Es época de sanar

❄️SEIS❄️

Leila Johnson

Evan y yo emprendimos el viaje de regreso a nuestra ciudad natal. Durante el trayecto, pensaba en cómo mi supervisora había aceptado concederme estos días libres después de jornadas agotadoras. Ella también viajaría a Colorado para pasar las festividades con su familia.

Estos últimos días junto a Evan habían sido reveladores. Me sentí más ligera después de desahogarme con él. Encontré comprensión real, sin juicios. Le conté cómo había perdonado a Andrea, e incluso lo ocurrido en el cementerio, donde algunos me miraron como si estuviera loca.
Aun así, hablarlo con él me liberó.

Evan había sido maravilloso,,esperaba a que saliera del trabajo, me acompañaba hasta casa, y algunas veces me invitaba a la suya. Encendíamos la chimenea, comíamos nueces o chocolate caliente mientras él me leía Cómo el Grinch robó la Navidad.

Habían sido días tranquilos. Días donde mi mente, por fin, no se consumía en exceso.

Cuando llegamos a Paducah, sentí mis piernas temblar y un hormigueo en el estómago. Sabía que mi familia no me juzgaría, pero volver justo en esta época era algo que nunca imaginé.

Evan apretó mi mano.

—Tranquila —susurró.

Respiré hondo.

Cuando bajé del auto y vi mi antigua casa, algo en mí se ablandó.

La fachada estaba decorada como siempre: guirnaldas, luces, estrellas. Como si el tiempo se hubiera detenido. Mi mamá siempre decía que yo era la responsable del espíritu navideño en la casa, y aun así, todo lucía intacto.

Sentí una punzada de nostalgia. Un recuerdo tibio de años donde la Navidad significaba magia, no dolor.

Entonces la puerta se abrió. Mi hermana salió cargando una caja. Se detuvo al verme. Sus ojos se agrandaron, la caja cayó al suelo y su mano fue directo a su pecho.

—¡Volvió! ¡Leila! —gritó.

Corrió hacia mí. Al abrazarnos, casi perdemos el equilibrio, pero no nos soltamos.

—¡Hermanita, estás aquí! —celebró eufórica.

La rodeé con mis brazos, cerrando los ojos. Ese abrazo contenía dos años de ausencia, de miedo, de silencio.

—Lily yo… —intenté decir.

Ella negó suavemente.

—No importa. Estás aquí. Eso es suficiente.

Unos pasitos apresurados sonaron detrás de ella.

—¡Tíaaaa!

Me arrodillé sin pensarlo. Aspen saltó a mis brazos mientras yo la cubría de besos.

—Mi rayito dorado te extrañé tanto —murmuré.

—¿Te quedas? Dime que sí.

—Claro que sí, mi amor.

Ella aplaudió.

—¡Tía se queda, tía se queda, tía se queda!

Reí con ella.

—Hola, Evan —dijo Lily—. ¿Venían directo desde Louisville?

—Sí —respondió él—. La traje de vuelta.

—Vamos adentro, los demás no lo van a creer —dijo Aspen, tomando mi mano.

Entramos juntas.

El aroma a canela y pino me recibió como un viejo amigo. A la distancia, el árbol blanco y azul, mis colores favoritos, brillaba exactamente como lo recordaba.

Entonces mamá salió de la cocina.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Caminó hacia mí con las manos sobre la boca, incrédula.

—Leila, hija mía.

Su abrazo fue cálido, firme, necesario.

—Mamá. Lo siento yo…

—No termines esa frase —me detuvo—. Lo importante es que estás aquí. Justo en Navidad.

Me abrazó de nuevo, más fuerte.

Luego vio a Evan.

—Perdona, cariño, ni siquiera te saludé.

Él la levantó entre risas y ella le dio un golpecito cariñoso en el hombro.

—Trajo a mi hermana de vuelta —dijo Lily con orgullo.

Mamá miró a Evan con una gratitud que solo una madre puede expresar y lo abrazó sin reservas.

—Cuñaaaada, ¿eres tú? —escuché al esposo jamaiquino de mi hermana detrás.

Rodé los ojos.

—Olsen —respondí con falsa seriedad—. No soy un fantasma de la Navidad pasada.

—Ya veremos —bromeó, despeinándome.

Antes de que pudiera protestar, unos pasitos lentos avanzaron hacia mí.

Mi sobrino, Mike.

Se detuvo frente a mí, observándome en silencio. Me arrodillé despacio.

No hablé.

Esperé.

Sus manitas pequeñas tocaron mi rostro, reconociéndolo con suavidad. No lo abracé. No hasta que él lo decidiera.

—Tía Leila… volviste —susurró.

—Aquí estoy, MK. No me iré.

Él rodeó mi cuello con sus brazos.

Una lágrima silenciosa cayó por mi mejilla.



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En el texto hay: amor navidad, sanar perdon, romance reflexion

Editado: 31.12.2023

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