Eres mía [#1]

Cap.35

Los hombres siempre le han tenido miedo a las mujeres poderosas.»

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Observo de forma atenta mi reflejo en el espejo, algunas cosas en mí han cambiado. No hay ni una sola arruga en ninguna parte de mi cuerpo, es como si hubiera rejuvenecido, mis ojos cuando no tengo sed de sangre siguen siendo grises oscuros, sin embargo, no tienen ningún tipo de brillo, están apagados. Me veo como la misma, pero me siento diferente. Todo lo que hay en mi mente es destructivo, peligroso y tóxico, al punto de sentir que una vez deje salir todo, no podre controlarme.

Miro el cofre de oro que Darius mando a traer a mi habitación, en ella se encuentra la corona que hizo para mí. Lo abro y la agarro con delicadeza. Es un poco pesada, aunque muy hermosa. La levanto y la coloco en mi cabeza, sintiendo su peso.

¿Me merezco ser la futura reina de los vampiros?

Mientras me miro la repuesta es clara.

No.

Por eso, tomo una decisión que se la haré saber a todos una vez termine la guerra.

Me quito la corona y la devuelvo a su lugar. Es hora de acabar con los malditos bastardos.

Salgo de mi habitación para dirigirme al área de entrenamiento del castillo. Allí estarán reunidos algunos miembros de clanes y manadas cercanas. Todos nos encontramos unidos para acabar con los cazadores, durante días hemos entrenado y planificando estrategias en caso de que algo pueda salir mal. Abigail junto a otras brujas organizaron un aquelarre para hechizar las armas que usaremos, si corta la piel de un humano, este morirá.

Al llegar al lugar, los soldados se encuentran separados en diferentes grupos, mujeres y hombres de la especie vampiro en un lado y los lobos en otro lado. Mientras voy caminando, me sorprendo al ver una cara conocida.

—¿James? ¿Qué haces aquí? —cuestioné, no esperaba verlo después de lo que paso con Alexander.

—Luna —Deja de hablar con su grupo y me hace una ligera reverencia —. Vengo para pelear en la guerra.

—No pensé que tú...

—Los cazadores también afectan mi manada, además sé que tú no tienes la culpa de lo que sucedió con nuestro alfa. Fuiste importante para Alex y te respeto.

—Bien —asentí, comprendiendo lo que me dice. No deseaba que me odiara por eso. Me despido y sigo mi camino hasta detenerme al lado de Darius y Liam. Al verme, detienen su conversación con unos de los vampiros antiguos. Este me mira de arriba abajo con desprecio, aun así, hace una reverencia. Sonrío con fingida inocencia, no le caigo bien, ni a él ni al resto del consejo. Creen que solo he traído problemas y desgracias para este mundo sobrenatural.

—Mi sol —Me abrazó mi padre, la mandíbula del vampiro se aprieta. Otra cosa que ellos creen es que manipulo a Darius para que haga lo que yo digo.

No es cierto, si fuera verdad, él ni los otros antiguos estuvieran aquí.

—Hermana, ¿lista para patear traseros? —preguntó, una vez que Darius me libera.

—Sí, estoy preparada.

Quiero acabar lo más pronto posible con ellos, estoy cansada de todo esto, solo deseo un momento de calma.

Darius despide al vampiro con un movimiento de mano y dirige su atención a los guerreros, antes de comenzar a hablar.

Realmente no lo escucho, mi mente piensa en Ayrton cuando veo a su beta Anka y algunos miembros de su manada. Se fue cuando aún era invierno y ya la primavera casi acaba.
La última vez que estuvimos juntos me alimento con su sangre, es exquisita. Mantiene mi cuerpo con más energía y poder que cuando bebo la de un humano. Mi hambre se calma, sin embargo, he tenido que alimentarme de ellos.

¿En dónde estarás, Ayrton?

—Nos vamos, Kaela —dijo, Darius. Pone una daga en mi mano y se coloca a mi derecha, Liam lo imita poniéndose a mi izquierda.

Los tres vamos al frente, a una distancia corta se encuentra Anka junto a los lobos transformados, cuidando mi espalda. Se ven grandes e imponentes. Los vampiros mantienen su espacio, pero siempre en alerta.

Cuando damos los primeros pasos, todos los demás también lo hacen. Mantengo mi cabeza en alto y la espalda recta. Hoy es un buen día para acabar con ellos.

Durante el camino, nos mantenemos en silencio, escuchando los sonidos de nuestros alrededores en caso de que sea una trampa de los cazadores.

Unas de las cosas que me costó adaptarme como mitad vampiro, es lo sensible que es mi oído a los sonidos, al igual que mi olfato a los olores. Justo ahora podía escuchas los sonidos de animales pequeños que estaban a kilómetros de distancia. Es fascinante, aunque frustrante en algunas ocasiones.

Los altos árboles nos rodea, todo es muy verde y colorido. Creando un ambiente tranquilizante y acogedor, con el sonido de las aves que destaca por el lugar. Si hoy no fuera un día en el que se derramaría sangre, disfrutaría de lo precioso que es esto.

Llegamos a un sitio que desconozco, los pocos árboles que hay están a una distancia lejana, aparte de eso, no hay nada con vida cerca. Nos detenemos, parece que este es el punto de encuentro elegido para enfrentar a los cazadores. Los lobos y vampiros se distribuyen por el lugar, listo ante cualquier amenaza.

—No tardarán en venir, escucho sus pasos —dijo, Liam, cruzando los brazos.

—Yo igual los escucho, también hay un aroma raro que no logro identificar —expresé, mirando a mis alrededores.

—Deben de ser los experimentos, quizá piensan utilizarlos en nuestra contra —Darius tensa la mandíbula, sus ojos cambian de color.

—¿Será un problema?

—No lo creo, los experimentos son inestables, fáciles de matar.

Por un breve momento miro a Anka, que se ha mantenido a unos pasos de mí. Su cuerpo está tenso y como si estuviera a esperando que alguien pudiera atacarme en cualquier momento. Supongo que Ayrton le dio algunas órdenes antes de irse.

Suspiro, hago un movimiento con mi mano creando un trono al instante. Lo divertido de controlar la oscuridad es todas las cosas que puedo hacer con ella. Siento los ojos de todos sobre mí cuando me siento de manera despreocupada, Liam sonríe y niega al mismo tiempo, Darius me mira orgulloso.




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