Pasaron los días. El gran día llegó, tenía que ir al colegió, estaba tan nervioso, me sudaban las manos y llegó la hora, papá ese día me preparó el desayuno y por ser el primer día iría con el por que de camino a su trabajo me llevaba.
Salimos de casa, subimos al auto y partimos. Llegando al colegió que no era lejos papá me dice.
_Papá: estas listo?
_Ramiro: creo que si.
_papá: entiendo que estas nervioso, pero te ira bien.
_Ramiro: gracias papá, solo que tengo miedo de no adaptarme.
_papá: te entiendo hijo!
_Ramiro: no es fácil, ojala me entendieras.
_papá: todo va estar bien tranquilo si.
_Ramiro: si papá gracias. Bueno me voy.
_papá: Dale te veo a la tarde.
_Ramiro: chau.
_papá: chau hijo.
Baje del auto y entre, sentía un temblor pero no por el colegio si no que me sentía raro, el último año del colegio y yo empezando en uno nuevo, Todo era desconocido.
Sonó el timbré y fui a formarme para ingresar, al principio no sabía dónde, hice fila en cualquier lado hasta que un docente me preguntó de qué año soy y me guio a la fila correcta, yo colorado de los nervios y la vergüenza de haberme equivocado de fila.
Después de las presentaciones de los directivos entramos a las aulas. Me senté sólo en el fondo, todos murmuraban y me miraban era evidente que hablaban de mi, pero yo sólo prestaba atención a la clases.
Así transcurrió toda la mañana, no había mucho para hacer y yo me sentía “el raro “del salón. A la salida fui caminando a casa, llegue me cambié de ropa y mire que podía hacer de comer, cuando bajo a la cocina en la mesa había un pequeño paquete y en la tarjeta decía -ESTE REGALO ES POR TU PRIMER DIA DE CLASES Y PARA ESTAR EN CONTACTO- era un celular muy bueno que papá me había dejado en la mañana como regalo del primer día de clases, yo se lo venía pidiendo pero papá no quería dármelo porque decía que me distraería de mis cosas, pero ahora que estoy más grande y el no pasa mucho tiempo conmigo, entonces así estar en contacto.
Lo Prendí empecé a mirar y personalizarlo, era un buen celular y yo de la emoción se me fue el apetito y el mal trago de la mañana en el colegio.
Y así paso la tarde, yo distraído con en celular pero como no tenia tareas aproveche.
Papá llego de trabajar, estaba un poco cansado, pero se dio una ducha y se sentó a ver tele yo baje de la habitación también a ver tele con él.
Estuvimos un rato en silencio después el pregunta
_papá: y como te fue hoy?
_Ramiro: bien, normal.
_papá: y el regalo que te pareció.?
_Ramiro: muy bueno papá, gracias por la sorpresa.
_papá: Lo necesitabas, igual es para comunicarnos no lo uses mal, sabes de los peligroso que puede ser si lo usas mal.
_Ramiro: si papá ya se, quédate tranquilo.
_papá: Bueno hijo, vos sabes que confió en vos y no quiero nada raro.
_Ramiro: si papa.
_papá: y vos también podes confiar en mi, podes contarme lo que sea y sabes que voy a estar siempre y cuando no sea algo malo.
_Ramiro: si papá lo se.
Y nos quedamos en silencio viendo la tele, yo por dentro me sentía raro porque tenía la necesidad de preguntarle a papá algunas cosas pero no me animaba me daba mucho miedo de cuál sería su reacción, me cabeza se aceleraba pero mantuve la calma no quería hacer o decir algo hasta que no esté seguro porque no era nada fácil decir eso y menos conociendo a mi padre el carácter y lo cerrado que es para algunas cosas.
Después de un rato papa dijo para cenar algo y luego nos fuimos a acostar, cada uno en su habitación, al día siguiente teníamos cosas que hacer, yo me quede un rato mas hablando con mis amigos de la otra ciudad, ahora que tenia teléfono nos escribíamos de ves en cuando. Hasta que me quede dormido.
Al día siguiente me desperté y me prepare rápido, papá ya se había ido ese día mas temprano.
Desayune y fui al colegió, entramos a las aulas y todo pareciera ir más rápido, yo en el recreo estaba con el celular, y eso hacía que mañana pase rápido, como nadie me hablaba y todos tenían grupo definidos yo aún me sentía sólo dentro del aula.
Así pasaron varios días todo transcurría de la escuela a la casa y papá en el trabajo sólo nos veíamos por las tardes y para cenar, a veces me dejaba preparado el almuerzo y otras veces yo me las ingeniaba para cocinarme algo. Hasta papá se sorprendía de las veces que cocinaba, era muy divertido y cuando volvía nos reíamos mucho. Pero por dentro yo sentía la necesidad de hablar con el de algunos temas que me venían atormentando en la cabeza y al no tener amigos no sabia con quien hablar y mis amigos de la otra ciudad tampoco entenderían.