Eres tú, Frank.

Capítulo 13.

6 de julio de 2018. (Segunda parte).

—¡En que momento! —gritó, sorpresiva Faith—. Te lo tenías bien guardado, eh.

Al final, mamá si me dejó venir a su casa. Una pequeña mentira no iba a hacer nada de daño.

—¿Me acompañaras a la fiesta o no? —le pregunté mientras sacaba de mi mochila la ropa que me pensaba poner—. Después te explico todo.

Faith no sabía absolutamente nada de Frank. Recién le había contado que me estaba viendo con un chico y que me había invitado a un fiesta. De hecho nadie sabía que me veía con él, los únicos exceptuados eran mis familiares. No estaba muy contenta con que ellos lo supieran, pero tampoco iba a poder ocultarlo, si todo empezó en Brasil...

—¿Pero que le digo a mi madre? —me miró incrédula—. Siempre le aviso con anticipación cuando voy a salir en la noche.

—Siempre te da permiso, no costará nada —encogí mis hombros y le mostré despreocupación—. Solo dile que esta fiesta se presentó de repente.

Tiró su cuerpo en la cama con los brazos y piernas estirados. Se dispuso a mirar el techo, claramente se estaba pensando bien todo esto.

Se quedó así por un largo tiempo y me acerqué a ella.

—Ándale, vamos —le dí ánimos y puse mi cara en su zona de visión—. No creo que quieras que vaya sola, ¿o sí?.

Se levantó de golpe y yo me corrí a un costado.

—No puedes ir sola a una fiesta con desconocidos —su rostro se volvió serio.

—Entonces ve conmigo —fruncí mis labios.

Rodó sus ojos, pasó las manos por su cara y por último dió un largo suspiro.

—Esta bien. Hablaré con mamá.

Sonreí con suficiencia. Faith salió de la habitación y escuché sus pasos fuertes cuando comenzó a bajar las escaleras.

Empecé a vestirme. Elegí un atuendo simple, no era de arreglarme exageradamente. Un jean ajustado, una blusa con los hombros descubiertos y unas botas era lo necesario.

Mi amiga volvió a entrar en la habitación. Apoyó su cuerpo en la puerta y miró a la nada por unos segundos.

—Mamá, aceptó —sonrió de lado—. Pero ella nos llevará y luego nos pasará a buscar a las tres. ¿Entendido?.

Su semblante se puso más serio de lo normal. Debía aceptar todo lo que dijera.

Faith tenía el cabello negro azabache, sus ojos eran una mezcla de verde y marrón, un poco más baja de estatura que yo. Solía ser muy extrovertida, pero a la vez no lo era, por momentos simplemente prefería quedarse a hacer algo en una casa que ir a fiestas. Realmente ella quería una pijamada, no imaginó que había venido a su casa como una excusa para terminar yendo a otro lugar.

—Como quieras —accedí, despreocupada.

Caminó hacia su placard, sacó un vestido corto negro y zapatos de tacón pequeño.
Estuvo casi media hora en terminar de arreglarse, yo había terminado demasiado rápido, supuse que era la ansiedad de querer estar en esa fiesta lo más antes posible.

••••••••••••••••••

11:23 pm.

La fiesta estaba cerca de la ruta, casi fuera de la ciudad. No era una casa, si no un quincho muy grande. Antes de entrar estuvimos unos quince minutos en el auto escuchando una charla de la madre de Faith sobre cómo debíamos comportarnos y que cuando ella pasara a buscarnos no debía encontrarnos ebrias o habría consecuencias.

Comenzamos a caminar, trataba de ubicar a Frank pero me era imposible, había demasiada gente. La música estaba en un tono muy fuerte, algunas personas ya parecían estar borrachas. Vasos rojos tirados en el suelo, el olor a alcohol y cigarrillos inundaban mis fosas nasales.

Faith también empezó a buscar al chico que me invitó. Me pidió que le mostrara una foto de él, así que entré a su Instagram y busque una en la que se le viera detalladamente, de igual eso no era suficiente para que ella lo pudiera reconocer, porque todas los hombres que me había indicado no eran Frank.

Le mandé mensajes también, pero él no respondió ninguno.

—Prueba con llamarlo —sugirió mi amiga.

Estube al borde de hacerlo, pero un tipo se acercó y me miró analítico. Arrugó la frente, luego arqueó una ceja y me sonrió.

Con Faith cruzamos miradas confundidas por esa actitud extraña. El sujeto tenía el cabello pintado de un gris oscuro, ojos marrones bastantes claros. Su forma de vestir parecía a la de un payaso. Llevaba un pantalón con rayas verticales de diferentes colores y una camiseta con círculos amarillos y rojos. Por lo menos sus zapatillas solo eran negras. Mucho color junto.

—Disculpa... —dí un paso atrás—. ¿Qué te sucede?.

Lo observé con más lentitud. Lo había visto antes.

—Oh, lo siento —dijo en un tono despreocupado—. Capaz pensaste que era un loco. Lo soy, pero no de una forma peligrosa.

Asentí a medida que estuvo pronunciando sus palabras.

—Quería comprobar que no me equivocaba de chica —se encogió de hombros—. ¿Eres Olivia Marshall, cierto?.

Moví mi cabeza afirmando. Faith prestaba atención a la escena confusa.

—Bien, yo soy Allen Wells —extendió su brazo, dudé unos segundos, pero luego accedí y estreché su mano—. Frank, me encargó que te buscara.

Este chico era de aquella fotografía. El que estaba con las manos pintadas.

—Ella es mi amiga Faith —también debía presentarla. Allen hizo el mismo gesto de saludo.

Se quedó unos segundos observando el rostro de cada una.

—Frank estuvo solo veinte minutos en la fiesta, se tuvo que ir —soltó, mientras bebía una lata de cerveza—.  Ocurrió algo con una persona.

Fruncí ligeramente el ceño. ¿Persona?, ¿Qué persona?. Dios, había ido por él y se fué. Esto tenía que ser mentira.

—¿Es broma? —le pregunté, con la esperanza de que dijera que sí.

Miré de reojo a Faith, estaba con la mirada fija en el chico y sus labios formaban una sonrisa, de inmediato lo comprendí, estaba interesada en él.

—No, para nada, no es mentira —la voz de Allen sonó ronca—. No es algo que estuviera previsto, simplemente pasó. Creeme él nunca te hubiera dejado plantada.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, amor

Editado: 01.07.2020

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