosa pendiente del trabajo que me había quedado.
Me quedé con los audífonos puestos mientras mi vista se mantenía fija en la pantalla, donde trabajaba en la redacción de un par de contratos antes de pasar a la revisión de unas cuantas fotos antes de que fueran enviadas a las agencias que las habían solicitado.
Alrededor de cuatro horas después, que a mi parecer se habían pasado muy rápido, guardé mi laptop, sentía mi vista cansada, y aún quedaban casi diez horas para llegar a Corea.
Cerré los ojos un rato, hasta que me quedé dormida. Escuchaba música a un volumen bajo, lo cual me ayudó a relajarme y dormir lo que quedaba del vuelo.
—Hola, Haneul —saludé con una sonrisa a la chica que, a pesar de que le había dicho que no era necesario venir al aeropuerto, ahí estaba de pie, con un letrero de “Bienvenida, Rory”.
—Ya sé que me dijiste que no, pero te extrañé, y quería que fuera una bonita bienvenida.
La miré con una sonrisa, era una buena amiga, con el tiempo era de las pocas personas con las que de verdad disfrutaba pasar el rato.
—Sabía que vendrías de igual manera. Eres muy linda, ¿vamos a mi departamento? No me olvidé de traerte cosas de allá. —Su sonrisa era amplia, y reconfortante, agradecía estar de vuelta.
—Eres genial, no sé qué haría sin ti —dijo abrazándome levemente mientras caminábamos rumbo a la salida del aeropuerto.
—Algún día debes acompañarme, ha sido bueno regresar, mucho ha cambiado y se ve muy bien.
—Lo haré, vi las fotos de tu Instagram, y las que me mandaste, sin duda pasaste unas buenas vacaciones… —dijo mirándome levantando una ceja repetidas veces—. ¿Quién es el chico de tus fotos? Dijiste que me dirías en persona. No sabes cómo he estado, no he dormido bien. —Al escucharla, no pude evitar reír, por su manera de dramatizar la situación.
—No vas a creerme a quién conocí… —dije, mirándola con una gran sonrisa cuando llegamos a su auto.
Frunció el ceño y preguntó —¿A quién?
—Adivina, viste las fotos, solo te diré que es de aquí —dije mirándola con una sonrisa.
Sabía que no lo adivinaría, nadie se imaginaría eso, ni siquiera yo lo había pensado. No le había dado mucho paso a las fantasías, pues temía enamorarme de esos sueños, de esos momentos que solo vivirían en mi memoria.
—Rory, hay millones de personas en el país, y conociéndote, no es alguien fácil de adivinar. Porque él estuvo contigo, y de las personas que conozco de aquí, ninguno ha salido de aquí. O no que yo sepa —dijo encogiéndose de hombros.
—Lo sé, pero sí, lo conoces, o al menos sabes de él, pero no te dejaré con la intriga —dije, sacando mi teléfono.
Le mostré una de las fotos que Taehyung había nos había tomado en las escaleras de la casa de mis padres. Donde Ho Seok estaba a mi lado pasando su brazo sobre mis hombros.
—¡Ah! No puede ser, qué emoción, amiga —dijo, tomando el teléfono en sus manos, viendo la foto, con una gran sonrisa—. Te felicito, se ven tan lindos.
—Harás que me sonroje —dije tomando el teléfono, pero su abrazo y efusividad me hicieron reír.
—No lo puedo creer, que alguien me diga qué hizo ese hombre para cautivar a mi amiga —no pude evitar soltar una pequeña carcajada.
—La pregunta es qué hice yo —dije respondiendo a su abrazo—. No sabes lo lindo que es, y no me refiero solo al aspecto físico, hemos hablado mucho y de verdad… tiene algo que me da tranquilidad.
—No necesitas entenderlo, es algo que solo sucede. Déjate llevar por ese bonito sentimiento, pero sobre todo, aprende a navegar en las olas de la marea tan intensa, y no te rindas. Tener una relación con un idol es algo complejo, pero no será imposible.