Eres mía [#1]

Cap.36

El amor nos hace cometer locuras.

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—¡Larga vida a la futura reina oscura!

Cientos de personas están arrodilladas ante mí, aceptándome como su próxima reina, pero ni siquiera me muevo, no tengo ni idea de que hacer. Un largo silencio se extiende por el lugar y el lobo de Ayrton es el primero en levantarse. Da un paso hacía a mí, sin embargo, retrocedo.

No estoy lista para esto, además, tengo algo que hacer.

—Kaela... —Darius trato de decir algo, aunque se vio interrumpido cuando abrí mis alas y volé lejos de ahí.

Tenía que destruir a todos los Boutlyn, no podía quedar ninguno vivo. Se enterarían de la muerte de Zigor y comenzaría otra guerra, así que era mejor acabar con el problema desde raíz.

Mi herida en el hombro seguía sangrando un poco y me molestaba. Espero que ese maldito cazador se pudra en el infierno.

Estuve durante algunas horas volando, sin encontrar el lugar donde yacen los Boutlyn, hasta que me dio un aroma parecido al de Zigor en un bosque que se encuentra muy bien oculto, al otro lado del país.

El sol se estaba ocultando, así que voy a destruir esto rápido, necesito llegar al castillo y quitarme toda esta sangre de encima. Desde la altura veo algunos de ellos caminando y hablando. Parecen tan normales.

Mis ojos se fijan en la fortaleza del rey, hay guardias custodiándola, pero son pocos. Será fácil acabar con esta pequeña ciudad. Cerré los ojos e invoqué la oscuridad, recorría cada parte de mi cuerpo, buscando la manera de liberarse y destruir todo a su paso. Concentré ese poder en mis manos, abrí los ojos y vi la energía en ellas.

Eche un último vistazo a los Boutlyn y sin dudarlo mande la oscuridad hacia ellos, como una bomba a punto de estallar. Impacto el suelo, este tembló y luego fue consumido. Sus gritos fueron tan efímeros como una burbuja. No esperaban ese ataque, por lo que no pudieron hacer nada para evitar sus muertes.

La tiniebla rodeó el lugar que fue destruido, no quedo nada ni nadie en pie. Ya no hay vida aquí. Bajo y me mantengo a una distancia del pavimento, el olor es desagradable y yo parezco el ángel de la muerte vagando entre los cadáveres.

Durante unos minutos revise cada rincón, asegurándome de que no haya alguien vivo, aunque no era necesario, nadie podría salir bien luego de eso.

Me alejé de ese lugar por una carretera, mi cuerpo se encontraba al límite de mis fuerzas, necesitaba alimentarme. Por suerte, la herida ya no sangraba, aunque estaba un poco débil. Oculté mis alas, porque justo ahora sería muy llamativo y escandaloso sin un humano me viera.

Las luces de un auto me distrajeron, el conductor detuvo su carro con un brusco movimiento para evitar atropellarme. Salió, preocupado y me miro sorprendido.

—Señorita, ¿se encuentra usted bien? —preguntó, sonando cauteloso. Se acercó y yo no me moví —¿Necesita un hospital? Hay sangre en su ropa, ¿alguien le hizo daño?

—No —Lo miré fijamente.

—Venga, la llevaré a la ciudad —Agarró mi mano y se detuvo a mirarla —. Usted está muy fría, puede tener hipotermia.

Cerré el espacio que había entre nosotros.

—¿Qué hace, señorita? —murmuró, nervioso. Me sujeto a su camisa y le enseñé mis colmillos —Dios —Intentó alejarse, aterrado.

—No te mueva y se una buena comida.

—¡Ayud...! —No dejé que terminará de gritar y mordí su cuello, justo donde se encuentra su vena carótida. Su sangre inunda mi boca y bebo de él sin descanso. No es tan deliciosa como la de Ayrton, pero me sirve por ahora.

No deja de luchar, queriendo alejarme, sin embargo, no puede. Su cuerpo va perdiendo fuerza poco a poco, hasta que siento su corazón dejar de latir. Permito que caiga al suelo una vez que termino con él, tiene los ojos abiertos y la piel pálida.

Pobre, hoy no fue su día de suerte.

No he sentido ningún remordimiento en acabar con los Boutlyn ni con ese humano, creo que no soy tan buena e inocente como me gusta hacerme creer. Si el mundo me lastima, yo los haré pagar el doble, aunque arrastre a personas que no tienen la culpa.

La vida me enseño que siempre mueren justos por percadores.

[...]
 


Los guardias me miran cuando llegue al castillo de mi padre, hacen una reverencia y abren la puerta. Desde aquí puedo escuchar a Darius hablando con Ayrton. Me dirijo al gran salón, donde se encuentran ellos.

Al llegar, ambos se voltean a mirarme. El primero en acercarse es Ayrton y envuelve sus brazos alrededor de mí, en un cálido abrazo. Es inevitable relajarme al estar cerca de él.

—Pequeña luna —suspiró, aliviado y besa mi cabeza —. Estaba preocupado por ti.

—Estoy bien, lobito —gruñó al escuchar su apodo y yo sonreí —. ¿Dónde estuviste durante estas semanas?

—Kaela —La voz de Darius me hace separar de Ayrton, este vuelve a gruñir —. Ya circula la noticia de una explosión en el bosque Heritage, ¿tuviste algo que ver con eso? —preguntó, con expresión seria y mirando al lobito con cierta molestia.

—Si —admití sin culpa —. Solo me deshice de los Boutlyn, así se evitaría una futura guerra, ¿me traerá problemas eso? —cuestioné, fingiendo inocencia.

Él suspira y niega.

—No, no encontraron ninguna prueba que nos involucre.

—¡Genial! Ahora iré a quitarme esta sangre —Espera —. ¿Dónde se encuentra Liam? —Es raro no verlo, siempre se halla cerca de nuestro padre.

—Te tengo una noticia y el motivo de mi desaparición.

—¿Eso que tiene que ver con Liam?

—Él se encuentra con la causa por la que desaparecí.

Fruncí el ceño sin comprender del todo.

—Ven, te llevaré a verlo —Sostuvo mi mano entre la suya y Darius nos siguió.

Recorremos los pasillos que nos llevan a la zona de las habitaciones, no sé por qué, pero me sentí nerviosa.

El aroma a lavanda se intensifica mientras avanzamos. Se forma un nudo en mi garganta al acordarme de Kilian.

—¿Qué hacemos aquí? —Interrogué al estar cerca de la habitación de mi hijo.




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