Había pasado más de una semana desde que Joselyn estaba recluida. Juan Carlos prácticamente vivía en su antigua casa, junto con Eduardo y su exsuegra. El niño lo dejaba trabajar durante el día, pero en la noche no dejaba de llorar hasta que Juan Carlos llegara. A esas alturas, los tres ya se habían acostumbrado a formar una familia por accidente.
El director del centro de salud llamó a Juan Carlos para que se acercara a hablar con él al día siguiente. Ya Joselyn había superado la crisis y se encontraba mucho mejor. Era el momento de que regresara a su vida normal, pero había un problema.
—¿Qué significa que no recuerda nada? –preguntó Juan Carlos.
—Lo último que recuerda es que está casada con usted. No recuerda al niño ni su divorcio.
—¿Qué se supone que yo haga?
—Esperar un poco. Ya hablé con ella sobre el niño, y del divorcio, pero se niega a aceptarlo. ¿Usted tiene una pareja o novia?
—No, no tengo, ¿a qué viene esa pregunta?
—Mi consejo es que se mude a vivir con ella, pero no como esposos, simplemente para que lo vea en un ambiente que le es familiar, y así pueda recuperar la memoria.
—¿Cuánto tiempo tardará en hacerlo?
—No lo sé con exactitud. Por algún motivo ella está bloqueando sus recuerdos, y hay que esperar que algo de lo que vea u oiga, sea el detonante que derribe ese muro que le impide recordar.
—Lo que me propone es una idea descabellada.
—Si lo es y me atreví a recomendarla por lo que dijo Teresa sobre el niño la última vez que vino. Joselyn no lo recuerda, incluso cuando lo vio, no quiso cargarlo, así que es posible que tenga que cuidarlo un tiempo más, hasta que la madre pueda tomar el control de él, y pueda sustituirlo.
Esas palabras se clavaron dolorosamente en su corazón, ya que no se había percatado que al regresar Joselyn a su casa, dejaría de ver al niño todos los días, y se había encariñado muchísimo con él. Una lágrima escapó de sus ojos y dijo:
—¿Cuándo regresaría a la casa?
—El próximo miércoles. Yo la estaré preparando para que pueda regresar tranquilamente.
Se despidieron y al llegar la noche, luego de dejar dormido a Eduardo en su cuna, habló con Teresa sobre el regreso de Joselyn a la casa, y sobre la posibilidad de que él se mudara a la casa un tiempo.
—¿Crees que puedas hacerlo después de lo que pasó?
—Debo hacerlo por el niño, has visto como se pone cuando no estoy con él, y si Joselyn no puede atenderlo, debo estar aquí.
—Lo amas ¿verdad?
—Sí, lo amo muchísimo, y tengo miedo que no me deje verlo después que recobre la memoria.
—Habrá que esperar, yo también tengo el mismo miedo, sin embargo lo único que importa es que Eduardo vuelva a tener a su madre.
Juan Carlos asintió con la cabeza, se dieron las buenas noches y se retiraron a sus habitaciones a dormir. Los días siguientes prepararon todo para el regreso de Joselyn.
El día del regreso de Joselyn había llegado, y Teresa esperaba impaciente en la casa. Eduardo se había levantado contento y tranquilo, como si supiera que su madre estaba por llegar. Se escuchó el ruido de los frenos, y Teresa salió a recibirlos. Joselyn comenzó a bajar del auto reconociendo todo lo que estaba a su alrededor, y al ver a su madre se acercó a ella muy contenta y la abrazó con fuerza. Detrás estaba Gloria con el niño en brazos, se acercó a ella, pero Joselyn se negó a cargar a Eduardo, se podía ver en sus ojos miedo, y nadie entendía que podía albergar ese miedo que le impedía cargar a su propio hijo.
Entraron a la casa, y Eduardo estiró los brazos a Juan Carlos para que lo agarrara. Él lo tomó sin problemas y le dio un pequeño beso. Teresa le dio un tour por la casa para que la reconociera, y regresaron contentas. El resto del día, charlaron de la familia para ayudar a recordar a Joselyn, y ella recordaba todo hasta el día antes de conocer al que fue el padre de su hijo. Antes de la cena, Juan Carlos dio de comer al niño y lo acostó como todos los días. La cena fue en silencio porque Joselyn se veía temerosa, parecía que el ver a Juan Carlos con el niño la había desencajado un poco. Teresa recogió todo, limpiaron la cocina, y cada uno se fue a su habitación. Juan Carlos tardó un poco en quedarse dormido, porque había sido un poco tensa la llegada de Joselyn.
El reloj de la mesa de noche marcaba las 11:50 pm, y Juan Carlos que estaba profundamente dormido, abrió los ojos al sentir que alguien estaba acariciando su espalda. Giró su cuerpo para ver a Joselyn a su lado, con una mirada de deseo.
—¿Qué haces aquí?
—Eres mi esposo y quiero dormir contigo.
—Ya te explicaron que estamos divorciados, no deberías estar aquí.
—Te necesito Juan Carlos, quiero sentir tus besos, tus caricias, tu cuerpo sobre el mío, por favor ámame.
—No puedo Joselyn, si recordaras lo que pasó no estarías aquí.
—No lo recuerdo y no me importa, sólo quiero ser tuya una vez más.