Izan estaba listo, como siempre. Andromeda hará algo que podría ser peligroso pero es necesario para conservar el secreto del su padre.
—Izan, mantén la calma. Estarás bien
—Andromeda, confío en ti tal como confiaba en tu padre.
Dicho eso Andromeda preciono un botón, Izan cerró los ojos. Su sistema se apagó, y Andromeda procedió a retirar algo de él.
Yo observé a distancia, pues no quería ser una molestia. De echo todos vimos a distancia, si, ellos también, los demás androides. Algunos solo tenían la capacidad de observar debido a sus piezas faltantes, otros tal como yo luciamos un tanto tenebrosos debido a la falta de piel sintetica en nuestro cuerpo, otros más se encontraban conectados a la corriente eléctrica aún absorbiendo energía, una que duraría por el resto de sus existencias.
De hecho aquella sala estaba rodeada de artículos de robótica. A Izan le extraerán una copia de su memoria para que Andromeda pueda estudiarla, y mejorar nuestro sistema. Yo soy Leo, junto a mi lado se encuentra Ken y Nebula, los tres tenemos algo en común fuimos fabricados el mismo día, sin embargo por alguna razón mi sistema es más avanzado. Tiempo después surgió Abell, Mare y Dened ellos son androides incompletos pero muy inteligentes me encanta pasar tiempo con ellos. Aun hay más androides a algunos simplemente los distingue un número de serie ellos están en cápsulas en un sueño casi eterno a la espera de que algún día sean útiles.
—Leo, ¿crees que seremos como Izan? —Pronuncio Nebula
—Izan es especial, y tú también lo eres a tu manera. No nesecitas ser como él.
Seremos una excelente ayuda para la humanidad aun si no tenemos sentimientos. Somos inteligentes lo suficiente para analizar situaciones y actuar justo como lo haría un humano.
—Nebula, algún día veremos el magnífico cielo azul. Del cual Izan siempre habla —Mencionó Ken, con anhelo en sus palabras
—Tu quieres ver el cielo, pero yo anhelo tener piernas. —Dijo Dened
—No eres el único —Pronunciaron Abell y Mare.
—Muy pronto, muy pronto androides. Tengan paciencia —Leo dio estas palabras a sus compañeros y amigos. El mismo había experimentado ese deseo, pues él en algún momento fue un androide de repisa.
...
Las horas transcurrieron y Andromeda estaba ansiosa. Izan no despertaba, así que me pidió ponerlo dentro de una cápsula de energía.
La tensión era tanta que casi podía tocarla, para distraerse, Andromeda comenzó a trabajar en mi Sistema. Pasaron tantos días que incluso tengo nuevas piezas.
Seres metálicos como nosotros resultamos impresionantes para la sociedad. ¿Porque necesitamos sentimientos? No es algo que nesecitamos, pero si un androide los desarrolla significa que será perfecto, no como los humanos, nosotros recordamos los peligros de las decisiones. Los androides llegaríamos lejos junto a la humanidad, seríamos seres perfectos de compañia.
Aunque de cierta forma podemos ser un alma y tener corazón muchas personas en especial los líderes de robótica quieren que seamos solo hierro.
—Andromeda, creo que la robótica está llena de errores, pero de errores útiles de cometer.
—Tienes razón Leo, los androides son un error de mi padre, pero sin duda es un buen error.
Andromeda es una mujer tranquila, silenciosa pero en su silencio tiene una gran imaginación y visión futurista.
—Izan está listo para despertar de nuevo. —Pronunció Andromeda de la nada pero sin duda fue una buena noticia para todos. Incluso los androides que estaban aburridos prestaron mucha atención a todos los movimientos de An.
Ella abrió la capsula, en ella brillaba la presencia de un androide con destellos humanos, An procedió a quedarce inmóvil, todos de echo vimos como Izan abrió los ojos, ellos reflejaron una luz azul claro dando a entender que su sistema se estaba configurando a su normalidad.
—Buen día, soy Izan. Un robot de la nueva generación futurista, seré un buen ayudante. ¿Eres mi nueva familia?
—Izan, soy Andromeda.
—Gusto en conocerte Andromeda, ¿Cual es mi primer labor? Será un gusto obedecerle.
Andromeda se levanto de su asiento y llevo a Izan a un conjunto distinto cerro la puerta con llave. Todos estamobamos igual de desconcertados.
—¿Todos lo vieron? —Dijo An, mientras caminaba por donde quiera que hubiera paso.
—Pero, ¿que salió mal?
—Muchas cosas podrían salir mal, pero nunca nos imaginamos que a un grado en el cual Izan se volviera un Androide «bueno lo es, pero un Androide normal»
Y allí estábamos
Y allí estábamos, de nuevo frente a Izan.
—Izan, soy Nebula.
—¿Eres un androide?
—Por favor, fuimos diseñados el mismo día. Compartimos las mismas tuercas amigo. Bueno a tu siempre te falto una pero da igual.
Nebula trataba de hacerlo entrar en razón, le contó toda su historia.
Después fue el turno de Ken, un androide un tanto histérico para ser un androide, la histeria es su error.
—Amigo, ¿que te hicieron? Soy Ken, tu Kencito el androide más guapo en su tipo.
—¡Ja! Eres Ken, como ese juguete que era famoso hace mucho.
—¡ANDROMEDA! ¿QUE LE HICISTE A IZAN? —Grito Ken desde adentro pero juraría que lo escucho media ciudad.
Después llevamos a Izan, a una habitación distinta, allí está Mare, ella es un androide que todavía no puede caminar debido a un fallo que no hemos resolvido. Pero Izan siempre pasaba un buen tiempo por allí.
—Izan, Soy Mare. La androide con la que amabas pedir consejos, aun sabiendo que eres más inteligente que yo misma.
—Eres muy sincera Mare, pero no te conozco.
Izan negó a Mare una y otra vez como a todos los androides anteriores.
—Esta bien si no me recuerdas, podemos hacer nuevos recuerdos.—Mare tomó su mano y sonrio.
Al terminar la conversación de Mare, Dened y Abell decidieron ver juntos a Izan, porque ambos son como uña y mugre.
—Izan, Dened rompió el jarrón del profesor Ang.
—Abell, no seas un SOPLÓN.
—Tranquilo, no recuerda nada. Además no debes ser un androide mentiroso, o te llevarán a la sala B1
—Shshshshh... Ni menciones esa sala. Nos dará mala suerte.
—No se quienes sean, ni que es la sala B1 pero creo que ambos merecen ser llevados allí—Izan Sonrió.
—¡ABRAN! Izan no está bien. «Grito Abell asustado»
—Si tan solo tuviera piernas hubiera corrido lejos de él «Susurro Dened para si mismo»
A lo cual Izan procedió a reír sin parar. Y Dened insistia que Andromeda los sacara de allí, Abell procedió a protestar sus derechos de Androide. Izan paro de reír y eso asusto más a los demás androides.