Eres mía [#1]

Cap.23

Eres el rey, pero no sabes como funciona el juego.

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El dolor era tan amargo que sentía que me ahoga y no podía hacer nada para impedirlo. Vuelvo a escuchar mis gritos inundando aquella fría habitación del hospital, sola, desesperada y una parte de mi muerta. Me reprochaba una y otra vez la muerte de mi bebé, lo que pude haber hecho para que viviera. Soñé muchas veces con él en mis brazos, como aquel día en el hospital, con la única diferencia de que sostenía un niño vivo y no muerto.

Tu hijo está vivo, Kaela.

¿Hasta qué punto mi vida fue manipulada? ¿Alguna vez tuve control de ella?

—Al fin despiertas, princesa —Intenta bromear Liam para aligerar el tenso ambiente cuando despierto. Todavía seguimos en el comedor, mi cuerpo se encuentra tumbado en unos de los muebles.

Cuando mis ojos se encuentran con los de Darius, sus palabras vuelven a resonar en mi mente y una furia inexplicable abraza mi ser. Me levanto con toda la calma que puedo reunir y lo encaro. Mis colmillos rozan mi labio inferior cuando crecen, algo dentro de mí se expande como si fuera lava que va consumiendo todo a su paso.

—Repite lo que dijiste —Remarco cada palabra acercándome a él, sin embargo, no se inmuta y se queda donde está.

—Kilian está vivo y yo lo tengo en el castillo —Al escuchar el nombre de mi hijo en sus labios hace que todo parezca tan irreal. No lo pienso dos veces para abalanzarme sobre él, aunque ni siquiera le rozo un pelo —. No hagas esto, Kaela. No pelearé contra ti —Habla con calma, lo que provoca que mi furia crezca más.

—¿Por qué lo hiciste? —Agarra mis brazos cuando intento golpearlo de nuevo. Liam se acerca a una de las grandes ventanas y desde su posición nos observa con diversión.

—Contrólate —dice empujándome, con lo que mi cuerpo choca contra una mesa —. Lo hice por tu bien.

¿En serio quiere que me controle con la estupidez que sale de su boca? Apenas golpee su rostro cuando me paraliza, quiero moverme, pero no puedo. Ve mi desesperación por no poder mover mis brazos y pies.

—Te dije que te controlaras, como no lo hiciste usé mi poder contra ti —Su mano acaricia mi mejilla con ternura, quisiera alejarlo, sin embargo, no puedo.

—¿Crees que eso fue por mi bien o que todas las decisiones que tomaste lo fueron? —inquiero mirando esos ojos grises —¿Sabes lo duro que fue estar en ese orfanato? Mataron a mi mejor amiga ahí adentro, yo maté a alguien para no terminar como ella…

—Te puedo asegurar que acabé con cada uno de esos miserables.

—¡¿Crees que me importa?! ¡El maldito daño no se puede remediar! Cada día me preguntaba qué había de malo en mí, que si hice algo mal ya no lo volvería hacer, me dormía cada noche llorando y rezándole a aquel Dios que todos adoran para que mis padres volvieran por mí. ¿De qué sirvió intentar protegerme de esos boutlyn cuando siempre estuve rodeada de esos monstruos llamados humanos? Quise suicidarme en más de una ocasión, estuve en la calle, muerta de miedo y cuando al fin encontré ese rayito de esperanza, me lo arrebatas —mi voz se quiebra al decirlo —. No planeaba ser madre, pero cuando lo supe, amé a ese pequeño ser como a nadie en el mundo. Me hundí en un profundo pozo de oscuridad al recibir esa noticia, me quería morir, ¿por qué estar en un mundo donde no tenía nada? Y ahora resulta que el padre que nunca estuvo, se lleva a mi hijo por tres años haciéndolo pasar por muerto —Lo miro con rencor, puede que quizá haya tenido una buena intención, pero justo ahora siento que lo odio.

—Lo siento…

—¡No me importan tus malditas disculpas! —grito enfurecida. Una espesa neblina negra nos rodea y unos recuerdos invaden mi mente, pero los recuerdos no son míos. La hermosa mujer que aparecía en mis sueños, se encuentra junto a Darius, un instante después, la cabeza de ella rueda lejos de su cuerpo cubriendo todo de sangre.

—¡Kaela! ¡Basta! —El grito de Darius me hace mirarlo, se aleja de mí sujetándose la cabeza, de su nariz y ojos salen sangre manchando su rostro.

Hazlo, merece sufrir. Torturalo.

Sí, lo merece.

—¿Te duele? —hago un puchero con falsa pena, todavía seguimos dentro de la extraña neblina negra y puedo ver toda su vida.

Puedes manipular su mente a tu antojo, hazlo.

Lo veo retorcerse mientras alterero sus recuerdos con la que se supone que es mi madre.

—¡Para! —Todo se tiñe de rojo, el cuerpo de ella aparece destruido por el fuego, él intenta acercarse, aunque la oscuridad lo aleja.

—Lo siento, papi. Debe ser traumático ver eso, sin embargo, ahora te toca observar la muerte de Liam, el pobre e indefenso Liam —Una carcajada carente de humor brota de mis labios al verlo negar perturbado ante la escena de Liam siendo despedazado por los lobos sin poder hacer nada —. Él me ha contado que soy tu hija favorita, así que esta escena te gustará.

—No…

—Sí, observa querido padre —Antes sus ojos aparece una Kaela tirada en unos de los suelos de los barrios de Australia. Mi abdomen se encuentra abierto con un pequeño cuerpo muerto al lado. Pálida y sin vida —. Oh, mira lo que tus decisiones provocaron, estarás solo por el resto de la eternidad, Darius.

—N-no, no es verdad, ya basta —murmura con la mirada perdida —. Lo siento, lo siento.. —A lo lejos escucho una voz llamándome, pero no le presto atención.

—Mi hijo estuvo tres años sin su madre, quizá pensando que yo no lo quería, llorando porque se sintió abandonado y yo sufriendo su pérdida —hablo con voz gélida.

—¡Kaela, para! —Un cuerpo choca bruscamente contra el mío, rompiendo lo que me tenía paralizada, ya que Darius fue sacado de su pesadilla particular. La neblina se dispersa y el rostro de mi padre se haya lleno de sangre —¡¿Qué demonios fue eso?! ¡¿Estas loca para lastimar a nuestro padre y rey?! —vocifera Liam sacudiéndome. Lo empujo alejandolo de mí. Darius es atendido por dos personas raras y él me mira sin decir nada.




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