CAPÍTULO 22

Pero, como todo lo bueno en esta vida se termina, ese pequeño período de tiempo de alegría, se ve cortado a causa de mi teléfono celular que no para de vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Así que no me queda de otra más que meter mi mano y sacarlo.

Llamada entrante...

»» Ojos Bonitos ««

Abro los ojos como platos al ver el nombre en el localizador de llamada. ¿Hasta ahora se digna en llamarme? Cuántos días no han pasado ya después de aquella vez.

—¿Lizzy, está todo bien? —No lo sé, la verdad es que no me lo había preguntado, ¿está todo bien? Y si lo está, entonces, ¿por qué siento intranquilidad dentro de mí?, entonces, ¿por qué me siento como engañada? ¿Me dejo guiar por lo que siente mi corazón, es seguro confiar ahora en él? Porque realmente estoy confundida y nuevamente las interminables preguntas azotan en mi cabeza haciendo imposible pensar, haciendo que poco a poco el miedo quiera nuevamente envolver mi corazón. Es cierto, tan solo fue una llamada, pero siento que fue más que eso. —¿Elizabeth? — El llamado de Alice me ayuda a salir a flote de mis pensamientos.

—Sí, sí, todo está bien.

—¿Segura? —interrumpe Danielle—. Porque ese teléfono celular —dice mientras señala el aparato—, no ha parado de vibrar en tu mano y tu solo te le quedas mirando como tonta.

—¡Dani! —La reprende la rubia.

—¿Qué? —se defiende—. Es cierto, ella tan solo ha estado mirando ese aparato como si tuviera miedo de contestar, ¿tan malo es?

Niego con mi cabeza.

No debo preocuparlas con esto, a lo mejor la del problema solo soy yo que estoy haciendo de esto más de lo que realmente es.

—No, no, tranquilas. Todo está bien, tan solo es Joey.

Los ojos de ambas se iluminan con comprensión. Ya les había comentado con anterioridad lo que había pasado ese día.

—Ohhh, entonces aun no hablas con él acerca de eso.

Niego nuevamente. El teléfono vuelve a vibrar con una nueva llamada entrante.

Contesta, mujer, el hombre ha de estar desesperado porque no le respondes ninguna de las tantas llamadas que te ha hecho.

Mi conciencia tiene un poco de razón. Pero aún sigo intranquila, y cuando eso sucede no ocurre nada bueno después.

¡Ay, vamos! No tengo un poco de razón, la tengo toda y lo sabes. Deja de atormentarte y contesta de una vez. Acabemos con esto pronto.

—¿Debería contestar? —Aún con la duda presente les hago la pregunta para saber la opinión de las chicas.

Ambas se miran en complicidad.

—Adelante, si quieres erradicar eso de tu cabeza y estar tranquila ahora sí, entonces hazlo. —Toma la palabra Alice mientras D solo asiente con su cabeza estando de acuerdo con su respuesta.

—Te apoyaremos, decidas lo que decidas.

Cierro mis ojos tomando fuerzas de lo más profundo de mí y asiento. Está bien, haré esto, tampoco es que sea tan complicado. Espero que el cacharro vuelva a alertarme de una nueva llamada entrante, pero no ocurre.

Retomamos nuevamente nuestro camino.

Sigo sin soltar el aparato con la esperanza que Joey lo intente nuevamente. Cinco, diez, doce minutos y nada.

Resoplo con indignación.

Tal parece que ahora es mi turno de intentarlo.

—¿A qué esperas? Llámale— D confirma lo que hace cinco segundos me proponía hacer, dándome así más seguridad de hacerlo.

—Bien, pienso hacerlo, pero no creo que sea el lugar indicado.

—Cualquier lugar es indicado cuando es algo importante, E.

—No atormentes más al hombre, adelante, hazlo. —Estoy segura que se lo merece. Alice guiña su ojo. —Te daremos tu privacidad, no te preocupes por nosotras.

Bien, aquí vamos. Desbloqueo el celular, me deslizo por las llamadas perdidas.

Mi conciencia chifla. Oh vaya, ¿quién diría que el bombón iba a estar tan desesperado como para dejarte veinte llamadas en tu buzón?

Sin esperar más tiempo, pincho en su nombre, espero a que aparezca en la pantalla el aviso de llamando, y me lo acerco a la oreja. Escucho los pitidos que emite avisándome que la llamada está entrando, y estos tan sólo hacen que mi ansiedad se multiplique.