El mal humor que poseo ha hecho doler mi cabeza a una capacidad de molestarme hasta el mínimo sonido que me rodee. Después de escuchar aquella conversación de Axell y Chase solo he conseguido aumentar mi curiosidad y ansiedad. Si antes anhelaba tener respuestas, ahora haría lo que fuera por conseguirlas. ¿Chase se estaba refiriendo a Anabell y Axell a mí? No quiero sacar suposiciones apresuradas pero es lo que he estado haciendo desde mi despertar.
Al llegar y atravesar las puertas de la universidad, un misterioso aura rodea mi andar. La tensión es tanta que se puede cortar con una tijera. Además, no ayuda que a mi lado tenga a mi mejor amiga callada e introvertida cuando siempre es todo lo contrario; dirigirme la palabra no está en sus planes, mucho menos mirarme. Ya me canse de insistirle y parecer una porfiada al estar preguntándole la razón de su estado. Me harta que pague sus asuntos conmigo.
Mis vellos se elevan al ver las miradas examinadoras y penetrantes que los estudiantes ejercen sobre mi cuerpo, así que con los pelos en punta, me introduzco a la clase de matemática que me corresponde sin voltearme para chequear si Anabell continúa conmigo. Echo un vistazo para ver si hallo algún semblante conocido. Me topo con Adam y me acerco a grandes zancadas hacia donde se encuentra.
—Adam —le llamo, molesta.
—Hey, Elena —responde neutral. La cólera sube a otro nivel.
—tú, ser despreciable. No te molestaste en escribirme al llegar a casa de Erika. —Me cruzo de brazos —es increíble que no pienses lo preocupada que estaba ¡siquiera atendías tu celular!
—lo siento, se me olvidó por completo y tenía el teléfono descargado. Aun así... —Escanea su alrededor —no me tienes que gritar, a los demás no les interesa lo que estás diciendo.
Aprieto la mandíbula al ver lo cotillas que son y cómo chismorrean entre ellos —espero que la hayas pasado genial —mascullo y me siento en el puesto delante de mi hermano. Me giro hacia él y observo como sus mejillas se ruborizan con bochorno.
—ohm, si —musita apenado.
—no me digas que tu... Erika... los dos, ya sabes —expreso atónita, uniendo constantemente mis dedos índices para hacer referencia a lo dicho.
— ¡Elena! —exclama, sonrojándose con más furia.
—oh por dios ¡Adam! —No sé si enfadarme o dejarlo estar, en sí, es el pene suyo y hace con él lo que le dé la gana. Sin embargo, hay algo que me preocupa — ¿Qué pasó con Anabell? ¿No te pasó por la cabeza mientras follabas con ella? —Absolutamente todos los alumnos presentes, voltean sus rostros para divisarnos ¿acaso lo dije muy alto?
— ¿tienes que decir esas palabras? —Se cruza de brazos sobre la mesa blanquecina y apoya su frente en ellos.
— ¿Cuáles? ¿Follar? ¿Qué quieres que te diga? —Alzo una ceja. — ¿tener una práctica sobre la reproducción humana? —Suelta una carcajada —es estúpido, Adam. Te avergüenza decir aquellas palabras pero si te gusta hundirte en hoyos, ¿no?
— ¡Elena! —Me reprocha con mero fastidio —hazte un lavado en esa pervertida cabeza, está del asco. —Frunce el ceño mientras me carcajeo.
—No tanto —excuso, encogiéndome de hombros —pero... hablando en serio ¿Cómo pudiste acostarte con Erika cuando hace poco te desvelabas por nuestra amiga? ¿No te sientes mal?
—creo que es mejor hablar de eso después. —Evita mi pregunta cuando percibe las ojeadas que nos dan las personas.
—Si —concuerdo —nos salieron chismosas los hombres y mujeres. —Indirecta para una chica que no para de bisbisear con la fémina que tiene a su costado derecho. Ni siquiera se esfuerzan en disimular, nos miran, escuchan y hablan entre ellas.
Malditas chismosas.
Doy por culminada la conversación, girándome para sentarme "adecuadamente" sobre la silla. Necesito recapitular; primero, Adam quiere a Ana; segundo, la besa; tercero, se acuesta con Erika. Descarto las posibilidades que haya hecho eso para despejar la mente, lo conozco más que a nadie y él no es de esas personas que usan a los demás para beneficio propio. Es obvio que no fue a casa de ella para jugar ajedrez y eso es lo que me sorprende.
Le perturbamos la mente.
Inserto meme de pikachu en mi mente.
Adam hace con su vida lo que quiera pero de sus actos hay consecuencias y en estos instantes el contratiempo es que Anabell se deprima. Aunque lo niegue, tengo más que claro que gusta de mi hermano y que ese "amor" que sentía de joven por él aún no ha desaparecido y por los momentos no se desvanecerá. Me parece estúpido que utilicen a Erika y a Chase como método para olvidarse.
A los minutos el profesor de matemática se abre paso entre los estudiantes que llegan a los últimos segundos. El correspondiente de esta asignatura asemeja con ser estricto, el bullicio que había en el aula ha desaparecido y todos están atentos a sus movimientos.
Un cuerpo flácido, de gran barriga, con bigotes y calvo es lo que yo me hubiese esperado de un profesor de tal materia como ésta. Como es desde que llegué a este lugar, me siguen sorprendiendo.