El deseo de acabar contigo es tan fuerte como lo que siento por ti.
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—Es que en serio no puedo creer que les creyeras a una maldita carta, ¿así tomas todas las decisiones? ¿Creyéndole a cualquiera? —Me apunta con el dedo, molesta.
—Tiene demasiado sentido lo que dice la carta, ¿cómo alguien fuera de la manada va a saber que su lado vampiro y boutlyn estaba dormido, cuando los únicos que lo sabemos somos nosotros? —inquiero enfadado, no me gusta que cuestionen lo que hago.
—¡Cualquiera con suficiente poder puede hacerlo!, ella tiene enemigos que le convienen que no la protejas para que sea un blanco fácil. Tu deber es cuidarla y estás haciendo todo lo contrario —suspira tratando de calmarse —. La vas a perder para siempre, no habrá nada que puedas hacer para recuperarla si sigues comportándote como lo estás haciendo.
—No me interesa, ya no.
—Haz lo que quieras, solo sé que te arrepentirás y ella no te perdonará —se va dejándome solo en el calabozo manchado con la sangre de Kaela.
Ella es tan culpable como su padre, tiene que serlo.
—¿Y si no lo es? La habremos perdido para siempre.
—Si es así, me perdonará, soy su mate.
—Sabes como es nuestra luna, la hemos destrozado al desconfiar de ella y al atrevernos a herirla.
—Sé que lo hará, es nuestra le guste o no. Además, si de verdad es hija de Darius me ayudará a llegar a él.
—¡Eres un maldito bastardo! —ruge Matt dentro de mí —. La amo y si vuelve a tocarla, no volverás a transformarte nunca.
Es lo último que escucho de Matt. La furia recorre mi cuerpo, el deseo de destruir todo es más fuerte de lo que puedo pensar. Si de verdad Kaela es inocente, se quedará a mi lado y de no ser así, acabaré con ella.
Cuando salgo del calabozo, noto las miradas de las personas de la manada, algunas son de miedo y otras precavidas. En los años que llevo como alfa, nunca me había sucedido, aunque entiendo por qué están así. Matar a Chad fue un momento donde deseaba matar a Kaela, pero él se interpuso y terminó pagándola.
Creo que fue lo suficientemente idiota para llegar a sentir algo por mi luna y terminar dando su vida por ella.
Al llegar a la mansión lo primero que me aborda son las gemelas y sé que la conversación que tendremos no acabará en buenos términos.
—¿Qué mierda estás haciendo? —los acusadores ojos de Daila me miran triste y con desprecio. Otra cosa que nunca me había pasado, las gemelas y yo siempre hemos estado unidos, me sacan de quicio en muchas ocasiones, pero son lo que más amo en la tierra.
—¿De qué hablas?
—Matas a Chad delante de toda la manada por el simple hecho de defender a tu luna de ti mismo. ¡A Chad! Por la diosa, era nuestro amigo, tiene una familia que justo ahora está sufriendo por la pérdida de su hijo. Un hijo que murió injustamente por su alfa y ahora vuelves a atentar contra la vida de tu mate, ¿quién eres? ¿Dónde se encuentra mi hermano? —Sus hombros se hunden como si estuviera derrotada y sus ojos me miran tratando de buscar algo.
—No es algo que hablaré con ustedes —expreso tratando de retomar mis pasos, aunque Briana no lo permite.
—¡La manada es nuestra familia, Alex! ¡Kaela es tu jodida luna!
—¡Es un maldito vampiro! Debieran de entenderlo, por culpa de su padre, perdimos a los nuestros —ambas me miran con sorpresa ante esa información —¿No lo sabían, cierto? Es hija del asesino que mató a nuestros padres.
—Ella no es responsable de lo que haga su padre…
—Me cuesta creer que la estás defendiendo cuando en las últimas semanas ella no ha sido de tu agrado, Briana.
—Eso no significa que aplaudiré las malas decisiones que tomes, ya que no solo te afectan a ti.
—Oh, lo dices porque tu mate también es un vampiro e hijo de Darius —Cada unas de mis palabras destilan sarcasmo —. La diosa luna nos bendijo con nuestros enemigos, una linda historia ¿no?
—Eres un imbécil, sabes como me siento respecto a eso, ¡hasta llore en tus brazos!
—Esperen… ¿Ya encontraste a tu mate y es un vampiro? —Briana tartamudea algunas cosas, pero asiente.
—Creo que tienen algunas cosas de las que hablar, adiós hermanitas —embozo una falsa sonrisa y me voy directo al piso superior, donde se encuentra Kaela.
La habitación donde se halla, está rodeada por dos de mis mejores guerreros. Cuando me ven hacen una leve reverencia y abren la puerta.
Al entrar, el aroma a sangre golpea mi sensible olfato. Mateo, el médico de la manada coloca una última venda en el abdomen de Kaela. Ella toma lo que supongo es la sangre que el doctor le dio. Sus ojos, ahora con unos destellos rojos me miran al sentir mi presencia.
Emma y James hacen lo mismo, él al verme se tensa y se prepara para cualquier cosa. Una parte de mí se siente traicionado por ver como la defiende a ella y la otra se llena de gratitud porque sé que cuidaría a su luna con su vida.
—¿Se encuentra mejor? —le pregunto al doctor, antes de responderme recoge las gasas manchadas de sangre y unas herramientas médicas.
—Ya se encuentra mejor gracias a la sangre que consume, las heridas tardarán más en cerrarse por la plata; en un día estará como nueva —asiento y los despido con un gesto de cabeza.
—Ya pueden irse —les digo a James y Emma.
—No la dejaré a solas contigo.
—No olvides quien es el alfa, James —Kaela aprieta los labios con notable molestia, su piel se encuentra más pálida de lo que debería dándole un aspecto enfermizo.
—Estaré bien, chicos —emboza una pequeña sonrisa cuando Emma aprieta su mano.
—Las veces que quedas a solas con él no termina nada bien, luna —se expresa James mirándola con cariño. Mis entrañas se retuercen de los celos y el deseo de golpearlo por mirar a mi mate así.
—No le haré nada —mi beta me lanza una mirada desconfiada, sin embargo se aleja de ella. Emma deja un beso en su frente y le susurra que cualquier cosa, solo tiene que gritar y ellos vendrán.