Eres tú, Frank.

Capítulo 6.

30 de junio de 2018.

Encendí la televisión de mi habitación y me recosté en la cama.

Los gritos en casa se habían vuelto frustrantes. Decidí ignorarlos. Mamá y papá llevaban hace tiempo teniendo problemas.

Nuestras tías fueron las que organizaron el viaje a Brasil y luego nos invitaron. Pero mis padres no quisieron ir, debido a qué no tenían ánimos para estar compartiendo juntos una cosa así. Por eso nos mandaron solo a mi hermano y a mí. Y como yo era menor de edad tuvieron que pagar un documento que dejará claro que Nick Marshall iba ser mi tutor durante todo el viaje.

Al tomar el vuelo, Nick, sentado a mi lado, me había susurrado al oído: "Cuándo regresemos, espero que todo mejore en casa". Yo solo le pude dar una sonrisa melancólica como respuesta.

Nada había mejorado, era todo lo contrario.

Cuando volvimos nos enteramos que papá ya no dormía en casa, si no que se había alquilado un departamento cerca del centro. También, solo venía a visitarnos durante una hora por día y se iba. Siempre trataba de vernos en los horarios que mamá no estaba. De todas formas, en ocasiones coincidía con ella y el drama volvía a hacer presencia en el hogar, un hogar que ya no era sano, se había vuelto intolerable.

En este problema familiar, elegí no darle la razón a ninguno. Porque para mí, los dos tenían un poco la culpa de lo que estaba sucediendo.

Mamá le fué infiel a papá.

Papá mintió en demasiada cosas.

Me sentía mal y era normal que cuando algo ocurría solo deseaba alejarme de todos, no quería tener a ninguna persona a mi alrededor. Eso me provocaba un vacío, por más que yo era la que quería alejarme del resto, la que quería estar sola, porque así se suponía que iba a estar mejor, sin nadie a mi lado, igual yo me sentía vacía.

Y eso, me hizo recordar a lo que me había dicho Frank en el club.

"¿Dónde vas a ir si tu mundo se desmorona?. Y no, no pienses en ir con ninguna persona. A veces no queremos estar con nadie, en realidad, queremos estar en un lugar que no nos haga sentir vacío, aunque así se vea, uno nunca va a sentirse solo si esta en su sitio favorito".

Tenía que encontrar mi lugar.

¿Pero como iba a hacer eso?. No entendía como buscarlo. ¿Cómo iba a encontrar un lugar para mí?.

Algo más había pasado. Llevaba evitando a Frank hace días, no fué intencional, nunca quise hacerlo, pero sucedió, quería estar alejada de todos.

Quise volver a hablarle, mandarle un mensaje y responderle todos lo que él me había enviado y yo ignoraba.

Recién nos estábamos conociendo y pensé que a él no le importaría lo que sucediera en mi vida, que mis cosas no serían de su interés, menos mis problemas.

Y me equivoqué.

Comparé a Frank con mis amigas y sobre todo con Connor, mi mejor amigo.

Me había desaparecido de las redes sociales, dejé de responderle y ninguno de ellos, que consideraba personas especiales para mí, por lo menos como mínimo se preocupó por enviarme un mensaje preguntado si algo me ocurría.

A cambio, Frank, incluso con mi silencio, estuvo todo los días mandándome uno o dos mensajes. Reaccioné, había hecho mal en alejarme sin decirle el por qué.

Frank: "¿He hecho algo malo?, Nos habíamos divertido esa tarde de baloncesto. Pensé que después de eso nos comenzaríamos a llevar mucho mejor".

Frank: "Seguramente no tiene nada que ver conmigo, pero quiero saber cómo estás. Por favor, Olivia, dime algo".

Frank: "Espero que estés bien".

Frank: "Por favor, si algo ocurre, puedes contarme, estoy aquí".

Frank: "Aún estoy aquí, para tí".

En serio, quería escribirle, pero no me animaba. ¿Qué debía decirle exactamente?.

Alguien tocó mi puerta y mi atención dejó de estar en él.

—¿Qué? —pregunté esperando una respuesta desde afuera.

—Olivia, ¿puedo entrar? —la voz sin fuerza de mi hermano me hizo levantarme rápido a abrirle.

Mi corazón se encogió al ver su rostro con lágrimas. Generalmente Nick no era de llorar, sabía cuándo estaba mal por algo, pero nunca derramaba ni una lágrima. Y sabía que cuando eso ocurría, significaba que algo le había dolido demasiado, hasta el punto de no controlar sus emociones.

—¿Qué ocurre, Nick? —le indiqué para que entrara y luego cerré la puerta nuevamente.

Él se sentó en el borde de la cama y comenzó a tomar aire y a soltarlo.

—No pensé que me importaría tanto —sus ojos canelas estaban rojos, me miró fijo, su voz era casi un susurro —. Si esto era evidente que iba a suceder.

Me senté a su lado lado y le dí caricias a su espalda. Nick, tenía veinte años, aún siendo mayor que yo, me dí cuenta que en ese momento se parecía a un niño frágil que necesitaba que alguien lo consolara.

—¿A qué te refieres? —pregunté, aunque sinceramente, yo ya lo estaba prediciendo.

Mi hermano tomó mi mano.

—Cuando fuí al baño, pude escuchar a papá decirle a mamá que quería divorciarse —balbuceó —. Y ella estuvo de acuerdo. Se terminó.

Solo tenía que escucharlo. Por un segundo tuve una mínima esperanza de que no fuera esa la razón de la tristeza de Nick.

No dije nada, no había nada que añadir, solamente lo abracé. Estuvimos un rato así, intenté contenerme pero también comencé a llorar. No había nada de palabras en medio de nuestro llanto, solo el dolor que nadie más que nosotros sería capaz de entender.



#34523 en Novela romántica
#5740 en Chick lit

En el texto hay: novelajuvenil, romance, amor

Editado: 01.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.