Sentía una extraña calma, de esas que son como un suspiro sostenido. Sabía que todo era tan frágil, como un castillo de arena al borde del agua.
Solo bastaba un cambio de marea o un viento inesperado, una mirada equivocada y… todo podría desmoronarse.
Mi teléfono estaba apagado, en algún lugar de mi habitación, y por primera vez, no sentía la necesidad de buscarlo.
Me encontraba en la sala, con los pies descalzos, abrazando las rodillas mientras miraba como la luz de las mañanas se deslizaba por los edificios. Dejé la taza de café sobre la mesa de centro cuando escuché el sonido inconfundible de la puerta de mi departamento abriéndose.
Fruncí el ceño. Me giré instintivamente, justo para encontrarme con Hoseok… y a los chicos detrás de él. Taehyung, Jin, Jimin, Jungkook, Namjoon y Yoongi.
Todos estaban ahí.
—Hola, mi sol —dijo Hobi con su voz suave, cruzando la sala hasta abrazarme como si hubieran pasado semanas desde la última vez y no solo unas horas.
Me aferré a él un segundo antes de separarme un poco y sonreír.
—Hola, Hobi… ¿Qué hacen todos aquí tan temprano? —pregunté, sorprendida pero enternecida por la escena frente a mí.
—Yo les dije que necesitabas una mañana sin pensar tanto —respondió él, como si fuera lo más obvio del mundo.
Jin levantó una bolsa con pan recién horneado.
—Y yo traje desayuno. No podemos sanar el corazón, pero sí podemos alimentar el cuerpo.
—Y el espíritu —añadió Jimin, mientras dejaba unas charolas con vasos de té y café de sabores—. Hay manzanilla, lavanda, y algo que huele a menta pero que nadie se atreve a probar.
—Nos autoinvitamos —dijo Namjoon con una sonrisa tranquila—. Esperamos que no te moleste.
Negué, conmovida, sintiendo el pecho hacerse pequeño y cálido a la vez.
—No me molesta. Al contrario. Gracias por venir…
Taehyung se sentó en el suelo como si ya fuera su casa.
—A veces, no hay que decir nada. Solo estar.
Yoongi, desde la esquina, asintió en silencio. Me miró, solo un segundo, y su expresión fue suficiente.
Mientras todos comenzaban a acomodarse, dejando bolsas, risas y palabras suaves por la habitación, Hoseok se sentó junto a mí. Tomó mi mano con calma y mi corazón no podía sentirse mejor.
—¿Vieron las noticias? —pregunté mirando a los chicos mientras desayunábamos.
—¿Vieron las noticias? —pregunté, tratando de que mi voz sonara casual, aunque el peso de la pregunta flotaba en el aire como una nube tensa.
Jungkook, que estaba a medio bocado de una dona, se detuvo un segundo.
Namjoon bajó la taza con suavidad.
Yoongi soltó un suspiro lento, como si lo hubiera estado esperando.
Nadie habló de inmediato.
Hoseok entrelazó más fuerte sus dedos con los míos. Su mirada no me soltaba, como si a través de ella pudiera decirme que no me preocupara. Pero yo ya sabía que no podíamos fingir que nada pasaba. No con titulares aún girando. No con cámaras pendientes de cada paso.
—Las vimos —respondió Jin con serenidad, rompiendo el silencio con la madurez de quien ya había vivido eso antes—. Pero también sabemos lo que no dicen. Lo que solo ustedes dos saben.
—La gente siempre va a hablar —dijo Jimin con un tono suave—. Algunos con cariño, otros con veneno. Pero eso no dice nada sobre ti. Ni sobre ustedes.
—Rory… —intervino Namjoon—, la exposición no es fácil. A ninguno de nosotros nos lo fue. Pero tú no estás en el ojo público por elección, y aún así has sido más valiente que muchos que sí lo están.
Yoogi asintió, sin levantar mucho la voz.
—Si fuera por mí, no valdría ni medio titular. Pero si me pasara lo mismo, también agradecería estar rodeado de quienes me conocen de verdad.
Sentí que el nudo en mi garganta se deshacía un poco.
Sus palabras eran más que consuelo: eran respaldo, eran testimonio, eran cariño sin condiciones.
—¿Y tú? —preguntó Taehyung con curiosidad sincera—. ¿Cómo estás, en realidad?
—No lo sé realmente, ayer vi uno de esos titulares, y fue complicado, en meses nunca pensé que fuese a ser parte del ojo público, a ser señalada por salir con una superestrella…
Taehyung asintió despacio, comprendiendo más allá de las palabras.
—Debe sentirse como si te arrancaran el derecho a vivir en silencio —dijo con una dulzura que pocas veces mostraba tan claramente.
—Exacto… —murmuré, sorprendida por lo certera que había sido su frase—. Es como si de repente, todos creyeran tener derecho a opinar sobre lo que siento, lo que valgo… sobre si merezco o no estar aquí.
Jimin dejó su café y se acercó un poco más, con ese gesto suyo de empatía transparente.
—No hay una fórmula para vivir con eso —dijo—. Nosotros tuvimos que construir la nuestra con el tiempo. Pero tú… tú estás aprendiendo en medio del fuego.
Hoseok se inclinó hacia mí, su brazo apoyado en el respaldo del sofá, como si con solo su cercanía pudiera resguardarme, me sostenía en sus brazos.
—Me gustaría protegerte de todo eso, Rory. Juro que lo intento. Pero sé que no siempre puedo.
—Lo sé, Hobi —le respondí bajito, girando un poco mi rostro hacia él—. No espero que lo hagas todo. Solo… que sigas aquí. Como ahora.
—No te equivoques —intervino Yoongi, esta vez con tono más firme—. No tienes que demostrarle nada a nadie. Ya estás aquí. Y eso, para muchos, sería imposible de sostener. Pero tú lo haces. Con miedo, con lágrimas, pero lo haces.
Las palabras se clavaron hondo, pero no dolieron.
Fue como si por fin alguien nombrara mi esfuerzo.
Como si todos lo vieran.
Como si, por fin, me viera yo también.
—No sé cómo se supone que se sobrevive a esto —admití, con la voz un poco quebrada—. A que tu cara sea miniatura de un video, a que te analicen sin conocerte, a leer comentarios como si te miraran por dentro. Los admiro chicos, por soportar todo esto, todas estas críticas, todas las veces que han soportado los escándalos, esas críticas…