No hay peor sufrimiento que ver a la persona que amas herida.
[...]
En algún lugar.
—Vaya, pero si todavía estás vivo.
—Jódete —gruñe con la poca fuerza que le queda, el otro hombre de la habitación le regala una sonrisa irónica.
—Lástima que el que se vaya a joder serás tú —hace una pequeña pausa mirando la obra que hizo con él —. ¿Sabes que no es nada personal? Solo estabas en el momento equivocado, sin embargo, eres un buen instrumento para mi plan.
—Ella no lo va a permitir —Jala las esposas que atan sus manos, aunque sabe que solamente lo lastiman más y no puede desatarse.
—Oh, sin embargo, si tengo algo que la motivara a venir a mí.
Desde su posición observa como la locura se asoma por los ojos de su captor, llevaba semanas siendo torturado desde que lo encontró en el bosque.
Su brazo derecho se encuentra gravemente herido y ni siquiera puede recuperarse por toda la plata que hay en su cuerpo, hasta el mismo se sorprendía de no estar muerto.
El otro hombre sale de la habitación, dejándolo en la oscuridad. Trata de no darse por vencido, no obstante, su cuerpo se está rindiendo, su lobo hace días no da señales de vida y teme que no lo haga nunca más, ya que eso significa una muerte lenta.
Te extraño.
No deje que él te atrape.
Corre.
La puerta se abre con un chirrido, aquel hombre entra con un pequeño cuerpo rodeado de cadenas de plata.
El pequeño patalea, tratando de usar sus poderes sin ningún resultado. La plata quema su piel y lo debilita con cada segundo que pasa.
—¡Eres un cobarde! —grita con su pequeña voz chillona. Se gana un golpe que lo envía a unas de las paredes, queda hecho un ovillo, sin embargo, no le da la satisfacción de gritar.
—Es igual de irritante que su madre, ¿sabías que este pequeño bastardo es hijo de Kaela?
—¡Mi madre te matará! ¡Yo la ayudaré a hacerlo!
La estruendosa carcajada resuena en aquel espacio.
Él trata de moverse hacía el niño para que no lo lastimen, si es hijo de Kaela, debe cuidarlo, aunque le cueste la vida en el proceso. Es lo único que puede hacer por ella.
Kaela…
—Has heredado la arrogancia y estupidez de tu madre, bastardo —expresa con desprecio.
Se mueve hasta llegar donde el niño, al ver que se interpone en su camino, lo toma del cuello apretando con fuerza.
—Si no quieres morir hoy, no te interpongas en mi camino. Tú, Kilian y Kaela son simples peones en mi juego y los peones siempre mueren —sisea con odio antes de soltar su cuello.
Busca aire con dificultad y observa con impotencia como corta la piel del niño. Los gritos lo atormentarán durante toda su existencia si sobrevive a ese infierno.
—Quiero a mi mamá…
—¡Déjalo en paz! Puedes hacer conmigo lo que quieras, pero déjalo —súplicas con la voz rota.
—No es divertido contigo, ella sufrirá lo mismo que yo sufrí —Su daga apuñala la pierna del bebé, arrancándole otro grito.
Lo siento, te fallé.
—Alexander...
[...]
¡Holaa! Les traigo este mini capítulo, para que se preparen para lo que viene.
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Les quiere, March.