Es imposible para mí enamorarme de mi gata

Prólogo

Mi nombre es Suzuki Yuuta. Tengo 16 años y estudio el bachillerato.

Me gustaría alargar más mi presentación pero no tengo nada espectacular que decir.

Soy solo una persona comun y corriente, un chico promedio. Sin super poderes, sin habilidades únicas, sin una historia digna de mencion.

Si tuviera que decir algo interesante sobre mi sería que mis amistades son bastante increíbles. Ellos, no yo.

Una genio de las matemáticas con una belleza que haría que afrodita sintiera envidia, y un modelo de revista que aparte es hijo de un magnate hotelero.

Unas amistades únicas cuánto menos...

Ah, que quede claro que no soy el tipo de persona que se aprovecha de sus amigos. Mucha gente me tacha constantemente por eso sin saber que, ni siquiera yo sé porque personas como ellos se acercaron a mí en primer lugar.

Volviendo al tema, si alguien merece ser protagonista de esta historia son ellos, no el amigo tonto que aparece solo como personaje secundario (Yo).

-Miau

-Nanami ¿Que pasa pequeña?

-Miau

Mientras estaba perdido en mis pensamientos, mi gata, Nanami, vino a sacarme del trance subiendo y acurrucandose entre mis piernas, usandome como su asiento personal.

-¿Quieres ver la tele conmigo?

-Miau

Aunque claramente no hablo gato, me gusta hablar con Nanami y pensar que ella también me entiende a mi.

Fue hace ya dos años que adoptamos a esta pequeña criaturita.

Regresaba de la escuela como era común, pero aparentemente, ese día el cielo decidió que era buen momento para soltar con todo su lluvia.

Buscando refugio di a parar en un callejón donde está gatita estaba hecha bola en una caja de cartón sucia y que tenía escrita la leyenda "Adoptame" en la parte frontal con un rotulador negro.

No traía paraguas así que la cubrí con mi cuerpo, lo que al final termino justo en lo que trataba de evitar.

En calidad de trapeador mojado, regrese a mi casa con la gatita en brazos. Ambos tomamos un baño y cuando planeaba soltarla para que fuera libre, ella se aferró a mi pantalón con sus pequeñas garras.

En ese momento, las reglas de mis padres sobre las mascotas se tomaron unas vacaciones en mi cerebro y finalmente decidí adoptarla, cuidarla y quererla mucho.

Para mi buena fortuna, mis papás salen de viaje seguido y con la ayuda de mi hermana menor Aiko he logrado ocultar con éxito a Nanami por dos años enteros.

Vaya, al final si que tenía una historia interesante que contar.

Una vez zanjado el tema, centre toda mi atención en la basura de la televisión.

Cada vez hay más infomerciales estúpidos y programas tontos. Es increíble que tengamos que pagar por ver estas tonterías.

Cambie el canal una y otra vez pero en todos lados era lo mismo.

-No se por que mis papás siguen pagando el cable

Dije mis pensamientos en voz alta.

-¿Puedes poner unio sobre animiales amio?

-¿Sobre animales? ¿Para que quieres ver eso Aiko?

Volteé hacia mi derecha buscando el origen de la voz, esperando encontrar a mi hermana sentada en el sofá junto a mi. Sin embargo, rápidamente recordé que había salido a la tienda y que estaba solo en la casa.

Mi mirada permaneció ahí por unos segundos hasta que decidí ignorar completamente lo ocurrido y fingir que no paso nada. Pero entonces, nuevamente aquella voz hablo.

-Amio, te pasaste ya el canial de animiales

-Ah, lo siento voy voy

Conteste por reflejo.

-Oye espera

Cuando regrese a mi, comencé a buscar por todos lados el orígen de aquella misteriosa y linda voz.

-¿Amio?

Algo asustado, mire hacia el pequeño ser entre mis piernas, quien también tenía la vista fija en mi.

Un sentimiento de sueño repentino asalto mis pupilas. Cerré los ojos por instinto y esa extraña sensación desapareció casi al instante. Pero al abrir nuevamente los ojos...

-¿Te encuentras bien amio?

La gata que tenía entre mis piernas desapareció y en su lugar, quedo una pequeña chica de ojos y cabello color miel, con orejas y cola de gato y que, por algún motivo, estaba desnuda.

Sin ningún tipo de vergüenza, la chica gato (?) acercó su rostro al mío, mirándome con una intensa y genuina curiosidad acompañada de preocupación.

Mi cerebro que ya hace mucho me había abandonado, regreso solo para soltar una patética expresión de confusión.

-¿Eh?




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