Eres mi vida

Capítulo 33

El viaje ha sido bastante tranquilo, sin problemas, estamos a poco de llegar y no me canso de ver el hermoso paisaje de San Francisco, a lo lejos se puede ver el Golden Gate y los cientos de coches cruzarlo.

—¿Qué haces?.

Pregunto al ver como Rich se hace a un lado de la carretera dejando a la vista el paisaje.

— Antes de entrar a San Francisco, Antes de entrar a la casa donde has crecido debería contarte todo lo que no te he dicho, debí hacerlo antes...muchísimo antes y no, Beth, no es que no confíe en ti es solo que es muy difícil para mi y lo que te diré lo saben solo mis padres y Emma.

— Me estás asustando.

Me giro hacía él y lo miro sumamente preocupada.

—No te asustes, no es nada de ahora fue en el pasado, hace un año exactamente...— Mira la fecha de su celular— 2 de septiembre, Habían pasado aproximadamente 20 días desde la muerte de mi hermana y sentía un dolor impresionante en mi pecho, ahora si que lo sentía porque cuando Jack falleció no tenía muchos recuerdos de él y además era pequeño, pero esta vez fue diferente, tenía todos mis días con ella, Era mi vida y me sentí solo, me sentí abandonado, mi padre me culpaba por su muerte, mamá se volvió una alcohólica que aún está saliendo de ello, y gracias a dios papá ya no me culpa de ello aunque en el fondo yo mismo me sienta culpable, pero en fin, hace un año estaba con muchas cosas en mi cabeza mis pensamientos me carcomían lentamente, tenía pesadillas todas las noches y dejé de dormir por muchos días y realmente estaba mal, y...yo...intenté acabar con todo ello, decidí acabar con mi vida— se le quiebra la voz y mira hacía un lado incapaz de mirarme.

Mis ojos se caen y se humedecen.

— Entré a la bañera y a pesar de sentir el agua hirviendo en mi piel, me metí con la ropa que llevaba puesta. Me recosté y dejé el agua corriendo mientras me cubría pero estaba hundido en mis pensamientos no quería salir a la superficie así que me quedé soltando el aire de apoco y los recuerdos más me inspiraban para dejar que el agua llenara mis pulmones, y recuerdo el sentir lo caliente de mis pulmones, como me pesaban —cae una lágrima por su mejilla — y como daba pequeños saltos involuntarios, luego cerré mis ojos sintiendo mucho sueño, pero desperté...y estaba en el hospital, mis padres estaban a mi lado y Emma en un pequeño sofá, ella se enteró porque ella fue quién me encontró, no había nadie en casa y ella tenía mis llaves, me dijo que estaba en la sala de estar y sentía agua correr por lo que se quedó esperando a que supuestamente terminara de bañarme pero se asustó al ver el agua correr por las escaleras, ella fue quien llamó a la ambulancia y ella avisó a mis padres.

Pongo mis manos en su mejilla y lo giro para que me mire, mis ojos ya se humedecieron, nunca pensé que Rich estuviera tan apagado como para cometer algo así.

— Son etapas de dolor, pero tú eres fuerte ¡Mírate! eres una persona genial, has pasado por muchísimo Cariño, y aunque no ha sido correcto lo que has hecho no te culpo pero ahora sabes que todo tiene una solución...

— Tú, tú has sido mi solución.

Niego riendo mientras me saco las lagrimas.

— Rich, no tú solo has salido de ello.

— Beth— Me mira mostrando una sonrisa y coge mi mano para ponerla en su pecho.— Tú le has devuelto los latidos a mi corazón, es por tu amor por el que yo me recuperé, porque el solo pensar que al día siguiente te veré mi corazón se acelera, y mi mente solo piensa en tus ojos. Tú, Elizabeth Roux, me has sanado y ni cuenta te has dado.

— No me des el crédito, los chicos han hecho gran parte del trabajo.

El niega y se pasa los dedos por su cabello rubio que está algo largo.

— Pero ellos no saben lo que pasó, le rogué a Emma que no se los dijera, porque no quería ver en sus caras la tristeza de lo que hubieran sentido si yo hubiera muerto, y no hubiera soportado ser tratado especialmente por ello, y Emma jamás me trató así.

Sin pensarlo lo abrazo y acaricio su cabello, mi corazón se encuentra encogido en estos instantes, no podría imaginar una vida sin Rich.

El me parta despacio para sostener mi cara en sus manos y me besa despacio.

— Te quiero, Elizabeth.

— Te quiero, Friederich.

El viaje continuó, pasamos por el Golden Gate, Rich sostiene mi mano mientras conduce lo que me hace sentir más enamorada aún.

— Quiero hacer algo, lo he pensado por un tiempo y me he decidido en hacerlo hoy.

— ¿Qué cosa?

Lo miro curiosa y él sonríe de oreja a oreja.

— No te lo diré, pero lo sabrás pronto.

Le dedico una mirada y ruedo mis ojos, ¿Qué es lo que trama ahora?.

— Mañana tengo que ir a comprar mi vestido, debí comprarlo en Hill Street.

— No te preocupes, Mañana iremos.

Me sonríe y le indico el camino para llegar a casa. Al llegar está el coche de papá a las afuera y Rich toca la bocina para que salga, a penas sale se le planta una sonrisa de oreja a oreja y nos indica que pongamos el coche en el garage.

— Mi pequeña.

Me abraza fuerte y yo lo recibo de la misma forma.

— Friederich, un gusto muchacho.

Se estrechan las manos para saludarse.

— Hola Señor Roux.

Ay no, a papá no le gusta que le digan así.

— Creo que ya te dije antes que me dijeras George.

— Sí, lo siento.

Suelto una risita y ambos me miran.

— Y ¿Cuál es tu sorpresa? No he podido dormir bien porque no me has dicho.

— No cambias, ven déjame te ayudo.

Dice tomando las maletas y entramos a casa.

Subimos al segundo piso y la puerta de mi habitación está abierta.

— ¡Ay no! ¡Papá! Muchísimas gracias.

Lo abrazo y entro a mi nueva habitación, si antes no había nada ahora hay todo, mi cama es una matrimonial de color amarillo al igual que las paredes, él sabe que amo el amarillo.

Hay un escritorio de madera blanca y un gran clóset y la habitación en general está más espaciosa.




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