Eres Tu Y Siempre Seras Tu

Capitulo 5

Elena

Llegar a Londres se sintió como un respiro, lejos de Cruella de Vil. Decidí hacer algo que rara vez me permito, y no precisamente por el dinero, porque eso nunca ha sido un problema para mí: me hospedé en uno de los mejores hoteles de Londres. Estuve aquí hace dos años con mi hermano para nuestro cumpleaños, aunque el viaje terminó arruinado por nuestra madre, solo porque no le dijimos que vendríamos. Desde que tengo diez años, aprendí a desobedecer y a hacer lo que quiero, y justo eso es lo que busco aquí en Londres: libertad.

El Horizons Palace Hotel ha cambiado demasiado desde mi última visita. Es mucho más grande, y todo en él grita lujo, elegancia e imponencia. No en vano es el mejor. La última vez que vine, tuve la oportunidad de conocer al dueño, un hombre bastante amable. Sin embargo, tiempo después, supe que había fallecido y que ahora tanto este hotel como los otros de su cadena pertenecen a su único hijo, a quien no conozco. Sé que papá me mostró una vez una foto de él, ya que fueron muy buenos amigos.

Al llegar al hotel, me dirigí directamente a mi habitación para darme un baño relajante y, después, salir a tomar algunas fotos. Le mandé a Fabio la foto de Alex para que se la enviara, como le había prometido. Justo cuando termino de guardar algunas fotos en una USB, escucho que tocan la puerta. Al abrirla, me llevo una gran sorpresa: Alex está aquí, frente a mí. Me pregunto cómo supo dónde me estaba hospedando... Claro, debió haber sido Fabio. Pero, ¿qué hace aquí?

-Alex -murmuro.

-Elena -responde.

-¿Qué haces aquí?

-Necesito tu ayuda.

Debe ser una broma. Si alguien me hubiera dicho que hoy, después de la bofetada de mi madre, vería a Alex pidiéndome ayuda, me habría reído en su cara. Esto no es algo que él haría fácilmente. Alex siempre ha sido serio y excéntrico; me pregunto cómo su secretaria lo soporta, porque parece tener un carácter endemoniado.

-Deja de mirarme como si me hubieran salido tres cabezas -dice Alex, frunciendo el ceño.

-Esto es una broma, ¿cierto? -pregunto, incrédula.

-Sobre lo que necesito tu ayuda no es ninguna broma.

-¿Qué es lo que necesitas?

-Quiero que me ayudes con la toma de unas fotografías aquí en el hotel.

-¿Y qué te hace pensar que yo tomaría esas fotos?

-Elena... -murmura entre dientes-. Te resumiré la situación: soy el dueño de este hotel. La persona que iba a tomar las fotos tuvo un accidente, y pensé que tal vez tú podrías ayudarme.

-Entiendo, pero ¿no pensaste que tal vez ya tenía planes para hoy?

-Elena, créeme, si no fuera una emergencia, jamás te molestaría con esto ni te pediría el favor.

Lo pienso un momento, y, en verdad, no es tan mala idea ayudarlo. Fabio siempre dice que soy terca, pero ¿qué pierdo con echarle una mano?

-Está bien, te ayudaré -digo con resignación.

-Gracias, Elena -dice, y me toma la mano.

-¿A qué hora tengo que tomar las fotos?

-Si puedes, ahora mismo.

-Claro, dame un momento. Voy por mi cámara y mi teléfono.

-Bien.

Entro a la habitación y veo varios mensajes de mi madre. Decido ignorarlos por ahora; los leeré después.

-¿Exactamente qué debo fotografiar? -pregunto cuando regreso.

-Los platillos, las instalaciones... Esta sesión la hacemos dos veces al año.

-Perfecto. Vamos.

Salimos en dirección al elevador. Siento mi teléfono vibrar en el bolsillo trasero del pantalón, y decido revisarlo. Es un mensaje de Fabio:

"Hermanita, mamá está muy enojada. Dice que te va a mandar a un convento."

Río ante su mensaje. Mamá cree que todavía soy una niña a la que puede manipular a su antojo. Para ella, soy la hija rebelde, la que siempre le da dolores de cabeza. A veces pienso que sigue culpándome por lo que ocurrió hace catorce años; aunque le dije que no fue mi culpa, nunca me creyó. Desde entonces, su actitud hacia mí cambió, y papá se distanció de ella. La muerte de él le dolió tanto o más que a nosotros, a Fabio y a mí.

-¿Te pasa algo? -pregunta Alex, mirándome con curiosidad.

-No, estoy bien.

-Bien, acompáñame.

Lo sigo. Ni me di cuenta de que ya estábamos fuera del elevador; siempre que pienso en el pasado, me desconecto de todo.

-Este es el restaurante. Ahí, en esa mesa, tienes una serie de platillos con los que puedes empezar, si gustas.

-Bien. ¿Hay algo más que necesite saber?

-Nada más.

Empiezo a tomar las fotos, admirando cómo los colores resaltan en la cámara, como si fueran una especie de arte. Fotografío bocadillos, platos principales, comida bufet, y algunos postres. He tomado fotos de lugares e incluso de personas, pero nunca de comida. Para ser la primera vez, debo admitir que me están quedando bastante bien. Me acerco a Alex para mostrarle las fotos.

-Las pasaré a la computadora para que puedas elegir las mejores.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.