Eres Mi Sol -J-Hope

En mis pensamientos

Caminaba por las calles iluminadas por las luces de los faroles, la noche estaba tranquila, la gente caminaba a mi lado, y yo disfrutaba de esa pequeña caminata como no lo había hecho hace tiempo. A mi alrededor, la gente paseaba con tranquilidad, disfrutando de la serenidad de la noche como yo.

El aire fresco de la noche me relajaba mientras caminaba hacia las orillas del río Han donde había quedado de ver a Haneul, a estas horas habría mucha gente, ya que el clima había mejorado después de una tarde de sol. Las risas y conversaciones ahogadas se mezclaban con el suave sonido de los pasos y el murmullo del río Han a lo lejos. Las luces de los edificios brillaban como estrellas en el cielo nocturno, creando un contraste impresionante con la oscuridad que se cernía sobre el parque.

Mientras caminaba, no pude evitar sentir una sensación de paz y felicidad. La belleza de la noche, la compañía de la gente que me rodeaba y la anticipación de ver a Haneul se combinaban para crear un momento perfecto.

—Se ve genial —dijo Haneul tomándome del brazo con visible entusiasmo —los demás quedaron en llegar hace un rato, pero de seguro se les hizo tarde.

—Está bien, lo bueno es que ya estamos aquí —dije con una sonrisa mientras nos sentábamos entre la gente.

La noche envolvía la ciudad en un manto de luces y murmullos. Las orillas del río estaban llenas de vida, y el aire fresco acariciaba mi rostro mientras Haneul y yo caminábamos entre la multitud. Cada paso nos acercaba más al lugar del evento, y la emoción se reflejaba en nuestros rostros.

—Me gusta como se siente este momento, hace mucho que no salía de esta manera—confesé, mirando las luces centelleantes que adornaban el lugar.

Haneul me sonrió, sus ojos brillando con la misma emoción.

—Lo sé. Es como sentirse libre, ¿no? —dijo, apretando suavemente mi brazo—. Y si los demás llegan tarde, ¡mejor! Así tenemos un poco de tiempo para nosotras.

Reí, dejándome contagiar por su energía.

Nos sentamos en un pequeño espacio entre la gente, rodeadas de conversaciones suaves y risas compartidas. El ambiente era cálido, casi mágico. A nuestro alrededor, grupos de amigos y parejas disfrutaban del momento, y por un momento, todo se sentía realmente bien, como no había sido en tanto tiempo después de esa relación.

—¿Crees que nos reconozcan? —pregunté en un susurro, aunque en el fondo me sentía libre, casi invisible.

Haneul se encogió de hombros, mordiendo un pequeño bocadillo que había comprado en el camino.

—Tal vez, pero… Estamos aquí para disfrutar.

Asentí, dejándome llevar por su entusiasmo.

El tiempo pasó entre bromas y anécdotas. Haneul hablaba de su última salida con sus amigos mientras yo estaba de viaje, de cómo habían terminado en un café temático sin planearlo y de la risa que eso había provocado. Yo compartí algunas historias de Andy y Lucy, de las salidas allá, de lo que fue volver después de tanto tiempo, y como ahora la vida cotidiana tenía su propio encanto.

De vez en cuando, mi mirada se perdía en el horizonte, en las luces que titilaban a lo lejos. Pensaba en Hobi, en el viaje que se acercaba, en el reencuentro que tanto anhelaba. Cada pensamiento era como un latido, un recordatorio de que el amor, a pesar de la distancia y las complicaciones, seguía siendo el hilo que unía cada capítulo de mi vida.

—¿Rory? —la voz de Haneul me sacó de mis pensamientos.

—¿Sí?

Ella me miró con una mezcla de ternura y curiosidad.

—¿Estabas pensando en él, verdad?

No pude evitar sonrojarme.

—Sí… a veces me parece tan surrealista. Hace unos meses estaba perdida, a punto de tocar fondo, sin saber si habrá un mañana, y ahora… —hice una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Ahora siento que todo ha valido la pena.

Haneul sonrió, tomando mi mano con cariño.

—Lo ha valido, Rory. Y lo seguirá valiendo.

Nos quedamos en silencio, pero no era incómodo. Era como si el mundo alrededor continuara girando, pero nosotras nos hubiéramos encontrado en un pequeño espacio donde todo estaba en paz.

Y entonces, entre la multitud, vi a los chicos acercándose, con sus sonrisas y su energía contagiosa. Agité la mano y ellos respondieron con entusiasmo, como si este reencuentro fuera el cierre perfecto para una noche ya maravillosa.

—¡Ahí están! —exclamó Haneul, poniéndose de pie con rapidez—. ¡Y no se veían tan lejos!

Me levanté a su lado, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de gratitud. Porque en ese instante, rodeada de amigos, de luces y de risas, supe que estaba exactamente donde debía estar.



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Editado: 14.03.2025

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