“Fantasmas”, “espíritus”. Así los llaman algunas personas...
— ¡Haruto! Papá quiere hablar contigo — Dice Yoshi desde las escaleras.
Tenía 4 años cuando los empecé a ver, tan solo era un niño que no sabía lo que estaba pasando a su alrededor.
— ¡Voy enseguida! — Agarro mi mochila y comienzo a bajar las escaleras.
Eso hizo que odiara mi vida...
— Hola papá — Me senté en la mesa para desayunar junto a él — ¿De qué querías hablar conmigo? — Pregunté, aunque sabía lo que diría.
Nunca me acostumbré a sentir sus miradas en mí. Sé que son personas que ya no están en este mundo, pero... igual para mí, era muy incómodo.
— ¿Seguro que quieres vivir solo? — Se toma unos minutos antes de volver a hablar — No sé si estés listo para irte de esta casa, siento que... Todavía eres muy pequeño.
— Papá, tengo 20 años, ya soy un adulto. Estaré bien, no te preocupes.
Hablar de esto era para provocar burlas y quedar como un loco al frente de los demás.
— Jajaja un adulto, qué rápido crecen — Se ríe un poco ante mi comentario.
— Es una casa muy linda, vi las fotos... — Me quedé en silencio por un rato — Vi algunas fotos.
Mi mamá me abandonó cuando vio que hablaba solo, aunque en realidad hablaba con un fantasma, y de mi papá, nunca supe nada de él. Así que me adoptó un amigo lejano de mi mamá.
— Estaré bien. Además, queda muy cerca de aquí, así que los podré visitar — Sonreí.
— Bueno, y ¿Cuándo planeas irte? — Mi papá me observa atento esperando mi respuesta.
— Mañana por la mañana.
Siempre me gustó dibujar. Las personas cercanas a mí, me decían cumplidos por mis dibujos. Era por el aspecto y el sentimiento que transmitía en ellos... Claro, aunque ellos no sabían el por qué.
— Retomarás el arte, ¿Verdad? — Se escucha un poco de preocupación en su pregunta.
Cierto que mis dibujos eran diferentes porque era una manera de expresar lo que veía a mi alrededor.
— No estoy seguro. Por ahora, no quiero pensar en eso — Suspiro.
Al darme cuenta que solo dibujaba lo que más me atormentaba en la vida, dejé de hacerlo.
— Está bien, no te obligaré a que dibujes otra vez — Agarra mi mano con las suyas — Pero, quiero que sepas que eres un gran artista Haruto.
— Gracias... — Le devuelvo la sonrisa.
Mi papá se dio cuenta de que veía fantasmas, pero nunca se alejó de mí. Él trataba de que yo aprendiera a convivir con ellos, algo que no fue fácil...
Al día siguiente...
Era el momento, en que viviría en una casa que nunca revisé.
— Hijo, te estoy esperando. Es hora de irnos — Entra a mi cuarto y me ayuda con mis cosas — ¡Yoshi! Ven a ayudar a tu hermano.
— Gracias — Sonrío y luego agarro unas cajas para llevarlas al carro.
Una decisión que yo mismo tomé, pero de la cual no me arrepiento. Porque fue donde mi vida cambió por completo...