Eres mía [#1]

Cap.5

La vida es muy simple, pero nos empeñamos en hacerla  difícil. -Confucio.

 

 
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Me remuevo y trato de abrir los ojos, fallando en el proceso. Vuelvo a intentarlo y esta vez si lo logro; parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la poca luz de la habitación.
Me siento en la cama donde estoy y llevo mi mano a mi cabeza, cuando toca esa área siento un vendaje alrededor de ella; duele a horrores, como si me hubieran dado martillazos. Mi cuerpo no está mejor, tengo algunos rasguños y partes moradas, si mi cabeza duele a horrores mi cuerpo ni se diga. Miro mi entorno confundida, no se dónde estoy.


¡Oh, diablos no!


No, no y no. Eso que vi no puede ser cierto; todo ha sido producto de mi imaginación. Si, eso es.
Todos los recuerdos llegan a mi rápidamente, desde que conocí a Alex hasta que llego ese vampiro y el el transformándose en un gran lobo negro.


—¡Ahg! Esto no puede ser real —escondo mi rostro entre mis manos. Respiro profundo; tengo que encontrar la manera de salir de aquí.


Caigo en cuenta de que únicamente estoy usando una camisa de hombre y unos bóxers. Dios, juro que matare a ese hijo de puta. Una cosa es verme en ropa interior, pero otra muy diferente que me viera desnuda.


Me levanto de manera rápida causando que me maree y caiga al piso. Vaya mierda
El sonido de una puerta abrirse hace que dirija mi mirada a ese punto, encontrándome a un Alex recién duchado.


Jesús, María y José. Este hombre esta más que bueno, creo que no me importaría estar secuestrada por él.  


¿Te estas escuchando?
Cshh.


 Gotas de agua se deslizan por su torso marcado hasta perderse en una pequeña toalla que lo cubre.
Me pierdo en mis pensamientos imaginándome su abdomen cubierto de chocolate y yo lamiendo cada parte de él. Muerdo mi labio inferior. Soy una pervertida.


Eres la única persona que estando secuestrada tiene esos pensamientos; con la persona que la secuestro y es un lobo.
Eres muy aburrida conciencia. Solo estoy apreciando la vista.


Su mirada se posa en mí; frunce el ceño con preocupación cuando ve que estoy tirada en el piso y se apresura a llegar a mí.


—¿Qué paso? ¿Te encuentras bien? —no me deja responde cuando ya estoy nuevamente en la cama.


—¿Acaso ve que estoy bien? —interpelo sarcástica —Porque si estar bien significa estar secuestrada por un sexy hombre con problema de lobo y que un lunático vampiro casi me mate, estoy más que bien. Gracias por preguntar —termino cruzándome de brazos.


—¿Soy sexy? —cuestiona con una pequeña sonrisa. Ruedo los ojos y no respondo —Te queda muy bien mi camisa —me da la espalda y comienza a buscar algo en las gavetas de la mesita de noche.


—Eres —me callo cuando deja caer su toalla quedando a la vista su trasero bien formado. Que trasero por Dios, me alegro el día.


—¿Qué decías? —inquiere cuando ya tiene puesto unos boxers negro.


—¡Eres un maldito hijo de perra! —arquea una ceja en mi dirección —¿Cómo te atreves a desnudarme mientras estaba inconsciente? Y no solo eso, también a secuestrarme, poner mi vida en peligro y para finalizar convertirte en un lobo —farfullo frustrada.


¿Por fin te acuerda de que estas secuestrada? Porque hace unos momentos no lo parecía.


¿Sabes qué? Te pondré insoportable, te queda perfecto el nombre.


—Eres mía —su tono es frio —. Y no vi que pusieras mucha resistencia —a este yo lo mato.
Estiro mi brazo para agarrar una lampara de la mesita de noche y se la lanzo. Le pasa cerca de su cara antes de estrellarse en la pared.


—¡Esta loca mujer! —me mira furioso, pero no me importa. Él fue quien me trajo aquí, ahora que se aguante.


—¡Te jodes! Tú me trajiste aquí en contra de mi voluntad.


 —Me estas haciendo enojar —gruñe. 


—Ja, ya yo estoy enojada —expreso antes de lanzarle un reloj, que esta vez si llego a su destino.
Sus ojos pasaron de ser un bonito gris a dorado; igual a su lobo.


Se acerco lentamente a mí, tenia ese aire a peligro que te advierte alejarte, pero no iba a retroceder. Que se joda.


—Voy a ponerte sobre mis rodillas y azotare ese lindo culito hasta dejarlo rojo, para que aprendas a potarte bien —no hay espacio que nos separe, su respiración se mezcla con la mía y su palabra promete mucho.


—No soy una niña ni un perro al que puedas domesticar —zanje mirándolo fijamente. No va a intimidarme con sus palabras.


—Lo se —esconde su cabeza en mi cuello y aspira mi aroma causándome escalofríos. Intento alejarlo, pero sus brazos me sostienen de forma posesiva —Tu aroma es tan adictivo —ronronea.


—A-aléjate —lo empujo, pero no sirve de nada —. Alex aléjate.


—No —mordisque mi cuello, jadeo —. Aquí pronto estará mi marca —¿marca? Vuelvo a rempujarlo y nada.
Se separa un poco de mí, solo lo suficiente para que en un rápido movimiento este sobre sus rodillas.




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