El día siguiente, Liam decidió no ir a clase. No podía soportar la idea de encontrarse con el profesor Thorne o con la mirada preocupada de sus compañeros. Sentía que cada espacio público era un escenario, y él, el único actor involuntario.
Caminó por las calles, las coordenadas en su mente. Decidió ir al parque. El banco donde solía leer era un lugar de paz para él. Ahora, se sentía como una trampa.
Se sentó en el banco, intentando parecer normal, pero sus ojos escudriñaban cada arbusto, cada transeúnte. La paranoia era un escalofrío que no lo abandonaba.
De repente, una figura apareció en la plaza del parque. Un hombre. Vestía un traje de calle normal, pero llevaba una máscara de teatro blanca, lisa, sin rasgos, que cubría toda su cabeza. No era intimidante, pero sí inquietante. El hombre se detuvo en el centro de la plaza y sacó un proyector de mano.
La luz brilló contra la fachada de un edificio cercano, y en ella, una imagen apareció. Una proyección en bucle. Era una versión animada del ojo de Liam, perfectamente dibujado, abriéndose y cerrándose lentamente. La imagen se distorsionaba y se reconfiguraba, mientras pequeños símbolos informáticos, como bits de código, flotaban alrededor del ojo.
La gente en el parque comenzó a mirar, curiosa, algunos sacando sus teléfonos para grabar. Era una especie de "performance" urbana.
Luego, la imagen del ojo de Liam se contrajo, y debajo de ella, en letras brillantes, apareció el mensaje familiar:
`ERES PERFECTO.`
Y entonces, la voz. No del hombre con la máscara. De los altavoces ocultos que Liam ahora percibía, camuflados en los arbustos cercanos. La voz robótica y distorsionada que ya conocía, resonando en el parque:
–Observa... mi creación... la más hermosa de todas... observa... su perfección...–
Liam se levantó de golpe, la sangre hirviendo. No era una amenaza oculta. Era un espectáculo. El acosador estaba haciendo una exhibición pública de su obsesión, de su "obra de arte". Y Liam era la obra de arte.
La gente murmuraba, reía, algunos aplaudían, creyendo que era una actuación artística. Pero Liam sentía los ojos del acosador sobre él, entre la multitud, regodeándose.
El hombre de la máscara se giró lentamente, sus ojos vacíos a través de los agujeros de la máscara, directamente hacia Liam. Levantó una mano enguantada y, con una lentitud deliberada, se llevó un dedo al labio, en un gesto de silencio.
Luego, se inclinó ligeramente, como si hiciera una reverencia. La proyección en el edificio cambió. Ya no era el ojo de Liam. Era una representación abstracta de la marca en su cuello, pulsando con una luz roja.
Liam sintió una punzada de pánico. Sabía que no había forma de que el acosador hubiera visto esa marca. Nadie más que él (y Sara, fugazmente) había sabido de ella. A menos que...
Un escalofrío recorrió su columna vertebral. Él *había* visto la marca. La había sentido. ¿Y si el acosador la había plantado ahí... como una semilla? ¿Para que él mismo la "descubriera" y le diera significado?
Editado: 13.09.2025