ANTONELLA.
Después de tres años estudiando Administración de Empresas, finalmente estoy de vuelta en casa. El coche se detiene en la entrada y veo a mi hermana Bianca saltando de emoción en el porche. Detrás de ella están mis padres, Paul y Clara, sonriendo con orgullo y sosteniendo una pancarta que dice: "Bienvenida, Antonella". Me bajo del coche y corro a abrazarlos. Es un momento lleno de alegría y lágrimas.
—¡Antonella, te extrañamos tanto! —grita Bianca mientras me estruja.
—Me siento tan orgulloso, hija, —dice mi padre, dándome una palmada en la espalda.
—Sí, cariño, has logrado tanto, —agrega mi madre, limpiándose una lágrima.
—¡Oh, vamos, dejen que respire! —exclamo entre risas. —También os he extrañado a todos. No saben cuánto.
════ ⋆★⋆ ════
Horas después en casa, la fiesta está en pleno apogeo.
La mesa está llena de mis platos favoritos y hay globos por todas partes. Mis padrinos, Victoria y Leonardo, también están aquí. Victoria, como siempre, es la primera en darme un abrazo, seguida por Leonardo que me estruja con fuerza.
—¡Mira quién está de vuelta, la graduada estrella! —exclama Victoria, con sus ojos chispeando de emoción.
Repaso la habitación con la mirada, pero no está. Enzo no ha venido. Seguro que a estas horas todavía debe estar trabajando en la empresa.
Siento una mezcla de alivio y decepción.
—¡Nuestra graduada estrella está de vuelta! ¿Qué planes tienes ahora, mi querida Antonella? —pregunta mi madre, sirviéndome una porción extra de lasaña.
—Bueno, por ahora pienso entregar mi hoja de vida laboral y ver si consigo algún trabajo para empezar las prácticas, por lo que tengo entendido, la cosa está un poco difícil, pero yo tengo unas calificaciones muy buenas —respondo, tratando de sonar optimista a pesar de las dudas que siento.
—¡Eso es excelente! Por eso tengo una propuesta para ti —dice Victoria, con una chispa traviesa en los ojos. Siempre ha sido la más vivaz de la familia.
—¿Una propuesta? —pregunto, arqueando una ceja.
—Sí, he estado pensando... ¿por qué no trabajas en la empresa del tío Leo? Hemos tenido algunos problemas con las últimas asistentes de Enzo. Y creo que tú serías perfecta para el puesto, trabajarás codo a codo con él, y aprenderás de los mejores —dice Victoria, en un tono casual, pero sus ojos brillan con entusiasmo.
Me quedo pasmada por un momento. Enzo y yo siempre tuvimos una relación complicada y la idea de trabajar tan cerca de él es, digamos, impactante. Pero imagino que después de tanto tiempo, y ya siendo dos personas adultas responsables, no habrá problema. Necesito empezar mi carrera y esta podría ser una gran oportunidad.
—Eh... bueno, sí, claro. ¿Qué tendría que hacer en la empresa? —pregunto, tratando de sonar profesional mientras mi mente está en estado de shock.
—¡Estupendo! Básicamente ayudar a Enzo con todo el tema de ventas y contratos. A partir de mañana serás la asistente personal de Enzo, lo ayudarás a dirigirlo todo —dice Victoria, como si acabara de resolver todos mis problemas con una varita mágica.
—¡¿Qué?! —exclamo, quizás un poco más fuerte de lo que debería. Todos me miran y estallan en carcajadas.
—No te preocupes, hija, seguro que lo harás genial, —dice papá, dándome una palmadita en el hombro.
—Claro, sí, genial... —murmuro, mientras trato de procesar lo que acaba de pasar. Esto va a ser interesante.
Bianca, que ha estado observando en silencio, finalmente interviene con una sonrisa amplia.
—¡Será como una aventura, Antonella! Además, imagina todo lo que podrás aprender trabajando con Enzo —dice burlona, aunque los demás no lo noten, se que sus palabras tienen un doble significado.
Intento devolver la sonrisa, pero mis pensamientos están a mil por hora. La última vez que vi a Enzo, hubo una tensión extraña entre nosotros que nunca llegué a olvidar del todo. Las veces que he vuelto, por desgracia él a evitado estar presente, poniendo tontas excusas.
—Bueno, ahora que todo está decidido, ¡vamos a celebrar! —exclama mi padre, levantando su copa de vino. —Por Antonella y su brillante futuro.
—¡Por Antonella! —repiten todos al unísono, y el sonido de las copas chocando llena la sala.
La conversación se desvía hacia otros temas mientras cenamos, pero mi mente sigue volviendo a la oferta de Victoria. ¿En qué me estoy metiendo? Mientras tanto, Victoria parece estar disfrutando del espectáculo, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
—Entonces, Antonella, —dice Bianca mientras comemos el postre. —¿Estás nerviosa por mañana?
—Un poco, —admito. —Es un gran cambio y no sé exactamente qué esperar.
—No te preocupes, —dice mi madre, poniendo una mano sobre la mía. —Eres inteligente y capaz. Estoy segura de que te irá bien.
—Además, —añade Leo. —Siempre puedes contar con nosotros para cualquier cosa que necesites.
—Gracias, de verdad —digo, sintiéndome un poco más tranquila. —Aprecio mucho su apoyo.
Después de la cena, nos trasladamos al salón, donde seguimos conversando y riendo. Leonardo me cuenta algunas anécdotas divertidas de la oficina, tratando de hacerme sentir más cómoda con la idea de trabajar allí.
—Enzo es un buen chico, —dice Leonardo. —A veces puede ser un poco exigente, pero es porque quiere lo mejor para la empresa. Estoy seguro de que aprenderás mucho trabajando con él.
—Sí, he oído que tiene una reputación de ser un jefe duro, —digo con una sonrisa nerviosa.
—Bueno, eso es porque espera que todos trabajen tan duro como él, —dice Victoria, riendo. —Pero no te preocupes, Antonella. Sabes que siempre puedes venir a nosotros si se pone intenso o necesitas algo.
La noche avanza y finalmente es hora de irse a dormir. Me despido de todos y subo a mi habitación, donde me dejo caer sobre mi cama, sintiéndome agotada pero emocionada por lo que me espera. Mis pensamientos siguen girando en torno a Enzo y el trabajo que comenzaré mañana.