Eres Mi Sol -J-Hope

Si llegaras a volver

La pequeña casa frente al mar donde me hospedaba desde hace meses, en las últimas semanas era todo un caos, con Haneul, Yoongi y mis padres de un lado a otro, ya no se sentía vacía, aunque no tardaban en irse.

—Un dólar por tus pensamientos —la voz de Elía interrumpió mis pensamientos mientras observaba el pequeño sendero hacia la playa.

Extendí mi mano a modo de broma para que me diera el dólar.

Elía rio suavemente y buscó en el bolsillo de su vestido, sacando una moneda cualquiera que tintineó en su mano antes de dejarla caer en la mía.
—No es un dólar, pero cuenta igual —dijo, con esa sonrisa suya que sabía desarmar cualquier sombra.

La apreté en el puño, mirándola con complicidad.
—Estaba pensando en lo rápido que se pasa el tiempo. Hace unos meses, esta casa era solo silencio y ahora… siento que voy a extrañar hasta el sonido de las tazas en la cocina cuando todos se vayan.

Elía se apoyó en el marco de la puerta, cruzando los brazos con naturalidad.
—Eso significa que el silencio ya no te pesa. Que lo aprendiste a llenar, no a temer.

Me quedé en silencio un instante, dejando que sus palabras encontraran su lugar dentro de mí.
—¿Sabes qué me da miedo? —pregunté con la voz baja, casi como un secreto—. Que todo esto termine siendo un paréntesis. Que un día despierte y sienta que solo fue un sueño, que vuelva a ser esa Rory que huía de todo.

Ella negó con suavidad, acercándose para poner una mano ligera en mi hombro.
—No eres la misma Rory que llegó aquí, cargando con tanto dolor. Aunque volvieras a los mismos lugares, ya no volverías con la misma piel. Y si alguien llegara a volver a tu vida, ya no encontraría a la Rory que dejó… sino a la que supo quedarse consigo misma.

Sonreí con ternura mirándola. Aferré la moneda, guardándola en el bolsillo del short como si fuera un talismán.

—Si llegara a volver… —murmuré, más para mí que para ella—. Quiero que sea con los dos pies en el presente, no arrastrando el pasado.

Elía no preguntó a quién me refería. No hacía falta. Solo se sentó a mi lado en el escalón, y juntas miramos cómo el mar comenzaba a teñirse de oro con la puesta de sol.

—Me gusta mucho tu compañía —dije rompiendo de nuevo el silencio —es lindo tener a una amiga más.

Elía giró apenas el rostro hacia mí, sus ojos reflejando los últimos destellos del sol.
—Yo también lo siento así —respondió con suavidad—. A veces la vida no te regala multitudes, pero sí a las personas exactas que necesitas en el momento preciso.

Sonreí, con ese alivio que da saber que alguien llegó sin buscarlo y, aun así, se quedó.
—No sé qué habría hecho estos meses sin ti —confesé—. Probablemente, me habría perdido de nuevo en mis propios pensamientos.

Ella soltó una risita ligera, casi juguetona.
—Probablemente, estarías con una pila de fotos escondidas en un cajón, negándote a mostrarlas.
—Exacto —dije entre risas, sintiendo que mi pecho se aflojaba un poco más—. Y tú llegaste a empujarme a sacarlas a la luz.

El silencio volvió, pero esta vez no estaba vacío. Era un silencio compartido, cómodo, como si ambas entendiéramos que no hacía falta llenarlo de palabras.
El mar rugía en calma frente a nosotras, y el viento traía olor a sal y a bugambilias.

Me recargué en el escalón, abrazando mis rodillas.

—¿Sabes? Por mucho tiempo pensé que solo podía sanar si alguien más me sostenía. Ahora me doy cuenta de que también se puede sanar con una amiga que comparte galletas, risas y caminatas por el mercado.

Elía sonrió, tocándome apenas la mano con la suya.

—Exacto. Sanar no siempre tiene que ver con grandes gestos. Los pequeños detalles hacen también la diferencia.

☀️

Pasaba algunas tardes por la galería, donde siempre veía a algunas personas frente a las fotografías, a mí me gustaba ver la foto de Ho Seok, como la suave luz del sol caía en su piel, estar frente a esa foto era volver a los recuerdos, en ese instante donde había sido tan feliz.

Dejé escapar un suave suspiro mientras comenzaba a ignorar las personas a mi alrededor y me centraba en observarlo a él. Los suaves pasos de las personas, los murmullos, todo se volvió un eco distante.

—Me costó mucho encontrar a esa parte de ti que se esconde —su voz fue suave, tranquila, yo me tensé mientras mi corazón latía desbocado, pero no voltee a verlo.

Sentí que la respiración se me cortaba, como si el aire del lugar hubiera cambiado de golpe.
Esa voz, grave y cálida, me atravesó de lleno, removiendo capas de calma que había trabajado tanto en construir.

Me quedé quieta, con los ojos fijos en la foto, en el sol sobre su piel, en el instante atrapado en la memoria.
El murmullo de la gente alrededor desapareció por completo, dejándome solo con la certeza de que era real, que estaba ahí, detrás de mí.

—No pensé que vendrías —dije finalmente, mi voz apenas audible, como si temiera que el eco de mis palabras pudiera romper la imagen frente a mí.

Hubo un breve silencio. Y entonces:
—Yo tampoco lo pensé —confesó Hoseok—. Hasta que entendí que si no venía… seguiría buscándote en cada canción, en cada rincón vacío, en cada silencio que dejabas detrás.



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Editado: 13.09.2025

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