Eres Mi Sol -J-Hope

Capítulo 5:Un momento llamado eternidad

Camille acepto la realidad de que su amado Bastian era un rey, y aunque si bien eso la llenaba de orgullo, a su vez también era una constante sombra en su corazón, el era un hombre importante, era el rey de un pueblo, pero ella era una pobre chica del bosque, sin nada que aportar y ofrecer ,ni siquiera vivia en el pueblo, solo iba a vender sus frutillas del bosque. Como ella podría a llegar a ser reina? si bien ella conocía mejor que nadie a Bastian y ella a él, la sombra la seguía a dónde ella iba.

Era gratificante, saber que él le daba su espacio, ella había vivido toda su vida en el bosque, pero sabía que el quería volverla su reina, y pasar la vida juntos, y ella anhelaba lo mismo, al día siguiente de su confesión aguardaria y le diría que aceptaba ser su esposa y su reina para la eternidad. No había mucho en que pensar. Su punto de encuentro era el mismo, junto al lago, escucho sus pasos a lo lejos y quiso gastarle una pequeña sorpresa, logrando esconderse entre los arbustos de fresas, escucho cuando su rey la llamaba

-Camille donde estás? - pero no había respuestas, pero la pequeña escurridiza se reía -Camille, amor, estoy aquí - y sin que Bastian lo viera venir, ella salto sobre el, provocando que ambos calleran al suelo, ella reía como una niña, contenta de lograr su cometido.

-Pequeña traviesa, te he buscado y no te he hayado - decía el apuesto rey, mientras reía con ella sobre su fornido torso, mientras le quitaba un mechón de cabello de su bello y delicado rostro - a veces eres una niña, con el espíritu de una niña, y el corazón de una niña - susurro mientras se acercaba a los labios de su ninfa del bosque.

Con lentitud, junto sus labios en un beso cargado de amor y ternura, por la mujer que tenía a su lado, la joven dama, respondió con la misma ternura, el rey con calma quito las orquillas que sujetaban el largo y sedoso cabello de su niña, liberando así unas hermosas ondas color chocolate con aroma a lavanda, a paso lento disfruto comenzar a recorrer la espalda de la joven inocente que se perdía entre los cabellos de su conde, se separaron para poder respirar, ella estaba sonrojada y apenada por tal acto tan íntimo y humano recién compartido con el hombre de su vida, mientras él tenía la respiración agitada y una mirada de deseo hacia la mujer que sin duda alguna volvería su reina. Volvió a atraerla hacia el, girando la, para que ella quedará debajo de él, volviéndola a besar, está vez con hambre y pasión, ella, no puso resistencia, al contrario con pasos torpes, comenzó a acariciar el torso de su rey disfrutando su cercanía y con movimientos lentos acariciaba sus brazos, mientras él se perdía en la curva de su cuello dejando pequeños besos que la hacían estremecer, mientras su mano viajaba a su espalda tratando de quitarle el ajustado corsé, que definía una pequeña cintura, por su parte ella logro le quitarle la camisa y pudo apreciar un torso definido, sintiendo calor en sus mejillas y vergüenza por lo que veía y le gustaba, por su parte el rey logro dejar a su ninfa en enaguas, mientras los besos y caricias por parte de los dos no faltaban, el resto de la ropa comenzó a estorbar, hasta que finalmente no hubo barreras entre los dos.

-Eres tan bella Camille - le susurraba al oído - te amo, amada mía, y siempre será así - le decía mientras besaba las sonrojadas mejillas mientras se adentraba entre sus pliegues y ella lo recibía - abre tus hermosos ojos mi amor quiero que me veas y yo apreciar esas iriris violetas que tanto me encantan.

Y así lo hizo, abrió lentamente sus hermosos ojos violetas mientras recibía a su amado rey, cuando sintió como rompía su himen y llegaba a la barrera, llevándose así consigo su virtud, una lágrima rodó por su tersa piel de porcelana, que fue besada por Bastian, el sintió que llegaba al mismísimo cielo, cuando por fin llegó a traspasar la barrera de su virtud, recién tomada por él, fue la gloria, y un sublime momento, fue la cúspide de su entrega a ella, y en que volvió a aquella hermosa e inocente jovencita en mujer, en su mujer.

-Pronto, serás no solo la reina de mi corazón, si no de todo el pueblo - hablaba Bastian, los dos se encontraban acostados sobre las ropas de ambos, el cielo y la naturaleza habían sido testigos de su entrega y devoción mutua - Te amo, Camille

-Yo también Bastian, te amo y siempre te amaré - paso si delgado brazo por el torso de el en un intento de abrazo.

-Pronto vendré, para llevarte al castillo conmigo y ser uno para la eternidad - dijo él volviéndola a besar con todo el amor que su corazón sentía por ella y ella solo pudo responder con el mismo ímpetu, sellando así su juramento, que para ellos era incorruptible e inquebrantable.

Desconociendo lo que el futuro les depararia.

Una inminente separación.

Dos corazones rotos y

Un heredero en camino.

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Editado: 14.03.2025

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