Eres Mi Sol -J-Hope

Confesiones...

Un mes… y cada día había sido un viaje distinto. La galería ya no era solo un espacio vacío, ahora estaba llena de pruebas, de impresiones, de hojas con notas pegadas en las paredes y de risas compartidas con Haneul, que se había convertido en mi sombra más luminosa en este proceso, y Elía, esa brisa fresca que me daba paz.

Había tardes en las que me desesperaba, queriendo arrancar fotos porque sentía que no eran lo suficientemente buenas, y ella siempre estaba ahí, cruzándose de brazos con esa expresión que me detenía antes de cometer el error.

—Rory —decía, firme, pero con ternura—, esto no se trata de perfección. Se trata de verdad. Y cada foto que tomaste lleva un pedazo de eso.

Yo sonreía, aunque por dentro seguía luchando contra ese impulso de esconderme.

Mis padres habían confirmado su asistencia, Andy y Lucy también. Y Yoongi… bueno, Yoongi había respondido con un mensaje breve, pero suficiente para saber que lo había leído: “Lo intentaré. Orgulloso de ti.” Esa sola línea bastó para encenderme algo en el pecho.

Elía venía algunas tardes a ver los avances. No opinaba demasiado, solo observaba, y cuando me veía dudando, me recordaba con su calma habitual:

—Rory, esta exposición no es un examen. Es un abrazo que te estás dando a ti misma.

Y tenía razón.

La inauguración estaba a menos de una semana, y aunque las mariposas en mi estómago no paraban de revolotear, había algo distinto esta vez: no sentía miedo de mostrarme.

☀️

Los últimos días me pasé revisando los detalles de la exposición, mi vista se centraba en esa foto, que había tomado de los chicos de espaldas mientras miraban el atardecer y a su lado una foto más grande.

El sol brillaba reflejándose en él, una foto donde nadie que no lo conociera no sabía que era él, y era la primera vez que la mostraba. Dejé escapar un suspiro cuando escuché la voz de Yoongi a unos metros de mí.

—Vaya, se nota quién fue siempre tu favorito de la banda —dijo a modo de broma.

Me giré despacio, con el corazón dándome un salto inesperado. Ahí estaba Yoongi, apoyado con esa naturalidad suya contra el marco de la puerta, vestido sencillo, pero con esa presencia que siempre parecía llenar los espacios sin esfuerzo.

—¿Qué haces aquí tan temprano? —pregunté, intentando disimular la mezcla de sorpresa y nervios que me recorrió.

—Quería ver cómo ibas antes de que todos llegaran —respondió con calma, caminando hacia mí—. Y también porque sabía que si venía cuando estuviera lleno, no tendría un momento para hablar contigo.

Me mordí el labio, desviando la vista hacia la fotografía de Hoseok iluminado por el sol.

—No iba a ponerla —confesé en voz baja—. Pensé en quitarla varias veces.

Yoongi se cruzó de brazos, observándola con una seriedad que contrastaba con su broma inicial.
—Pero la dejaste.

—Sí… —tragué saliva, sentí mis ojos arder un poco, y bajé la mirada al suelo, con una sonrisa frágil. —Aunque no estoy lista para dejar que todos lo vean…

Yoongi se acercó un poco más, lo suficiente para que su voz sonara como un refugio.
—No tienes que estar lista, Rory. Solo tienes que ser honesta. Y eso… ya lo eres.

Levanté la mirada, y sus ojos estaban puestos en la fotografía, no en mí. Pero aun así, sentí que me veía por completo.
—¿Y si lo malinterpretan? ¿Si piensan que sigo atrapada ahí? —pregunté, con un nudo en la garganta.

Él respiró hondo, como buscando las palabras exactas.
—Entonces que piensen lo que quieran. La foto no habla de ellos. Habla de ti, de tu sentimiento, de cómo ves el mundo a través de tu cámara. Y nadie puede arrebatarte eso.

Me quedé callada unos segundos, absorbiendo esa certeza que él decía con tanta calma. La foto brillaba en la pared, bañada por la luz tenue de la galería, como si incluso el sol hubiera decidido ser cómplice.

—A veces creo que no voy a poder soltarme del todo —susurré. —Es de esas personas que se quedan en lo más profundo del corazón, fue mi salvación, y supo como lastimarme también.

Yoongi ladeó la cabeza, y esta vez sí me miró.

—No se trata de soltar todo. Algunas cosas se quedan. Pero cambian de peso. Y un día, sin darte cuenta, ya no duelen. Solo… son parte de la historia.

Sentí el aire escaparse de mis labios, como si con esa frase hubiera aflojado un nudo que llevaba demasiado tiempo apretado.

—Quise encajar en su mundo —dije con la voz entrecortada —aun sabiendo que somos algo que no se mezcla.

Yoongi guardó silencio un momento, como si masticara mis palabras antes de responder. Caminó hasta quedar frente a la fotografía, sus manos en los bolsillos, y habló sin apartar la vista de ella.

—Rory… a veces confundimos encajar con pertenecer. —Su voz era baja, pero firme—. Tú no tenías que encajar en su mundo. Tú ya pertenecías al tuyo, y él fue afortunado de entrar en él, aunque fuera un instante.

Mis ojos se nublaron, y parpadeé varias veces, intentando contener las lágrimas que amenazaban por salir.

—Pero si realmente hubiera pertenecido… se habría quedado, ¿no? —pregunté, casi en un susurro, como si temiera escuchar la respuesta.



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Editado: 13.09.2025

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