Eres Mi Sol -J-Hope

Un latido a la vez

El silencio entre nosotros no era incómodo, al contrario, era reconfortante. Como si las palabras ya no fueran necesarias, como si el simple hecho de estar juntos en ese pequeño rincón de Bangkok fuera suficiente.

Hobi entrelazó sus dedos con los míos y jugó con ellos distraídamente. Podía sentir su pulgar trazando suaves círculos en mi piel, un gesto que me hacía sonreír sin darme cuenta.

—Me gusta cómo suena eso —dijo de pronto, su voz suave, pensativa.

—¿El qué? —pregunté con curiosidad.

—La idea de que siempre encontraremos la manera.

Me miró con esa intensidad que hacía que todo lo demás desapareciera.

—¿Sabes? —continuó, con un tono más serio—. A veces pienso en cómo sería si no tuviera que irme todo el tiempo. Si no tuviera que dejarte atrás cuando más quiero quedarme.

Bajé la mirada por un momento. Era un pensamiento que también me atormentaba a veces.

—Hobi…

—No es que me arrepienta de lo que hago —se apresuró a decir, sacudiendo la cabeza—. Amo la música, amo lo que hago, pero… —soltó un suspiro y entrelazó nuestras manos con más fuerza—. A veces, cuando cierro los ojos después de un día agotador, lo único que quiero es que estés ahí.

Sus palabras hicieron que mi pecho se apretara con fuerza.

—Yo también lo pienso —admití—. A veces me pregunto si el amor es suficiente cuando hay tantas cosas que nos separan. Qué será de nosotros con el paso del tiempo…

—¿Y cuál es tu respuesta? —preguntó con cautela, como si temiera lo que iba a decir.

Le sonreí con suavidad.

—Que el amor no lo es todo… pero es el punto de partida. Y con él, podemos encontrar la manera.

Hobi me observó en silencio por unos segundos, y luego sonrió, esa sonrisa que guardaba solo para mí.

—Eres increíble, ¿lo sabes?

Me reí suavemente.

—Solo soy alguien que no quiere perderte.

Hobi suspiró y se inclinó para besar mi frente.

—No lo harás.

Y en ese momento, lo creí, aunque no sabía que pasaría en el futuro. Nos quedamos un rato más ahí, en el parque, viendo cómo la tarde comenzaba a teñir el cielo de tonos dorados.

—Ven, tengo algo más que mostrarte —dijo de repente, levantándose y jalándome con él.

—¿A dónde vamos ahora?

—Es sorpresa.

Dejé que Hobi me guiara a través de las calles de Bangkok, nuestras manos entrelazadas, sintiendo la calidez de su palma contra la mía. No pregunté a dónde íbamos, ni cuánto faltaba, solo disfrutaba del momento con él.

Las luces de la ciudad comenzaban a encenderse, iluminando los callejones y reflejándose en los escaparates de pequeñas tiendas. El bullicio del día se transformaba en la energía vibrante de la noche.

—¿Falta mucho? —pregunté con una sonrisa, aunque no estaba realmente apurada.

Hobi me miró con diversión.

—¿Cansada?

—No, solo curiosa.

—Bueno… —hizo una pausa dramática antes de señalar un edificio de techos altos con luces cálidas—. Hemos llegado.

Me detuve para observarlo mejor. Desde afuera, se veía como un pequeño mirador, con una terraza abierta y mesas con luces colgantes.

—Ven —me dijo, apretando mi mano con suavidad.

Lo seguí al interior del lugar, donde una anfitriona nos saludó con una sonrisa antes de guiarnos a la terraza. La vista era impresionante. Desde ahí, podía ver la ciudad extendiéndose ante nosotros, con sus luces titilando como estrellas reflejadas en el suelo.

Era hermoso.

—Hobi… —murmuré, maravillada.

—Quería traerte aquí porque… bueno, porque es uno de mis lugares favoritos cuando vengo a Bangkok. Y porque quería compartirlo contigo.

Le sonreí con ternura.

—Gracias por esto.

Nos sentamos en una mesa junto a la barandilla, donde el viento nocturno nos envolvía con su frescura. Pedimos un par de bebidas y nos quedamos en silencio por unos momentos, simplemente admirando el paisaje.

—¿Sabes qué es lo curioso? —preguntó de repente.

—¿Qué cosa?

—Que aunque esta vista es increíble… prefiero verte a ti.

Mis mejillas ardieron con sus palabras, pero no aparté la mirada.

—Eres un cursi —murmuré con una sonrisa.

—Solo contigo —repitió, guiñándome un ojo.

Nos reímos juntos, disfrutando de la tranquilidad del momento.

Después de un rato, Hobi tomó mi mano sobre la mesa y la acarició con el pulgar.

—¿Rory?

—¿Sí?

Él se quedó en silencio unos segundos antes de hablar.

—Prometamos algo.

—¿Qué cosa?



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Editado: 14.03.2025

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