Error

Nuevos comienzos

El tiempo pasó volando, y Soyeon y Jiho —el de las cartas— construyeron una relación llena de risas compartidas, paseos interminables y momentos tiernos que ninguno de los dos había anticipado. Seúl seguía siendo su escenario favorito: cafeterías escondidas, caminatas nocturnas por el río Han, noches de lluvia viendo películas antiguas.

Sin embargo, un día, mientras paseaban por el mismo parque donde todo había empezado, Jiho notó que Soyeon estaba más callada de lo habitual, con la mirada perdida en las hojas que caían.

—Soyeon… ¿qué te pasa? Te veo distante hoy —preguntó con suavidad, deteniéndose para mirarla a los ojos.

Ella suspiró, sabiendo que no podía seguir guardándoselo.

—Es que… he estado pensando en mi amigo Jiho.

Después de lo que pasó, no sé si algún día podré perdonarlo del todo. Me duele llevar este peso.
Jiho tomó su mano con cariño.

—Lo entiendo perfectamente. Pero a veces el perdón no es solo por la otra persona; es para liberarnos nosotros. Si sientes que estás lista, tal vez deberías hablar con él. No quiero que nada te oscurezca el corazón.

Sus palabras calaron hondo. Soyeon supo que tenía razón: aquel rencor silencioso no solo la afectaba a ella, sino también a lo que estaban construyendo juntos.

—Tienes razón —dijo al fin—. Me gustaría intentarlo.

Con el apoyo de Jiho, localizaron al otro Jiho y acordaron verse en un café tranquilo del barrio. El día llegó, y Soyeon entró con los nervios a flor de piel, pero decidida. Lo vio sentado junto a la ventana; él levantó la vista y le dedicó una sonrisa tímida. Detrás de ella, Jiho —su Jiho— entró también, quedándose un poco aparte para darle espacio, pero presente como un apoyo silencioso.

—Hola, Soyeon —saludó el amigo de la infancia, con voz más seria de lo que ella recordaba.

—Hola, Jiho —respondió ella, sentándose frente a él—. Quería hablar contigo sobre lo que pasó…

Se miraron un instante antes de que Soyeon continuara.

—Lamento haberme cerrado tanto y haber cortado nuestra amistad de golpe. Fue un malentendido doloroso, pero creo que podemos dejarlo atrás.

Él pareció aliviarse visiblemente y asintió.

—Yo también lo siento muchísimo, Soyeon. Robarte la carta fue un error imperdonable. Actué por celos y miedo, y nunca quise hacerte daño de verdad.

Soyeon sintió que un peso enorme se levantaba de sus hombros.

—Valoro mucho lo que tuvimos como amigos todos estos años. No quiero perder eso para siempre.

En ese momento, el otro Jiho tomó aire y sonrió con una mezcla de nervios y felicidad.

—Hay algo que debo contarte. Desde nuestra pelea… conocí a alguien. Nos hemos comprometido y nos casamos en primavera. Quería que lo supieras en persona.

La noticia la tomó por sorpresa, pero en lugar de dolor sintió un cierre sereno, como si un capítulo antiguo se cerrara con gentileza.

—Me alegro tanto por ti —dijo con sinceridad—. Te deseo toda la felicidad del mundo.

—Gracias. Y tú… —miró brevemente hacia la puerta, donde estaba el otro Jiho— pareces haber encontrado la tuya.

—Sí —respondió ella, sonriendo—. La encontré por casualidad, en un sobre equivocado.

Se despidieron con un abrazo breve pero cálido, sin rencores pendientes. La amistad no volvería a ser exactamente la misma, pero al menos ya no había heridas abiertas.

Al salir del café, Jiho —el de las cartas— la esperaba con los brazos abiertos y una sonrisa orgullosa.

—Lo hiciste. Te enfrentaste a ello y cerraste ese capítulo —dijo, abrazándola.

—Gracias por empujarme a hacerlo. No habría podido sin ti —respondió ella, apoyando la cabeza en su hombro.

Mientras caminaban de la mano bajo los árboles del parque, Soyeon sintió que el futuro se abría amplio y luminoso. Había aprendido que perdonar no significa olvidar, sino soltar. Que las amistades, aunque cambien, pueden dejar espacio para nuevos amores. Y que, a veces, un simple error postal puede ser el comienzo de la historia más bonita.

Con Jiho a su lado, estaba lista para todo lo que viniera, sabiendo que cada final también puede ser un hermoso nuevo comienzo.

Y así, con el corazón lleno de esperanza, continuaron su camino juntos, abrazando el futuro con amor, confianza y la certeza de que estaban exactamente donde debían estar.

Fin.




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