Leila Johnson
Con pasos vacilantes me acerco a ella. Blanca. Nunca tuve problemas con ella; apenas iba a la empresa de su hermana. Aun así, verla aquí me incomoda. Sé que no tiene culpa de lo ocurrido, pero mi corazón aún guarda reservas.
Quizás debería dejar de victimizarme… pero solo yo sé cuánto queman mis recuerdos.
—Buen día, Blanca. —Exhalo con frustración—. ¿Qué quieres?
Intento sonar neutral, pero mi voz sale más dura de lo planeado. No quiero ser grosera, pero verla me recuerda a ella.
Blanca se pone de pie, manteniendo una distancia respetuosa.
—Hola, Leila. Seré directa. Necesito hablar contigo. Sé que no es fácil, pero...
Cruzo mis brazos. No sé qué expresión llevo, pero sus ojos muestran tristeza.
—No tengo tiempo —digo con dificultad, tratando de mantener el control.
—Solo escúchame un momento —insiste—. Tengo algo de Andrea. Ella te env… —la interrumpo antes de que termine.
—No quiero nada de tu hermana. Nada bueno sale de sus manos.
Blanca traga saliva, pero no retrocede.
—Andrea quiere disculparse te envió una carta.
Suelto una risa amarga.
—¿Una carta? ¿Cree que eso lo arregla todo?
Mi ira empieza a asomar, pero también algo más, curiosidad. La odio por eso.
—Por favor —murmura—. Es importante para ella.
Levanta la mirada. Veo que sus ojos brillan.
—Andrea está enferma —continúa con voz frágil—. Cáncer de útero. No le queda mucho tiempo.
Mi corazón se detiene.
—¿Qué? —pregunto apenas audible.
—Es verdad. Ella se arrepiente de lo que pasó. Acepta la carta. Solo eso. Quizás no cambie nada, pero mereces decidirlo tú. No ella.
Extiende el papel. Está arrugado, gastado. Dudé… pero finalmente lo tomo.
—Está bien —susurro—. Pero ahora estoy trabajando.
—Entiendo. Gracias por escucharme. Lo siento, Leila. Tú no merecías ese dolor.
Feliz Navidad.
La observo alejarse. Sus palabras, y ese “Feliz Navidad”, quedan suspendidas en el aire como un eco doloroso. Mi interior se divide: rechazo, rabiay una extraña apertura al perdón.
☃️☃️☃️
El día por fin termina. Recibo mi pago y salgo, lista para poner música y perderme en mi mundo. Pero entonces lo veo: Evan.
—Leila —sonríe—. ¿Quieres dar un paseo? Hay un mercado navideño cerca. Podría ser divertido.
—Evan —suspiro—. Aunque tengamos tiempo sin vernos, no significa que ahora tengamos que actuar como mejores amigos.
—No busco algo en particular —dice con ternura—. Solo estar contigo. Te extrañé.
Sus palabras me desconciertan. ¿Extrañarme? ¿Por qué?
—Si viniste a esta ciudad por algo, no te detengas por mí —respondí, intentando mantener mis barreras.
Toma mis manos y comienza a trazar círculos sobre mi piel. Un escalofrío recorre mi cuerpo.
—No me rendiré solo porque estés intentando asustarme —sonríe—. Vamos. Solo un rato.
No sé por qué cedo. Pero lo hago.
Caminamos entre luces y música. Evan habla, ríe, cuenta historias tontas. Yo escucho en silencio, y aunque la tristeza sigue ahí… algo se suaviza.
Una niña se acerca y me entrega una flor de pascua. Mi corazón se derrite un poco al ver su sonrisa, y termino aceptándola.
Minutos después, Evan señala un banco apartado.
Se sienta y comienza a partir nueces, guardándolas en una bolsa.
—¿Recuerdas cuando hacíamos esto cada tarde de diciembre? —pregunta con nostalgia.
Una sonrisa escapa sin permiso.
—Cómo olvidarlo —respondo tomando una nuez.
Se acerca lentamente.
—¿Puedo?
Asiento. Su brazo rodea mis hombros. Cierro los ojos un instante. Hace mucho que nadie me sostenía asi, sin pedir nada a cambio.
—¿Qué pasó con tu prometido? —pregunta en voz baja.
La calma desaparece.
—Temas personales —miento, alejándome.
—Ustedes tenían una sorpresa planeada en diciembre.
—No quiero hablar de eso —lo interrumpo con un hilo de voz.
Él me observa, preocupado.
—Si necesitas algo, estaré aquí —dice suavemente—. Me estoy quedando en casa de Licy. Puedes venir cuando quieras.
Su beso en mi frente deja una calidez inesperada. Y miedo. Porque después de mucho tiempo.
Sentí algo.
#10514 en Otros
#3072 en Relatos cortos
#17581 en Novela romántica
#3233 en Chick lit
Editado: 31.12.2023