Eres Mi Sol -J-Hope

A veces, partir también es amar(se)

No supe en qué momento me quedé dormida, pero al despertar me dolía la cabeza por haber llorado tanto, Haneul había salido a comprar una cosa, según decía la nota que había dejado a mi lado. Tomé el teléfono y vi que tenía muchas llamadas perdidas de los chicos, pero no de él.

Solo escribí un mensaje a Nam:

“Gracias por brindarme su amistad durante estos meses… gracias por estar ahí cuando más los necesité en ese tiempo, por sus llamadas, mensajes reconfortantes, por esa amistad sincera que me dio esperanza.

Por favor dile a los chicos que los llevaré en mi corazón siempre, todos esos momentos que me hicieron olvidar mi pasado, que hicieron que todo doliera menos.

Ustedes no tienen la culpa de nada, pero no puedo volver a verlos de la misma manera después de lo que acaba de pasar.”

Deje el mensaje en espera, no podía seguir escribiendo si las lágrimas no me dejaban ver bien. Me levanté de la cama y comencé a hacer mi maleta, al final se me daba muy bien huir.

Cuando llegó Haneul, mi maleta estaba en la sala. El silencio de la habitación se quebró apenas con el suave clic de la puerta. Haneul entró con una bolsa en una mano y una expresión que se desdibujó al ver la maleta junto al sofá.

—¿Qué haces? —preguntó en un susurro apenas audible.

No respondí de inmediato. Me limité a guardar una blusa que había dejado doblada sobre la mesa. Sentía la garganta cerrada otra vez, pero no era por dolor… no solamente. Era por esa mezcla de agotamiento y decisión que llega después de tocar fondo.

—Rory… —dejó la bolsa sobre la encimera y caminó hacia mí—. ¿A dónde vas?

Levanté la mirada. No había enojo en su rostro, solo preocupación.

—No lo sé —respondí sinceramente—. Pero necesito irme, al menos por un tiempo… —mi voz tembló un poco —necesito espacio, amiga, necesito silencio de verdad, necesito estar en un lugar donde nadie pueda reconocerme, donde nadie esté afuera de mi departamento esperando una foto de la chica que es solo amiga del famoso miembro de BTS.

Ella asintió lentamente. Sabía que había llegado a ese punto donde no hacen falta explicaciones: donde el alma simplemente te grita que necesitas irte para poder seguir.

—¿Te vas sola?

—Sí —dije, cerrando la maleta con un chasquido seco—. Pero no huyendo como antes. Esta vez no es por miedo.

—Y Hoseok… ¿Qué pasa con ustedes? —preguntó con cautela.

—Lo de ayer fue bastante claro, marcó un antes y un después, no hay un “nosotros”.

Haneul bajó la mirada por un instante, como si procesara cada palabra con el mismo dolor que yo sentía al pronunciarlas.
—Entonces… ¿Este es el final? —preguntó con voz suave, casi como si no quisiera escuchar la respuesta.

Me quedé en silencio. No por dudar, sino porque decirlo en voz alta lo hacía más real. Tomé aire, profundo, y asentí.

—Sí. Lo fue desde que eligió callar cuando debió hablar. Desde que no me buscó, no me defendió, no me creyó. Lo amo, Haneul… —dije sintiendo el peso de las palabras y ese nudo en la garganta que volvía a aparecer con una punzada en el pecho— y eso no lo voy a negar. Pero también me amo a mí. Y ya no estoy dispuesta a quedarme en un lugar donde mi nombre no tiene voz. Donde mi existencia se vuelve un secreto, una molestia, un daño, donde no soy elegida.

Haneul se acercó y sostuvo mis manos entre las suyas.

—Me parte el alma verte así, pero también me enorgullece… porque ahora te veo de pie, con dolor, sí, pero sin rendirte. Sin suplicar por un amor que se quedó corto cuando más lo necesitabas.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no cayeron. Estaban ahí, contenidas como todas las veces que aprendí a ser fuerte en silencio.

—Voy a buscar paz, no olvido —murmuré—. No quiero borrar lo que vivimos, solo dejar de sangrar por lo que no fue. Porque ya no quiero rogar por un amor que se escondió cuando el mundo se enteró de que existía.

Haneul me abrazó una última vez, en la puerta, con un apretón que decía lo que las palabras no podían.
—No te olvides de ti —susurró.

—No lo haré.

—Entonces ve. Pero prométeme que me escribirás. Que me dirás si necesitas que te siga, aunque sea en tren o en bicicleta —me acerqué y la abracé fuerte.

—Gracias por quedarte cuando todo temblaba —dije sin soltarla aún.

—Siempre me quedaré —susurró.

Solté el abrazo con dificultad y tomé el teléfono de nuevo, mi mensaje a Nam todavía estaba ahí, esperando en la pantalla. Me quedé de pie un momento, respire hondo y al final envíe el mensaje, no sentí alivio, pero sí un cierre, y eso en ese preciso instante era más que nada.

Haneul me acompañó hasta la puerta, las dos salimos del departamento, en silencio, como si decir algo nos hiciera romper la estabilidad. No lloramos ni hicimos alguna promesa, solo nos miramos como quienes saben que a veces la distancia también cuida. Y cuando crucé el umbral, supe que no estaba huyendo, en ese momento estaba eligiéndome. Eso era lo más valiente que había hecho en años.

Me senté en la sala de espera, observando el boleto de avión y el pasaporte hacia un destino diferente, sentía el corazón latiendo fuerte por los nervios.



#7029 en Fanfic
#39761 en Novela romántica

En el texto hay: btsjhope, bts fanfic, jhope bts

Editado: 04.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.