Eres nuestra madre

CAPÍTULO 8

CAPÍTULO 8

Jelena

Me sentía mejor, volvía a ser yo al final del día, como siempre… Eso ya no importa, lo importante es que por el momento ya no siento la punzada en el estómago, ya no siento las sombras que me cubre y me ahogan, y el no sentir nada de eso es suficiente para poder decir que estoy bien. Estar ocupada me ayuda y me enfoqué en mi trabajo en todo lo que quedó del horario laboral, Lucas no me llamó lo que fue lo mejor.

Escucho que tocan a mi puerta así que dije:

—Pase.

Y entró él.

—Jelena, acaba de terminar tu horario y hoy me voy a casa temprano y como nos dirigimos al mismo sitio pensaba que lo mejor era irnos juntos.

Como si tuviera escapatoria…

—Si, me parece buena idea.

—Bien, te espero en el estacionamiento.

—Ok —le dije y con eso salió y cerró la puerta—.

Honestamente, preferiría irme sola, no quiero que me pregunte por mi actitud de hace rato pero si le digo que no a irme con él, me va a hacer más preguntas. Así que lo que debo hacer es comportarme como siempre.

***

Bien, el viaje a la casa de los Morgan fue algo incómodo, casi ninguno habló pero fue lo mejor. Entro a la casa y los veo acercarse.

—¡Jelena! —me dice Adrián y me abraza—.

—Hola pequeño, ¿cómo te fue hoy?

—Me fue muy bien —y lo dijo con una sonrisa tan bonita, tan transparente y eso me alivió, alivió mi corazón, hizo que me sintiera mucho mejor—.

—Me alegro —le dije con una sonrisa, una sonrisa verdadera, y me pregunté si yo había sonreído así a lo largo de este día o a lo largo de estos años—.

Dejé de mirar a Adrián para mirar a la otra pulga en crecimiento que me miraba desde más lejos.

—¿Y a ti cómo te fue Adriana?

—Me fue bien —me dijo, sin ninguna sonrisa y con los brazos cruzados —¿Cómo es que logras que tu pelo siga luciendo así de bien?

Directa, me agrada.

—Oh cariño, se necesita de mucha práctica y tiempo.

—Por si no lo han notado, yo también estoy aquí —exclamó el hombre de los ojos serios—.

—Cierto, hola papá —le dijo Adrián mientras me deja de abrazar y lo va a abrazar a él y Adriana también se dirige hacia su papá—.

Le sonrío.

—No los culpe, generalmente los niños se ven más atraídos con lo más brillante.

Me dirige una sonrisa falsa.

—Bien, ¿ya comieron?

—Aún no, queríamos cenar contigo y Jelena —dijo Adriana—.

—Está bien, vayan siguiendo que nosotros ya vamos —Ambos asienten y se dirigen al comedor—.

—¿Más brillante? Esas son formas de hablarle a su jefe señorita Guerrero.

—Le recuerdo, señor Morgan, que ya mi horario terminó y que ahora yo soy su invitada.

—Bien —me dice mientras se me acerca peligrosamente a tal punto de poder oler el olor del perfume que emana de su cuerpo— entonces espero que se sienta cómoda como mi invitada.

Intimidarme, eso era lo que él quería hacer. Lamentablemente para él, yo soy Jelena Guerrero.

Me acerco mucho más a él, si es que es eso posible, y le digo:

—Muchas gracias —Le sonrío y veo como se logra poner algo nervioso.

Me alejo, con una sonrisa en el rostro mientras mi mente procesa su olor y el momento que acaba de pasar.

***

La cena fue muy agradable, los que más hablaron fueron los niños y cómo les fue en la escuela y no hubo una pizca de miedo o de que algo malo les haya pasado así que eso me tranquilizó.

Después, cada uno se fue a arreglar para dormir. Yo por mi parte, ya estaba lista para irme a dormir, cuando tocan mi puerta y es por la pequeña fuerza con la que tocan que sé exactamente quiénes son.

—Pasen.

Y ahí estaban ellos, con una manta cada uno y ya sabía por dónde iba esto.

—Oh no.

—Ay vamos, solo por hoy.

—Pero ¿por qué?

—No hay razón —me dijo Adriana—, solo queríamos dormir contigo, nada más. Pero si no quieres está bien.

Es cruel, me encanta.

—Ay, está bien. Pero solo por hoy.

Ambos se acercan, uno a cada lado mío.

—Jelena.

—¿Sí?

—Nos cuentas un cuento.

—Yo no soy buena para eso.

—Por favor, tú eres buena para todo —habló Adriana—.

—Está bien… Había una vez, un señor que envió a sus dos hijos al bosque para que vayan a donde su abuela porque esta estaba enferma. Así que él sabía exactamente lo que ella necesitaba para que se sintiera mejor.

—¿Sopa caliente? —dicen ambos a la vez—.

—Un bolso Prada.

—¿Qué afición tienes tú con los bolsos Prada? —me pregunta Adriana—.

—¿Quieren que continúe con la historia o no? —Se quedan callados—.

—Bien, así, ambos niños, se fueron con el bolso Prada pero había un lobo, o sí un vanidoso lobo que quería ese bolso porque en las tiendas se habían agotado. Así que les preguntó a los niños hacia donde iban pero ellos le dijeron que no era de su incumbencia. El lobo estando inconforme, los siguió sin que ellos se dieran cuenta y escuchó que ellos se dirigían hacia la casa de su abuela. Entonces el lobo llegó más rápido a la casa de la abuela, la tomó, la escondió y se disfrazó de ella. Los niños antes de entrar a la casa, se dieron cuenta de que era el lobo pero decidieron seguirle la corriente.

—¿El lobo se iba a comer a los niños?

—No, el sabor de los niños les causaba indigestión.

—Bien, siguiendo con la historia, el lobo estaba a punto de quitarles el bolso cuando entre una cazadora, muy guapa por cierto, que levanta al lobo y se lo lleva a la cárcel en donde le hacen unas de las peores cosas.

—¿Ejecución? —me dicen ambos a la vez—.

—Lo visten con colores que no combinan. Y pues de ahí liberaron a la abuela y recibió su bolso Prada, el padre de los niños le dio un bolso Prada a la cazadora y ya, todos fueron felices, excepto el lobo y colorín colorado, este cuento se ha acabado.




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