Eres tú, Frank.

Capítulo 12.

6 de julio de 2018.

Intenté ver una película en el sofá de la sala, pero Nick estaba parado al lado del televisor con los brazos cruzados y una mirada muy seria e intimidante.

Me vió llegar anoche con Frank en el auto y hizo un berrinche más grande que el de mamá. Mi hermano era demasiado sobreprotector, el único chico de mi edad que le agradaba era Connor.

—¿Puedes dejar tu estupidez a un lado? —le exigí.

—Puedo, pero no lo haré —rebatió y entrecerró los ojos—. No me agrada. Tiene cara de ángel, creeme esos tipos así son engañosos.

—¿Eh? —fruncí el ceño —¿Qué dices?.

Caminó y se sentó junto a mí. Su semblante dejo la frialdad y cambió a uno preocupado.

—No quiero que te lastime.

Suspiré. Nick tenía miedo, no le gustaba que pusiera mi confianza tan rápido en alguien.

No. No. Frank no iba a lastimarme. O esperaba que no lo hiciera de una forma destructiva.

—Frank no me va a lastimar —le aseguré, tratando de darle tranquilidad.

Miró al frente, rodó sus ojos y negó con la cabeza.

—Todas las personas en algún momento décimos eso y al final siempre vamos a terminar lastimando a alguien —volvió a mirarme—. No quiero que sufras de nuevo, Olivia. Mucho menos ahora que estás débil.

Tenía razón.

—Entonces, nadie se salva de ser lastimado y nadie se salva de lastimar —argumenté.

Él me miró desconcertado y se pasó las manos por su cara, luego las apoyó en sus piernas y recostó su espalda en el sillón.

—Todo estará bien, créeme —agarré su mano y la apreté—. Gracias por cuidarme, Nick.

Me dedicó una media sonrisa. Creo que eso seguramente bastó para que estuviera un poco más tranquilo.

—Si quieres ve tú la película, ya le perdí el sentido —me levanté de su lado—. Iré a darme una ducha.

Caminé hacia las escaleras. Sentí que Nick me siguió, me detuve y giré.

Levanté una ceja. Tenía su boca media abierta, mantuve el silencio esperando que hablara.

—Si Frank no llega a ser un idiota... —se rascó la nuca avergonzado y emitió una risita incómoda—. ¿Le dirías que me presté su Jeep?. Sabes que deseo tener uno de esos y como son muy caros tardaré en conseguir el dinero para comprarlo, tal vez podrías quitarme las ganas aunque sea de poder manejarlo.

Me reí y me miró extrañado. ¿Hablaba enserio?. Subí las escaleras evadiendo aquella petición. Mientras él me gritaba que los Jeeps eran sus favoritos y como buena hermana yo debía apoyarlo.

Entré a mi habitación y ví los mensajes que me habían llegado cuando hablaba con Nick.

Tenía dos mensajes de Frank.

Frank: Iré con mis amigos a una fiesta a la noche. ¿Quieres venir?, también puedes invitar a quien tú quieras.

Frank: Dime que sí y te pasaré la ubicación.

Olivia: ¿Hoy?. Es jueves.

Él no demoró ni un minuto en responderme.

Frank: Estamos de vacaciones, eso no importa en estos tiempos. ¿Vendrás?.

Volví a leer el primer mensaje. ¿Invitar amigos?. Oh, no.

Había vuelto a hablar con mis dos amigas, acepte hacer una videollamada grupal con ellas. Pero las cosas con las dos quedaron en términos muy diferentes. Con Anna discutimos, casi me dijo lo mismo que Connor, que me encantaba ser el centro de atención y si eso no funcionaba empezaba a buscar formas para que el interés volviera a mí. No pude evitar gritarle de todo, lo que provocó un alboroto de insultos, Faith trató de calmarnos pero no funcionaba, ninguna le prestaba atención. Después de eso, me quedé sola con ella, ya que la loca de Anna terminó saliendo de la llamada.

Bueno, con Faith las cosas se arreglaron. Me pidió disculpas y también quiso que le contara lo que me estaba sucediendo. Se lo dije. No sé, confíe en ella. Ví esa sinceridad en sus ojos por la pantalla, como la de Frank. Estuvimos casi tres horas hablando, pero en las conversaciones habíamos dejado de lado a Connor y a Anna. Eso lo agradecí.

Yo no era mucho de ir a fiestas, no porque no me gustaban, simplemente porque no me dejaban y cuando lo hacían tenía que estar en casa temprano.

Mamá no me iba a dejar, y menos ahora que estaba un poco enfadada por lo de ayer.

Cuando se trataba de hacer cosas con mi grupo de amigos —que estaba roto— y que no hubiera alcohol, mamá accedía sin preocupaciones a que saliera. Así que tuve una idea. Esto involucraba a Faith. Entonces, le escribí.

Para Faith: ¿Quieres hacer una pijamada hoy?. Si pones tu casa mejor.

Solo necesitaba un SÍ. Solo un SÍ.

Me recosté en la cama, retrasé mi ducha. Primero tenía que conseguir ir a esa fiesta.

Ya me estaba desesperando por no recibir una respuesta. Pero, al fin de cinco minutos, contestó.

Faith: Claro, no hay problema. Me alegró ver tu mensaje!!. ¿Te parece venir a las ocho?.

Pegué un grito como si hubiera ganado un sorteo de Instagram. Dios, todo esto era por Frank, ese chico me desequilibró por completo.

Después de ese instante de emoción, respondí dos mensajes.

Para Faith: Genial, estaré allí a esa hora!!

Para Frank: Iré con una amiga. Pásame la ubicación.

Dejé mi celular a un lado y me quedé mirando el techo. No pensaba nada en específico, solo quería estar un minuto en paz.

Y vaya que mi paz no duró ni un minuto. Ya que sentí unos toques en la puerta. Por como lo tocaban supe rápido quien era. Papá. Él solía dar dos toques despacio, luego uno fuerte y otra vez dos despacio. Cuando cumplí cinco años y me hicieron una propia habitación, él me dijo que iba a empezar a tocar de una forma diferente al resto para que yo supiera al instante quien era la persona que estaba detrás.



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Editado: 01.07.2020

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