Eres Tu Y Siempre Seras Tu

Capitulo 18

Elena

Había pasado una semana… y qué semana. Llena de desaires, miradas inquisitivas y reuniones interminables en las que todos los miembros de la mesa directiva creyeron tener derecho a opinar sobre mi relación con Alex. Pero él no lo permitió. Se mantuvo firme, dejándoles claro que su vida personal no era asunto de nadie más.

Mi madre, como siempre, no tardó en reaccionar. En cuanto el escándalo alcanzó a nuestra familia, me llamó furiosa aquella noche. Sentí un dolor punzante en el pecho. Hacía semanas que no la veía, y ni siquiera había llamado para preguntar si estaba bien. Pero a estas alturas, nada de eso me sorprendía. Al final de cuentas, ella no me quiere… y yo ya no puedo seguir estancada en esa parte de mi vida. Quiero ser mejor. Quiero enfocarme en lo que tengo ahora, en lo que estoy construyendo con Alex. Quiero que esta relación funcione, como hasta ahora.

Fabio, con sus bromas de siempre, pasa casi todo el día en mi departamento, diciendo que también es suyo porque, según él, “yo soy su clon”. Incluso amenazó a Alex con dejar de ser su amigo si me hacía daño. Todavía recuerdo claramente aquella conversación entre ellos hace unos días:

—Amigo mío…
—Dime, Fabio.
—Últimamente te robas más seguido a mi hermana. He venido a verla y no está.
—Elena es mi novia, Fabio.
—Pero antes es mía, porque soy su hermano, su gemelo, su clon versión hombre.

Siguieron así, intercambiando palabras absurdas por varios minutos, hasta que tuve que callarlos. Me estaban estresando. Fabio incluso quiso robarse a mi gatita, Mia.

Pese a todo, fue una semana productiva, y no me arrepiento de nada de lo vivido. Despertar en los brazos de Alex —ya sea en mi cama o en la suya— ha sido una experiencia que no cambiaría por nada. Finalmente accedí a que me llevara a su casa. Una propiedad amplia, de dos pisos, donde cada rincón grita lujo y elegancia. Me habló de los recuerdos que guarda de su madre en ese lugar… y también del motivo por el que quiere venderla: desea dejar atrás el dolor. Y, en parte, lo entiendo.

Cada vez que me abraza más fuerte mientras dormimos, como si temiera que me fuera a escapar, siento que ese dolor en su pecho empieza a sanar. Y yo… yo también estoy sanando. A mi manera, a mi ritmo, pero con él.

Sentí el calor de su cuerpo detrás del mío, su respiración pausada rozando mi nuca y luego, el roce de sus labios en mi cuello. Cerré los ojos y suspiré, dejándome envolver por ese momento tan íntimo, tan nuestro.

—¿En qué piensas, princesa? —murmuró con voz ronca, mientras sus labios volvían a rozarme la piel, justo donde aún quedaba un leve rastro del chupetón que me había dejado días atrás.

—Nada importante —mentí, aunque sabía que él no me lo creería.

Alex soltó una suave risa y, con una de sus manos, acarició mi cintura hasta posarla sobre mi abdomen, atrayéndome más a su cuerpo.

—Te daría una mansión con mil autos… solo por saber exactamente lo que pasa por tu mente en este momento —susurró con ese tono encantador que siempre usaba cuando quería que hablara.

Me giré ligeramente, apoyando la cabeza en su pecho mientras le miraba con una sonrisa suave.

—Estaba pensando en lo mucho que han cambiado las cosas. En todo lo que pasó esta semana. Y en ti —admití con sinceridad.

Sus ojos brillaron con ternura y me besó la frente.

—Si supieras lo feliz que me hace escuchar eso…

—Y también estaba pensando en lo ridículo que suena que Fabio diga que soy su clon —añadí con una risita, y Alex se rio junto a mí, relajando cualquier tensión que aún quedara en el ambiente.

—No lo culpes, está celoso. Ya no eres solo su hermana, ahora también eres mi novia. Y voy a hacer todo para que sigas siéndolo —dijo, bajando la voz con seriedad y pasión.

—¿Incluso soportar a Fabio adoptando a Mia? —bromeé, y ambos reímos de nuevo.

—Hasta eso —respondió, volviendo a besarme en el cuello, esta vez con un poco más de intención.

Me estremecí suavemente y, sin pensarlo, me acomodé mejor entre sus brazos. Ahí, en esa cama, entre su calor y su risa, supe que estaba exactamente donde debía estar.

Nos quedamos en silencio unos momentos, disfrutando de la cercanía, del simple hecho de estar juntos. El tiempo parecía no existir mientras estaba en sus brazos, en ese pequeño rincón de paz que habíamos encontrado entre la vorágine de nuestras vidas. El sonido de su respiración calmaba cualquier rastro de duda en mi mente.

Finalmente, fue Alex quien rompió el silencio, su voz suave pero llena de intención.

—¿Te has dado cuenta de todo lo que has cambiado en tan poco tiempo? —preguntó, levantando una mano para acariciar mi mejilla.

Lo miré, intrigada por sus palabras.

—¿Cómo dices eso?

—Hace unas semanas, no imaginabas que estarías aquí conmigo, en este lugar, viviendo esto… y lo mejor de todo, es que tú eres la que lo ha hecho posible. —Sonrió, con una mirada que reflejaba lo que sentía.

Sentí una oleada de calidez en mi pecho, algo que no había experimentado en mucho tiempo. No era solo que estaba enamorada de él, era lo que todo eso representaba: el cambio, el futuro, las oportunidades, pero también el sacrificio.




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