Eres un Recuerdo

02 | Bienvenida.

A menudo las personas se quejan de tener una vida ‘normal’, sin drama, sin problemas…aburrida. En algún punto desean tener una vida con una montaña rusa de emociones, donde cada día se viva una experiencia nueva.

Yo estoy viviendo justo lo que algunos quisieran, con la única diferencia que yo…daría todo por tener la vida que tienen los demás; sin problemas, sin dramas…sin secretos. ¿Qué caso tiene tener una vida de secretos, cuando a nosotros son a quienes nos mienten? ¿Qué caso tiene vivir rodeada de mentiras y desconocer a todas las personas que están a tu alrededor? Por supuesto que no lo vale.

—…y podrás comenzar la próxima semana —dice la señora detrás del mostrador.

Asiento mientras me entrega una hoja repleta de información. Le agradezco y salgo de servicios escolares, rumbo a la salida de la escuela. El día es demasiado soleado y el calor comienza a sentirse insoportable a cada segundo que pasa. Menos mal no he cargado con mi sudadera.

Antes de salir, doy media vuelta y miro lo grande y linda que es la escuela. Mi nueva escuela. Seguro que rápidamente se pasarán dos años y medio antes de ir a la universidad de Francia, donde por fin, se acabarán mis preocupaciones y viviré sin temor a ser encontrada por mi padre.

Doy media vuelta y comienzo a caminar rumbo a mi casa. Aún tengo tiempo suficiente para conseguir mi uniforme y algunas cosas que utilizare dentro de unos días. ¡Dios, tendré que usar un uniforme! No pensé que aún lo utilizaría a esta edad. Sera muy extraño.

 Mi teléfono comienza a vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón. Lo tomo y miro la pantalla, es mi madre.

—¿Si, diga?

—Hola, cariño —dice dulcemente del otro lado—. Llegare tarde a casa, así que no me esperes para comer.

—De acuerdo.

—Nos vemos más tarde. Cuídate.

Termina la llamada. Continúo caminando tranquilamente, disfrutando de la brisa fresca. Los árboles danzan entre sí, mientras son acariciados con delicadeza por el aire, mientras que el sol ilumina su bailar.

Me detengo en seco en cuanto encuentro una librería. Se mira muy vieja y descuidada por fuera. Seguro que aquí encontrare lo que busco para terminar de decorar mi habitación.

Entro y se escucha el tintinear de la campana que choca con la puerta. Suelto una pequeña risita, divertida. Miro maravillada toda la tienda. Hay libros por todos lados, apilados en torres altas. Algunos libros se miran un poco desgastados del lomo. El olor a libro es exquisito.

—Hola, ¿Buscas algo en especial?

Aparece una señora de mediana edad, cabello castaño oscuro y piel ligeramente bronceada. Me recuerda un poco a mi abuela paterna, aunque esta señora parece mucho más agradable que ella. Por mucho.

Niego levemente, dedicándole una pequeña sonrisa. Asiente, se alza de hombros y vuelve de donde quiera que haya salido.

Recorro los estrechos pasillos de la librería, contemplando maravillada la excelente organización que tienen los estantes. «Sin duda alguna esto es un paraíso visual.» Sin dejar de mirar mi alrededor, tropiezo con una gran caja que se encuentra en el piso, cubierta por una pequeña manta roja cubierta de polvo.

Miro a todos lados para asegurarme que nadie me vea, aunque siendo sincera, la librería está totalmente vacía, a excepción de la dueña y una chica que se encuentra mirando del lado contrario donde yo me encuentro. Me pongo en cuclillas y delicadamente quito la manta de sobre la caja. Mis ojos se iluminan al ver diversos discos de vinilo, algunas revistas y unos cuantos objetos más que no logro identificar ahora mismo. Todo se encuentra cubierto por una ligera capa de polvo, al igual que todo se encuentra en malas condiciones. Realmente parecen muy antiguos.

—¿Te gustan?

Doy un respingo del susto, cayendo al suelo y golpeándome la cabeza con un estante. Aparece la señora de pronto, con una gran sonrisa en el rostro, la cual, se borra en cuanto mira que me he golpeado.

—Lo siento, yo no quería…

—Son tuyos si te gustan.

Sonríe ampliamente, mostrando ligeramente sus dientes. Me levanto con mucho cuidado de no tirar una mediana montaña de libros que se encuentra cerca de mí y sacudo mi trasero.

—¿Es enserio? —insisto. No quisiera que después me reporte con la policía por robarme algo, cuando claramente no fue así. Debo tener total desconfianza de todos.

—Por supuesto —dice, entusiasta—. Esto lleva mucho tiempo aquí y dudo que mi hija lo vuelva a usar.

—¿Su hija? ¿Qué edad tiene?

—Oh, ella tiene más del doble de tu edad y trabaja todo el tiempo. Seguramente que no recuerda estas cosas viejas.

—Me encantan, pero no quisiera ocasionarle problemas con su hija por llevarme esto.

—Descuida, ahora mismo ella no se encuentra en el país. Está trabajando muy lejos y no se cuando regrese. Dudo realmente que se aparezca por aquí —ríe, divertida y se alza de hombros, indiferente.

Dirijo mi vista hacia la caja y después a ella. Asiente, insistente. Realmente esto es algo que llevaba buscando hace tiempo, mucho antes de que llegara aquí. Tomo la caja y la cargo, con mucho cuidado de no tirar nada.




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