Eres nuestra madre

CAPÍTULO 17

Capítulo 17

Jelena

Actualidad

Las lágrimas no paraban de salir de mi ojos, Pablo era la primera persona a la que le contaba esto y él estaba ahí sosteniendo mi mano y escuchando lo que decía.

—Me sentía culpable, así que me castigué a mí misma por semanas, cada vez que comía me sentía culpable por poder hacerlo porque, mientras que yo podía hacerlo normalmente, Karen debía comer mediante tubos porque tenía su rostro lleno de golpes lo que no le permitían hacerlo así que después de dos cucharadas dejaba de comer y me bañaba una y otra vez, cuando me acostaba a dormir me sentía mal porque Karen a lo mejor no podía hacerlo por el dolor tanto físico como psicológico así me mantenía en vela muchas noches, recordaba una y otra vez esa noche en el hecho de que no pude ayudarla, esa era mi vida. Cada día que pasaba me preguntaba ¿por qué ella y por qué yo no? ¿me preguntaba yo podía ser feliz? ¿merecía serlo?

—Un día, decidí que quería olvidar todo eso, así que el dinero ahorrado pensaba gastarlo en bebida. Así que fui hasta la tienda más cercana, lista para embriagarme pero me choqué con alguien y esa era Evangelina.

—¿Evangelina?

—Sí, ella era mi secretaria en mi antiguo trabajo. Cuando me choqué con ella, le pedí disculpas para seguir con mi plan pero ella me tomó de la mano, me dijo que estaba muy pálida y ojerosa, así que me llevó a mi casa, donde me preparó una buena comida y no se levantó de la mesa hasta que yo la acabara, desde ahí venía todos los días, me ayudó a limpiar mi departamento, me ayudó a limpiarme a mí, poco a poco iba mejorando, comenzaba a salir, a arreglarme, hasta pude comenzar mi último semestre en la universidad, jamás le dije a Evangelina la razón por la que ella me había encontrado así y tampoco le dije que yo no estaba totalmente recuperada, jamás le mencioné las veces en las que me levantaba de pesadillas toda sudada y no me volvía a dormir hasta agotar nuevamente mi energía haciendo ejercicio o dándome duchas heladas, sentía que si se lo decía, todo lo que ella había hecho por mí sería en vano así que durante el día, si habían personas yo debía ser la mejor, ser a quien la gente mirara, ser quien imponía, ser la persona a la que no le perturba nada cuando en realidad era lo opuesto. Y mi mente no deja de pensar en que si tan solo yo hubiese hecho algo por Karen.

—Tu no sabías que eso iba a pasar —me dijo él—.

—Pero si la hubiese oído, no le hubiesen hecho daño, si tan solo…

No podía continuar, yo solo quería llorar, llorar y llorar.

Llorar porque no pude salvar a una chica que no merecía lo que le pasó.

Llorar porque no pude salvar a mi madre y ni siquiera estuve ahí en su lecho de muerte.

Llorar porque el primer embarazo que tuve fue para darle hijos a otras personas. Hijos que no me ven como una madre, porque no lo soy.

Y ahí me di cuenta de que no estaba así solo por lo de Karen, todo era una mezcla, las situaciones que de una u otra forma me habían afectado negativamente se hacían una sola haciéndome sentir sola, acompañada por personas pero sintiéndome sola y dolía, dolía tanto. Había ocultado todo bajo la máscara de la chica bonita que todo hace bien pero yo ya no podía más, ya no podía cargar más peso.

—Está bien, está bien llorar, está bien sentir, está bien no estar bien, así que deja de ignorar lo que sientes. Son tus sentimientos y son válidos —me lo decía mientras me abrazaba—.

—¿Nunca supiste nada más de Karen?

—No, el caso no aparecía en ningún lado, por más que lo busqué no había rastros de este. Nunca quise acercarme más a ella, sentía que yo le recordaba a lo que le pasó esa noche así que no quería hacerle más daño.

—Entiendo, pero debes entender algo Jelena, no fue tu culpa.

—Pero…

—Dime algo, ¿tú le pusiste la droga a ella?

—¡No!

—¿Tú conocías a alguno de esos malditos?

—Por supuesto que no.

—¿La dejaste sola a propósito?

—¡Claro que no!

—¿Tú querías que le pasara algo malo a ella?

—No, jamás.

—Entonces, ¿por qué es tu culpa?

—Porque ella…

—¿Porque ella te lo dijo? Jelena, ella estaba lastimada pero no por eso te hace culpable y peor aún, la culpable principal porque quienes lo son, son aquellos imbéciles que se atrevieron a tocarla, ellos son a quienes se debería estar culpando. Así que Jelena, te lo pido —tomó mi rostro y me obligó a mirarlo—, deja de echarte la culpa.

—Lo intentaré.

—Bien, y sobre Karen, no te preocupes, yo te ayudaré a buscarla porque la mejor forma de sanar totalmente es conversando con ella ¿bien?

—Está bien. Gracias por escucharme.

—Y a ti gracias por contarme. Y si te vuelves a sentir mal, no importa la hora, yo te ayudaré a calmarte.

Después de eso nos quedamos dormidos en el sofá, no era tan cómodo pero había podido dormir muy bien.




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