— Hola, buenos días hijo — Entra mi mamá a mi habitación.
— Buenos días — Sonrío.
— Vengo a traerte tu desayuno — Se forma una cálida sonrisa en sus labios — ¿Ya te vas tan temprano? Veo que estás ordenando tus cosas.
— Ehh, sí. Tengo que arreglar unos asuntos importantes.
Y no estaba mintiendo con lo del “asunto importante”, no pude dormir en toda la noche por lo que había ocurrido ayer.
— Pero voy a comer antes de irme. No te preocupes — Le doy un beso en la frente para luego sentarme a comer
— Está bien hijo.
En casa...
— ¡Soomin!, ya llegué.
— ¡Haruto! — Me abraza — Me alegra que estés bien.
— Sí, estoy bien... ¿Me podrías explicar qué pasó ayer?
En ese momento te pusiste ansiosa, yp me tomaste la mano, algo que hizo que me preocupara aún más.
— Creo... — Te quedaste en silencio por unos segundos — Creo que intentaban robar algo, pero luego se dieron cuenta de que había alguien aquí.
— ¿Cómo?
— Prendí las luces — Reíste un poco — No pasó nada... pero, me gustaría que tengas cuidado.
No me convenció mucho lo que me habías contado, pero traté de ignorarlo.
— Está bien — Le desordeno su cabello — Me cuidaré.
— Gracias.
Dos días después...
— Haruto, ¿No crees que deberías descansar? — La pregunta se escuchaba con preocupación — Llevas horas traduciendo.
— Lo sé, lo sé. Pero es inevitable cuando nada más te faltan dos páginas por traducir — Suspiro un poco cansado — Luego de que termine, dormiré.
— ¿Me lo prometes? — Haces un puchero.
— Sí, te lo prometo.
Te quedaste a mi lado, esperando a que terminara las últimas traducciones del libro. Luego de eso, te quedaste dormida, algo que me hizo preguntarte algo.
— ¿Soomin?
— ¿Sí?
— ¿Los fantasmas duermen? — Te observo mientras espero tu respuesta.
— Jajaja no. Nosotros no dormimos, o bueno, yo no duermo.
— ¿Eh?, ¿Co..cómo que no duermen?
Me acuerdo de cómo te reías de mí por lo confundido que estaba. Era lindo ver y escuchar tu hermosa risa.
— No sé como será con los demás fantasmas, pero para mí, me gusta estar a tu lado y sentir tu respiración. Es raro, pero me hace feliz que alguien esté vivo conmigo.
— ¿Entonces no pueden dormir?
— Nop jaja. Pero sacándole lo bueno, puedo cuidarte — Sonreíste tierno.
Era curioso como era que los fantasmas no dormían, pero espera...
— ¿Y por qué fingías estar dormida? — Pregunté indignado — Siempre en las mañanas te pasabas tus manos por tus ojos con cara de sueño ¿Eso era actuación?
— Jajaj digamos que sí — Me desordenaste el cabello — No puedo dormir Haruto, pero me gusta fingir que sí puedo.
— Jajaj eres mala — Hago un puchero.
— ¡¿Por qué?! — Sonreíste.
Después de eso me fui a dormir, me habías dicho que descansara y así lo hice, ya que también te lo había prometido.
— Mmm, parece que esos hombres, no han venido otra vez. Ten cuidado Haruto, no quiero que te pase nada malo — Me das un pequeño besito en la frente — Que tengas buenas noches.
Al día siguiente...
— Buenos días, ¿Cómo amaneciste Haruto?
— Bien... Espera, ¿Ya es de mañana? — Me levanto de la cama rápido.
— Sí jaja, veo que estabas muy cansado.
— Lo estaba — Bostezo — Soomin, hoy me toca hacer las compras.
— Cierto, no hay nada que comer — Dices de manera dramática.
— Sí hay pero, no me gusta dejar que quede poca comida en casa — Le desordeno el cabello — Cuando vuelva te traeré tus galletas favoritas — Sonrío tierno.
Ese día tenía que hacer las compras, así que salí temprano para llegar lo antes posible a casa, pero no sabía la sorpresa que me llevaría al salir de ella.