ENZO.
Nerea y yo entramos en mi despacho. Ella lleva una carpeta llena de documentos y su expresión es de impaciencia, como si tuviera prisa por resolver algo importante. Me siento en mi silla y la invito a sentarse frente a mí.
—Enzo, he estado organizando el viaje a Portugal —comienza a explicar sin perder tiempo—. Serán dos días intensos, así que necesitamos buscar un buen hotel cerca de las oficinas de los Jones. Las reuniones están programadas para el catorce y quince, debemos sacar los pasajes de avión cuanto antes. Tendrás unas horas libres pero hay mucho que hacer.
La escucho con atención mientras abre la carpeta y empieza a desplegar los documentos sobre mi escritorio. Nerea siempre ha sido eficiente, pero noto algo en su tono que me hace fruncir el ceño.
—Está bien, Nerea. Adelante con los detalles —le digo, esperando que continúe.
—Estoy pensado que sería más práctico viajar en jet, que sacar dos pasajes uno para mí y otro para ti. Así podré ayudarte con las anotaciones y los contratos —continúa, sin percatarse de mi creciente incomodidad.
La corto en seco, dejando claro mi punto.
—Nerea, te estás equivocando. En ese viaje tú no estás incluida.
Ella se queda sorprendida, levantando la vista de los papeles.
—¿Qué estás diciendo, Enzo? Eric me dijo que debían ir las asistentes o secretarias con vosotros para hacer las anotaciones y redactar los contratos. Es lo más lógico.
Asiento, reconociendo la lógica en su argumento.
—Efectivamente, Nerea. Deben ir las asistentes. Y, hasta donde yo sé, tú no eres mi asistente. Eres una gran empleada y me has ayudado mucho, pero mi asistente es Nella. La estamos preparando para que me ayude a dirigir la empresa, y lo correcto es que ella me acompañe.
La expresión de Nerea cambia, mostrando una mezcla de incredulidad y molestia.
—Pero, Enzo, yo tengo mucha más experiencia. ¿Cómo puedes preferir a Antonella para este viaje? ¡Sabes que es muy importante!
Su tono empieza a irritarme, y decido ponerle los puntos sobre las íes de una vez.
—Nerea, mi decisión está tomada. Nella es quien me acompañará y la que estará en presidencia conmigo el día de mañana. Si no te gusta, ya sabes lo que tienes que hacer, es tan simple como buscarte un nuevo empleo.
Nerea se queda estupefacta, incapaz de articular una respuesta coherente. Finalmente, se levanta furiosa, con sus ojos lanzando dagas en mi dirección.
—¡Esto es increíble! —exclama, antes de girarse y salir de la oficina, golpeando la puerta al cerrarla.
Respiro hondo, tratando de calmarme. La puerta se abre de nuevo y entra mi madre, Victoria, con una expresión que mezcla preocupación y un evidente alivio.
—Enzo, ¿qué está pasando aquí? Acabo de ver a Nerea salir furiosa.
—No te preocupes, mamá. Le ha molestado que haya decidido que Nella será quien me acompañe a Portugal. No se lo ha tomado bien, pero como dijiste, era necesario dejar las cosas claras.
Mi madre asiente lentamente, y veo como no puede ocultar la satisfacción en su cara.
—Hijo, sabes que confío en tus decisiones. Y déjame decirte que me alegra mucho que hayas elegido a Nella. Nerea siempre me ha parecido demasiado... ambiciosa.
—Lo sé, mamá. Aunque no estarías diciendo lo mismo si hubiera elegido a otra. Pero confío en que Nella será una mejor compañera para este viaje. Necesito alguien en quien pueda confiar plenamente.
Mi madre sonríe abiertamente, visiblemente feliz.
—Estoy muy contenta con tu decisión, Enzo. Nella tiene un gran potencial y es una persona de confianza. Siempre he pensado que es la mejor opción para ayudarte con la presidencia.
—Gracias, mamá. Sé que Nella será de gran ayuda en este viaje para la empresa.
Victoria me da una palmada en el hombro, con su expresión ahora más relajada.
—Está bien, Enzo. Solo asegúrate de mantener todo bajo control. La empresa necesita estabilidad, ya te lo dije, pero sé que con Nella a tu lado todo irá bien.
—Lo sé, mamá. Gracias por tu apoyo.
Ella me da una última mirada de apoyo antes de salir del despacho. Me quedo unos momentos en silencio, reflexionando sobre la situación. He tomado la decisión correcta, y el apoyo de mi madre me da más confianza.
Antes de volver a concentrarme en los documentos que tengo frente a mí, y prepararme para el viaje a Portugal voy a ver a Nella, y explicarle la situación. Pero por ahora, me siento tranquilo sabiendo que la tendré a ella a mi lado, y que mi madre también está de acuerdo con esta decisión.
ANTONELLA.
Mi expresión cambia ante las insinuaciones de Silvio.
—Vamos… no pongas esa cara. Todos conocemos a Enzo, ¿no?
La insinuación me hace hervir la sangre y no puedo evitar soltar una respuesta mordaz.
—Silvio, si crees que porque Nerea es una fresca, yo puedo dejar de trabajar, estás muy equivocado. —Lo miro fijamente, sosteniendo su mirada, y sonriente para que no note mi malestar. Su sonrisa se desvanece un poco—. Aquí no todas somos iguales, y si creo que tardan demasiado en esa reunión, tendré que ir personalmente a interrumpir. Tenemos contratos importantes que cerrar, y no tengo tiempo para sus juegos.
Silvio levanta las manos en señal de rendición y me sonríe, aunque noto en su mirada que mis palabras no le han gustado en absoluto.
—Tranquila, Nella. No quería ofenderte —dice, tratando de suavizar el ambiente con su tono. —Solo quería tomar un café.
—Lo sé, Silvio, pero te agradeceria que no insinúes cosas sobre Enzo y Nerea. Todos tenemos que mantener la profesionalidad —respondo, manteniendo mi postura. —Debo seguir trabajando, en otro momento si gustas nos tomamos ese café. —Aclaro para no crear un mal ambiente. Al fin y al cabo él es un cliente importante.
Silvio asiente y se retira, pero no sin antes lanzarme una mirada que deja claro que no está acostumbrado a que lo desafíen o lo contradigan.